Miércoles 05/04/2017
Con gran alegría en el alma se pudo volver a compartir un encuentro junto al altar de Dios bajo el servir del Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider en la mañana del domingo 2 de abril de 2017. El Servicio Divino tuvo lugar en la iglesia central Buenos Aires. En el marco de esta hora el Apóstol Mayor procedió a colocar en merecido estado de descanso ministerial al Apóstol Norberto Bianchi y a su vez ordenar en este ministerio al hasta entonces Obispo Claudio González. El Servicio Divino fue transmitido en vivo y en directo vía satélite a comunidades de toda el área de Apóstol de Distrito.
Previamente al inicio del Servicio Divino el coro, compuesto en su mayoría por jóvenes, predisponía ya el corazón para una hora festiva. Faltando ya apenas unos minutos el silencio en la iglesia central, donde se congregó un total de 1.586 fieles, era prácticamente absoluto.
La expectativa pasó entonces a ser gozo cuando el Apóstol Mayor ocupó el altar.
En sus primeras palabras, expresó su agradecimiento y recordó el lema dado para este año: “Gloria a Dios, nuestro Padre”, manifestando que también este Servicio Divino nos brindaba la posibilidad maravillosa de agradecer y glorificar a Dios.
Luego explicaba que si bien el hombre se apartó, Dios preparó un camino para que regresemos a Él. Entonces siempre nos dice: ¡Por favor, regresa, yo te amo! Quiero que estés conmigo en la eternidad. Te estoy esperando. “¡Nunca olvidemos esto!”, enfatizaba el Apóstol Mayor.
Para la prédica tomó como base el texto bíblico de Juan 12:27-28, que dice: “Ahora está turbada mi alma; ¿y qué diré? ¿Padre, sálvame de esta hora? Mas para esto he llegado a esta hora. Padre, glorifica tu nombre. Entonces vino una voz del cielo: Lo he glorificado, y lo glorificaré otra vez”.
Este pasaje se enmarca en el momento en que Jesús anunciaba su muerte. Al respecto, el Apóstol Mayor nos recordaba que Jesús también fue un hombre verdadero; Él sufrió como nosotros, temía al dolor y a la muerte. Su alma estaba turbada, porque sabía lo que iba a suceder y tenía miedo.
También sabía que como el Hijo de Dios podía pedirle ayuda a su Padre. Pero antes, se tomó un tiempo para reflexionar y permitir que el Espíritu Santo obrara en su alma.
El Espíritu Santo le dijo: no te olvides, es el plan de salvación.
Allí entonces fue que comenzó a orar. E inmediatamente, Dios le contestó.
Nosotros también lidiamos con el dolor, la muerte, el luto, las injusticias. Experimentamos de muchas formas el dolor. A veces tememos por el futuro.
Pero sabemos lo que Dios quiere hacer con nosotros. Sigamos entonces el ejemplo de Jesús:
-Tomémonos un tiempo para reflexionar.
-Démosle la oportunidad al Espíritu Santo. ¡Dejemos que obre en nuestro corazón!
-Y recordemos que hemos sido elegidos para una misión: mostrarle al mundo que Dios está presente. Que al mirarnos otros puedan ver que Jesús es el centro de nuestra vida. ¡Que la gloria de Dios pueda verse a través nuestro!
-Finalmente, no nos preocupamos. ¡Confiemos en Dios!
Colaboró primeramente en el servir el Apóstol de Distrito Storck (Renania del Norte-Westfalia, Alemania). Luego fue invitado al altar el Apóstol Norberto Bianchi (Argentina), quien pasaría a descanso ministerial. Al respecto expresó: “Buscando una palabra como cierre de un ciclo en la casa de Dios, no encuentro otra que: ¡Maranatha!”.
A continuación, también fue invitado el Apóstol de Distrito Kolb (EE.UU.).
Posteriormente se celebró la Santa Cena, siendo también dispensada para los difuntos, en este caso con los Apóstoles Norberto Bianchi y Herman Ernst (Uruguay) .
Aún restaba un momento cargado de emociones: el pase a descanso del Apóstol Bianchi y la ordenación como Apóstol del Obispo Claudio González.
Pase a descanso e institución ministerial
El Apóstol Mayor Schneider agradeció al Apóstol Bianchi por sus más de 40 años como portador de ministerio, de ellos siete como Apóstol del Señor: “El nombre Bianchi está relacionado con el amor” (expresó, recordando también al Apóstol de Distrito Pablo Bianchi, padre del Apóstol). Luego agregó: “Y usted fue «un Bianchi». Amó a Dios y le sirvió. También amó a sus hermanos y hermanas. No predicó solamente; usted compartió con ellos tanto el sufrimiento como las alegrías. Siempre estuvo cerca y eso nunca se olvidará”.
En su alocución al Apóstol Claudio González, el Apóstol Mayor le dijo que “ha sido llamado para servir a Cristo como Apóstol y usted ha respondido a ese llamado por amor. Tiene que hacer y decir lo que Jesús haría y diría. Un buen maestro no sólo enseña con palabras sino también con el ejemplo. Sea un guía lleno de la sabiduría de Dios. ¡Dios se la dará!”.
Antes de despedirse, el Apóstol Mayor Schneider volvió a agradecer a todos y deseó “gozo en las comunidades”. También aprovechó un instante para dirigir unas palabras especialmente a los jóvenes del coro. Al agradecerles por la tarea, contó que muchas veces cuando saben que viajará a Argentina, le hacen referencia al fútbol. Ahora entonces agregaba: “Olvídense del fútbol. Escuchen al coro: ¡ellos son los campeones!”.
Así, con una sonrisa en el rostro del Apóstol Mayor, multiplicada en los corazones de todos, culminaba una hora de profunda alegría para el alma.