Martes 05/08/2025
Son molestos, y eso es bueno. Porque la fe a veces toma la forma de una tenacidad sagrada. Lo que Jesús nos enseña con sus palabras y sus actos: orar significa constancia.
A veces hay que sorprenderse de este Jesús de Nazaret: por ejemplo, por cómo trata a la mujer cananea. La mujer, considerada enemiga acérrima de Israel, tiene una hija “poseída” y pide ayuda a gritos. Jesús no accede.
La madre no se rinde. Hasta que los discípulos se enojan: “Despídela, pues da voces tras nosotros”. Jesús se niega, no quiere “tomar el pan de los hijos, y echarlo a los perrillos”. Ella se inclina, pero no se rinde: incluso una migaja que cae de la mesa es suficiente.
Jesús se admira: “Mujer, grande es tu fe”. Y cumple su petición, demostrando con sus actos precisamente lo que predica en otros lugares.
Imparable frente a la injusticia
Se trata de la parábola de la viuda y el juez injusto de Lucas 18:1-8: por un lado, se encuentra un juez despiadado, impío y sin escrúpulos, que puede permitirse dictar sus sentencias según su capricho. Y, por otro lado, está una viuda, sin ayuda, sin influencia, sin ingresos ni patrimonio. Solo tiene una oportunidad, pero la aprovecha.
Ella le pide que le dé lo que le corresponde. Pero él simplemente no tiene ganas. Ella no se rinde, sigue suplicando, una y otra vez, lo acosa, lo molesta. Al final, el juez cede: “No sea que viniendo de continuo, me agote la paciencia”.
Dos que suplican, un mensaje
La viuda perseverante no es la única que sabe molestar. Siete capítulos antes, en el Evangelio de Lucas, aparece la parábola del amigo suplicante. Este recibe la ayuda “por su importunidad”.
La moraleja es la misma en ambos casos: si incluso un juez de corazón duro se agota y un amigo dormilón se ablanda con las súplicas, ¿cuánto más y con qué mayor gusto ayudará el Padre celestial a sus hijos?
“Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?”. Con estas palabras concluye Jesús la parábola de la viuda y el juez. Y eso nos plantea también a nosotros la pregunta: ¿hallará Jesús fe si vuelve hoy?
Una obstinación sagrada
Contrapregunta: ¿Qué fe es la que debe hallar? El contexto lo deja claro: precisamente la fe de la que Él se admira en la mujer cananea. “La necesidad de orar siempre, y no desmayar”, dice al comienzo de la parábola de la viuda.
La mujer cananea molesta, el amigo molesta, la viuda molesta. También nosotros podemos, incluso debemos, “molestar” a Dios una y otra vez con nuestras peticiones. Porque solo a quien llama se le abre. Y solo a quien pide se le da.
Está claro que no todas las peticiones se cumplen. Ese es un tema para otra ocasión. Pero cuando se cumplen, es porque al principio está la actitud de Jacob en su lucha con Dios: “No te dejaré, si no me bendices”.
Fuente: nac.today - el magazín de noticias de la Iglesia Nueva Apostólica Internacional.