En la comunión con Jesucristo somos colmados de bienes

Lunes 12/12/2022

Ese fue el mensaje del Servicio Divino dominical, que por transmisión fue realizado por el Obispo Fernando Mendá. Estuvo acompañado en el servir por el Anciano de Distrito Mario Falero.


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Servicio Divino de palabra – domingo 11 de diciembre de 2022

Tercer Adviento | Jesús viene

Jesús nos colma

Texto bíblico: Lucas 1:53: “A los hambrientos colmó de bienes, y a los ricos envió vacíos.”

Mensaje: En la comunión con Jesucristo somos colmados de bienes.

En este texto se relata la anunciación del ángel Gabriel a María, que concebiría al Hijo de Dios.

María, estando ya embarazada, visita a Elisabet, quien también esperaba un hijo, y entona un cántico de alabanza similar a los Salmos. Allí expresa la gracia de que Dios haya elegido a una joven mujer de una aldea desconocida para ser nada menos que la madre del Señor, del Salvador; y también cómo Dios con el envío de su Hijo cumplía su promesa. Expresa luego su alabanza y agradecimiento por la dedicación de Dios a los seres humanos. Allí viene el versículo que hemos leído.

El Señor Jesucristo nos enseñó cómo es la dedicación de Dios hacia los necesitados y hambrientos, hacia aquellos que padecen carencias y pobreza. Cristo siempre mostró que estaba cerca de los que necesitaban, de los que tenían que cargar con enfermedades, con la culpa y el pecado; aquellos que se sentían abandonados, discriminados, atormentados. El Señor fue hacia aquellos que estaban viviendo situaciones difíciles y se identificó con ellos.

También en ese sentido es un ejemplo para nosotros. Sabemos que el amor a Dios y el amor al prójimo son dos caras de una misma moneda; se trata del mismo amor con diferentes facetas. Cristo nos ha enseñado a colocar la mirada en lo que no se ve, en lo eterno, en ese reino invisible que también Dios ha creado.

También nos enseña que existen el hambre y la pobreza espiritual, además del hambre natural. ¿Quiénes son los pobres de espíritu? Se trata de aquellos capaces de reconocer que tienen las manos vacías; que pueden reconocer su imperfección, su necesidad y la dependencia absoluta de Dios, la necesidad de recibir gracia. Esos son a los que el Señor llama bienaventurados; los que son capaces de dejarse guiar por Dios en todas las cosas, sabiendo que no hay mejor guía, mejor camino ni mejor destino, porque de Dios solamente podemos esperar lo mejor

Cuando somos capaces de reconocer nuestra pobreza espiritual y nuestra necesidad de gracia, podemos ir confiados hacia Jesucristo en busca de alimento. Y a través de su palabra, de su presencia y su dedicación, a través de la participación de la Santa Cena, el Señor nos colma de bienes, de esa plenitud que caracteriza la gracia divina. Para eso es necesario mantener la humildad, colocarse bajo el servir el espíritu y postrarse delante de esa gracia divina que quiere darnos todas las cosas.

Mientras estemos aquí en esta tierra, seguramente volveremos a sentir necesidades. Aquí estamos hablando de esas necesidades espirituales. Pero Cristo nos ha mostrado que ser humano no es un obstáculo para tener comunión plena con el trino Dios. Siguiendo su imagen y el camino de Jesucristo, que nos ha abierto la puerta hacia la comunión eterna con Dios a través de su resurrección, de su victoria sobre la muerte y el pecado, vamos hacia ese lugar en el cual ya no habrá más pecado ni dolor. Cuando ya no existirán todas esas cosas, entonces nos sentiremos saciados definitivamente. Esa es nuestra esperanza, es nuestra alegría y nuestra certeza.

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