Martes 25/03/2025
En un día poco habitual, un encuentro muy especial: la iglesia Ushuaia recibió la visita del Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider, quien presidió un Servicio Divino en la tarde del martes 25 de marzo de 2025.
Ushuaia
La ciudad de Ushuaia es la capital de la Provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur. Se encuentra al final de la Patagonia austral, en el extremo sur de Argentina. Por eso es conocida como “el fin del mundo”.
La iglesia más austral
Los primeros testimonios de la fe nuevoapostólica en Ushuaia se dieron alrededor del año 1966. Con los años se alquiló un local y después se adquirió un lote, que contaba con una precaria construcción. Fue adaptada por los mismos hermanos y allí abrió sus puertas, en 1989, la primera comunidad. La iglesia actual fue consagrada el 9 de enero de 1993 por el Apóstol de Distrito Mario Fiore. Nacía así la iglesia más austral del mundo.
Un Servicio Divino muy esperado
La comunidad aguardaba con expectativa el encuentro con el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider. El Servicio Divino comenzó a las 19 horas del martes, un día que no es el habitual (pues la comunidad se reúne miércoles y domingos). Esto no fue un obstáculo: se congregaron 136 hermanos y hermanas, no solo de la anfitriona sino también de Río Grande y Río Gallegos (de la provincia de Santa Cruz).
Si bien Ushuaia se caracteriza por sus temperaturas frías y mucho viento, el día había amanecido bastante soleado y con un clima agradable. La mayor calidez se percibía en la comunidad, donde ya una hora antes estaba todo listo. El coro predisponía el corazón y también un grupo de niños cantó un himno antes del comienzo.
El Apóstol Mayor llegó acompañado por el Apóstol de Distrito Michael Deppner (República Democrática del Congo Oeste) y el Ayudante Apóstol de Distrito David Devaraj (India). De la INA Sud América, el Apóstol de Distrito Enrique Minio, los Apóstoles Claudio González y Claudio Videla, el Obispo Diego Roma y el ayudante dirigente de distrito Osvaldo Albeiro. También los dirigentes de las comunidades participantes.
Hasta el fin del mundo…
En sus primeras palabras el Apóstol Mayor contó que el Apóstol Mayor Wilhelm Leber (actualmente en descanso) le dijo: “Si alguna vez tienes la oportunidad de ir a Ushuaia, ¡ve! Es hermoso”. “Y me lo dijo varias veces”, agregó. Por eso antes de venir le compartió la noticia.
Luego mencionó que muchos llaman a este lugar “el fin del mundo”. Esto le recordó las palabras de Jesús: “Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:20). “Ustedes entonces no necesitan que les diga que Jesucristo está aquí presente (…) Pero permítanme expresar esta promesa también de otra forma”. Entonces se refirió a que a veces vivimos situaciones en las que decimos: “Se derrumbó mi mundo, todo salió mal”. Aquí viene la palabra de Jesucristo. “Aunque otros te hayan abandonado -continuó el Apóstol Mayor- Cristo nos dice: Yo estaré contigo, incluso en el fin del mundo. Este es un consuelo para todos aquellos que tienen que enfrentar situaciones muy difíciles, ante preguntas que no tienen respuesta. No puedo darles una explicación, pero sí esta promesa de Jesucristo. Y experimentarán en esos momentos que Cristo está con ustedes”.
El reino de Dios: en Jesucristo, en nosotros y en su Iglesia
El texto bíblico leído como base para la prédica fue Mateo 13:33: “Otra parábola les dijo: El reino de los cielos es semejante a la levadura que tomó una mujer, y escondió en tres medidas de harina, hasta que todo fue leudado”.
Yendo luego a la parábola citada, allí Jesús compara el efecto de la levadura con el reino de Dios y podemos profundizar tres aspectos:
-En Jesucristo el reino de Dios, que estaba oculto, se hizo presente. En su llegada a la tierra, muchos no podían ver en Él al enviado de Dios. No obstante, ese reino creció y Cristo se convirtió en el Salvador de toda la humanidad, venciendo al mal y a la muerte.
-En nosotros también ese reino de Dios puede ir creciendo, porque tenemos el don del Espíritu Santo. Cuando lo recibimos, no hubo una transformación grandiosa y repentina. Incluso hoy somos como los demás. El desarrollo es interno, en nuestro corazón. Y se deben dar ciertas condiciones: primero tener la voluntad de ser semejantes a Jesucristo y luego recibir la palabra y el Sacramento, la Santa Cena. Dios nos ha dado su vida, esa “levadura divina”, que puede tener un efecto maravilloso en nuestros pensamientos, palabras y acciones. Pero depende de nosotros. Es un proceso que debe tener lugar en toda nuestra vida para ser semejantes a Cristo.
-En su Iglesia. Dios quiere ofrecer la salvación a toda la humanidad. Para eso envió a su Hijo a la tierra. La Iglesia perfecta es invisible. Pero nosotros solo podemos percibir la parte visible, que es todo, menos perfecta. Sin embargo, lo importante es la vida divina. El Espíritu Santo está activo y eso es lo que importa. También aquí Dios nos dice: “No te preocupes, me ocuparé de todo el proceso. La perfección es aún invisible, pero en el final será perfecta, porque yo lo haré posible”.
Así como la levadura en la masa, también la Iglesia en la tierra representa una porción muy pequeña. No importa entonces la cantidad de nuevoapostólicos o de cristianos. Nuestra misión es difundir el Evangelio hoy. El amor hacia Dios y hacia el prójimo es el poder que produce el crecimiento. Y Dios se asegurará de que el proceso llegue hasta el final.
Queremos prepararnos para el retorno de Cristo. En el final, todos habrán tenido la posibilidad de ser salvos, también en el más allá. ¡Que ya hoy las personas puedan experimentar el amor de Cristo! “Estoy seguro de que encontrarán muchas oportunidades de poner en práctica esta parábola”, concluyó.
Colaboraron en la prédica el Apóstol de Distrito Deppner y el Ayudante Apóstol de Distrito Devaraj.
Luego de celebrarse la Santa Cena, el Apóstol Mayor dedicó unas palabras de agradecimiento por todo lo realizado y por el encuentro vivido. Como hermoso cierre de un encuentro tan esperado, la comunidad pudo saludar personalmente tanto al Apóstol Mayor como a los siervos que lo acompañaban. Un recuerdo que seguramente quedará atesorado en el corazón.