Con amor. Con confianza. Con Dios.

Martes 10/06/2025

No el poder, sino el amor y la cercanía al ser humano: el Ayudante Apóstol Mayor muestra en su primera entrevista cómo piensa, siente y cree.


¡Desde ayer es oficial! Con el nombramiento de Helge Mutschler como Ayudante Apóstol Mayor, la Iglesia Nueva Apostólica tiene un sucesor designado para reemplazar al Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider. Hasta su ordenación en Pentecostés de 2026, le queda un largo camino por recorrer, tiempo para conocer a la Iglesia mundial. Y tiempo para que la Iglesia mundial pueda conocerlo a él. Previamente, en una conversación con el director de comunicación de la Iglesia Nueva Apostólica Internacional ya se le han formulado las primeras preguntas, de forma abierta, sincera y con el corazón palpitando.

Amado Apóstol, comencemos con algunas cifras. Usted es el Apóstol número 875 de la Iglesia Nueva Apostólica y, dentro de aproximadamente un año, será ordenado como el décimo Apóstol Mayor. Entonces habrá dicho “sí” por décima vez a un ministerio o tarea espiritual. ¿Recuerda aún su primer “sí”?

Bueno… cuando iba a ser Subdiácono, lo sabía. En aquel entonces, en otoño de 1994, el Anciano de Distrito me visitó en la sala de la casa de mis padres en Freudenstadt. Yo sabía que poco después me mudaría a Hanóver para estudiar. Por eso le dije: “Hans, pronto me iré a estudiar a Hanóver, no tiene sentido aceptar un ministerio aquí”. Aún recuerdo muy bien su reacción. Dijo muy fuerte: “El ministerio es el ministerio” (ríe). Desde la perspectiva actual, puede sonar un poco extraño, pero debo decir que eso rompió mi resistencia, no por las palabras en sí, sino porque sentí que había algo grande detrás y que ahora era imposible decir que no.

En los siguientes niveles ministeriales, el paso de Diácono a Pastor fue muy grande para mí y tuve que pensarlo durante más tiempo. Desde el principio sentí que mi “sí” era definitivo, pero necesitaba tiempo. Necesité aún más tiempo para dar el paso al ministerio de Apóstol. Aunque confiaba en el llamado de Dios, no fue fácil para mí. Tenía un trabajo que me gustaba y ser un Apóstol cambia toda la vida. Pero este “sí”, unido al juramento de fidelidad a Jesucristo y al Apóstol Mayor, lo sentí muy profundamente y lo di conscientemente.

Bueno… y ahora, a la pregunta sobre la función del Ayudante Apóstol Mayor… (breve pausa). En mi interior sentí inmediatamente que esto es algo enorme. Pero si el Apóstol Mayor me hace ahora esta pregunta, es porque viene de Dios. Él lo ha pedido. No tengo otra opción que confiar en Dios. Y así lo acepto… Acepto este llamamiento con un “sí” interior muy claro, con fe y confianza en Dios.

En los últimos 50 años, nuestra Iglesia ha seguido en movimiento. ¿Qué buena tradición antigua le es especialmente querida y qué desarrollo ha sido especialmente significativo para usted?

¡La asistencia espiritual! La asistencia espiritual ha sido un pilar de nuestra Iglesia. Una tradición tan hermosa. Y me imagino muy bien que volverá a cobrar protagonismo. Se trata de construir relaciones, pero también de cuidarlas. Eso es lo que deseo… que surja el “deseo de asistencia espiritual”. Porque también puede ser una experiencia hermosa para todos los portadores de ministerio. La asistencia espiritual vincula. Y donde hay vinculación, allí comienzan el consuelo y la alegría del cielo.

En cuanto al desarrollo, pienso especialmente en el Apóstol Mayor Urwyler y la responsabilidad personal. Estoy muy contento por ello. Me alegra que cada vez sea más posible hablar de la fe sin miedo. Hablar de la fe sin prejuicios y de igual a igual tiene mucho valor. Hoy en día ya no siento tanta presión ni expectativas sobre cómo hay que ser o pensar, sino más aceptación y libertad para ser uno mismo, y eso me parece un desarrollo muy positivo.

