Sábado 27/01/2024
La palabra del mes del Servicio Divino para la juventud nos recuerda la cercanía y dedicación de Jesús. También nos invita a reflexionar qué esperamos de Jesús y qué deseamos para nuestro futuro.
El relato bíblico
Jesús se había encontrado con dos ciegos que lo reconocieron como Señor y Mesías. Jesús se conmovió por su perseverancia y reconocimiento. Les preguntó qué deseaban y respondieron que quería recuperar la vista. Jesús siente compasión y los sana.
“Ceguera espiritual”
Por diferentes causas, a veces estamos en un estado de ceguera espiritual. Esto significa que no vemos con total claridad nuestro propio estado, ni la realidad divina, ni el plan que Dios tiene con nosotros.
¿Qué podemos hacer?
-Ser perseverantes como aquellos dos hombres ciegos,
-dirigirnos a Dios y, cuando se acerca a nosotros preguntándonos qué deseamos,
-responderle con sinceridad.
Jesús se dirige a cada uno de nosotros
Cada edad tiene sus características y desafíos. También cambian los deseos y sueños. Pero siempre depende de nosotros responder a Jesús de manera honesta y sincera. Entonces Jesús “tendrá compasión” y se dirigirá a nosotros para “devolvernos la vista” y que podamos ver claramente.
¿Qué esperamos de Jesús?
Seguramente podemos pedirle salud para nosotros y para quienes amamos, también ayuda en situaciones difíciles. No obstante, no siempre se cumplen nuestras peticiones. Tampoco desaparece el sufrimiento.
Jesús no sanó a todos; no todos los ciegos recuperaron la vista. Pero confiamos en que Dios nos acompaña siempre, también en situaciones que parecen no tener salida.
También para nuestra vida espiritual Jesucristo nos revelará las respuestas correctas por medio de su Espíritu Santo.
¿Qué deseamos para nuestro futuro?
Quisiéramos reflexionar si seguimos teniendo el deseo de pertenecer a la comunidad nupcial y de ser primicias en el retorno de Cristo. También mirarnos a nosotros mismos para ver nuestras falencias y errores, las que podrían ser un obstáculo en el retorno de Cristo.
Nunca olvidemos que Dios es amor y que no rompe el vínculo con ninguna persona. Dios quiere que vivamos por siempre. El arrepentimiento siempre es posible. Dios, que es misericordioso y compasivo, no solo conoce mi pasado, sino también mi futuro. Y cada día viene hacia nosotros y nos pregunta: ¿Qué quieres que haga por ti?
Por último, los dos hombres que fueron sanados se unieron a Jesús y lo siguieron. ¡Hagamos lo mismo! Así podremos disfrutar ya ahora de una vida con Jesús a nuestro lado.