Para algunos va demasiado rápido, para otros demasiado lento. Algunos se preguntan: “¿Sigue siendo esta mi Iglesia?”. Otros: “¿Podrá llegar a ser mi hogar?”. Entonces, ¿a quién se puede complacer, a quién se debe complacer?

Para mí no se trata de “complacer” a nadie. Esa no es mi tarea ni la del apostolado. Se trata de la verdad y la claridad. Y la verdad existe… ¿Qué es la verdad? Jesucristo.

Y en torno a esta verdad existen la diversidad y las perspectivas más dispares.

Como un prado lleno de flores de colores: así de diversa puede ser la comunidad. Y qué hermoso es poder decir: te veo, te respeto, aunque seas diferente.

Porque yo también soy diferente de los demás. Y yo también necesito que mi interlocutor me diga desde su perspectiva: te aprecio, Helge, en tu diferencia. A mí también me hace bien.

Palabra clave: unidad en la diversidad. En el extranjero, a menudo nos entusiasma la diversidad con la que luego tenemos tantos problemas en casa. ¿Cómo se puede lograr?

Como ya mencioné, soy un fan absoluto de los “prados de flores de colores”. Pero la diversidad solo funciona a través del diálogo. El diálogo es atravesar juntos las diferencias sin querer eliminarlas. El diálogo implica valorar la diferencia del otro.

Contribuyen a la unidad el amor a Dios y al prójimo, así como la fe en común y nuestros fundamentos de fe, la espera del retorno de Jesús, el ministerio de Apóstol, etc. Esto es lo que nos une.

Y si mantenemos un buen diálogo, la diversidad puede prosperar en esta unidad.

¿Ha habido situaciones en las que se ha distanciado emocionalmente de Dios? ¿Cómo encontró “el camino de vuelta”?

Sí, he vivido situaciones así. En una etapa difícil de mi vida, me distancié interiormente de Dios y le hice reproches. Eso duró un tiempo y luego ocurrió algo maravilloso. Sentí que ese Dios del que me había alejado seguía conmigo. Pensaba que yo era muy fuerte y testarudo. Pero Él era aún más testarudo (ríe). Este Dios no se aleja, sino que permanece fiel en mi vida. Y cuando me di cuenta, todo fue muy rápido y llegó el día en que volví a entregarme por completo a Él, me presenté ante Dios con los brazos abiertos, contemplé su majestuosidad y, como dijo Job: “Mi mano pongo sobre mi boca y no responderé”. Estaba completamente entusiasmado con este Dios, con su misericordia… y todavía lo estoy.

Menciona a Job…

En aquella época leí muchas veces el libro de Job y traté de encontrar respuestas en él. Puedo entender perfectamente cómo los amigos de Job estaban equivocados… esos amigos tan sabios, tan sabiondos. En las discusiones con sus amigos no encontré ninguna respuesta… Hasta que, al final del libro de Job, se me encendió la lamparita. Job desafía a Dios. Dios responde: “Job, he escuchado tus preguntas. Ahora tengo algunas preguntas para ti: ¿Quién creó la tierra? ¿Quién creó las estrellas?”. Y así sucesivamente. Esto continúa durante un buen rato. Job permanece en silencio, humilde. Pero Dios continúa. Job no se libra tan fácilmente. Y al final del libro, Job solo dice: “Ahora sé que todo es posible para Dios”. El diálogo terminó, el caso está resuelto.

A mí me costó mucho tiempo entenderlo.

La respuesta al sufrimiento es tan simple y, sin embargo, tan difícil.

La respuesta al sufrimiento es: Dios (silencio).

Que lo entienda quien quiera entenderlo.

Desde 2021 también forma parte de la asamblea de Apóstoles de Distrito. ¿Cómo fue la primera reunión?

(Ríe) Fue una prueba técnica tres días antes de la asamblea de Apóstoles de Distrito digital durante la pandemia. Uno tras otro, todos ajustamos el micrófono para comprobar que todo funcionaba.

La primera reunión presencial fue impresionante. Por supuesto, sentía un gran respeto por todos esos varones de Dios con tanta experiencia. Luego, el Apóstol Mayor te llama delante de todos para hablar sobre diferentes temas y te pide tu opinión.

Fue muy emocionante… pero, por otro lado, sentí una bienvenida muy cordial, realmente llena de amor. Eso me lo hizo fácil.

En muchos de sus viajes anteriores, también celebraba Servicios Divinos en círculos muy reducidos. Por ejemplo, hace aproximadamente un año en Groenlandia. En 2023, sin embargo, estuvo con el Apóstol Mayor en el Congo y tuvo comunión con casi 30.000 creyentes en Kananga. ¿Cómo describe esta experiencia tan diferente?

En Groenlandia, en Ilulissat, celebré el Servicio Divino junto con mi acompañante y una sola hermana. Algo así es muy íntimo, muy intenso y muy familiar. Fue increíblemente hermoso y emotivo.

Por otro lado, está el ejemplo de Kananga, en el Congo, donde se reunieron 26.000 hermanos y hermanas, o también el DJI 2019. Allí es casi imposible percibir a cada persona individualmente. Especialmente en grandes salones, el altar siempre está bien iluminado, lo que hace que solo se perciba una gran masa. Y allí es mucho más difícil establecer una conexión directa con cada persona. Y, sin embargo, siempre he podido sentir que hay algo en el aire, una conexión a través del poder del Espíritu Santo… Por lo tanto, no diría que es más anónimo. Pero eso solo lo puede hacer el Espíritu Santo. Valoro ambas experiencias.

Por un lado: soy bueno tal y como soy, a imagen y semejanza de Dios. Por otro lado, soy pecador porque no siempre cumplo la voluntad de Dios. ¿Cómo se concilia esto?

No se concilia. Esta ambivalencia es una ambivalencia que no se concilia. Al igual que el fuego y el agua no se concilian. En nuestro Día de Arrepentimiento y Oración, al igual que en cada Servicio Divino antes del Padre Nuestro, intentamos una y otra vez tomar conciencia de que somos pecadores. Totalmente enredados en el pecado… sin ninguna posibilidad de salir por nosotros mismos. Pero, por otro lado, también desarrollamos una y otra vez la convicción de que Dios perdona.

Porque Dios me encuentra bueno.

Así que tal vez solo sea una contradicción aparente.

Dios es inequívoco, los seres humanos, en cambio, son ambiguos. ¿Complicamos a veces la fe cristiana? Si es así, ¿qué tan simple es en realidad?

En esencia, todo es muy sencillo: Dios es amor y en el amor no hay miedo. Y el amor perfecto expulsa el miedo. No son afirmaciones complicadas, sino la verdad más profunda. Amar al Señor y al prójimo no es en realidad nada complicado.

Debemos volver una y otra vez a esta fe tan sencilla.

Helge Mutschler

Helge Mutschler nació el 8 de agosto de 1974 en Tubinga (Alemania) y creció con tres hermanos en Freudenstadt, en la Selva Negra. Tras obtener el título de bachillerato y completar el servicio civil, Helge Mutschler estudió Derecho en la Universidad de Hanóver a partir de 1995. Tras completar con éxito sus estudios y obtener la licencia para ejercer como abogado en 2003, asumió la dirección de la Cámara de Asesores Fiscales de Baja Sajonia. En 2005 se doctoró en Derecho. Helge Mutschler está casado desde 2007 con Ann Juliette. La familia vive con sus hijos en Hanóver, la capital del estado federado de Baja Sajonia.

Ya a la edad de 20 años recibió su primer encargo ministerial como Subdiácono. Le siguieron otras tareas e instituciones ministeriales. En 2015, el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider lo ordenó Apóstol a la edad de 41 años. Seis años más tarde, en 2021, fue nombrado Ayudante Apóstol de Distrito para Alemania del Norte y del Este. En esta función, además de las comunidades alemanas, también se ocupó de los cristianos nuevoapostólicos de Gran Bretaña, Irlanda, Europa del Norte, Rusia y Asia Central.

Desde 2024, el Ayudante Apóstol de Distrito asesora al Apóstol Mayor como parte del grupo coordinador de la Iglesia Nueva Apostólica Internacional.

Con su nombramiento como Ayudante Apóstol Mayor en Pentecostés 2025, queda resuelta la cuestión de la sucesión en la dirección internacional de la Iglesia.

Fuente: nac.today – el magazín de noticias de la Iglesia Nueva Apostólica Internacional

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