Nos estamos preparando para el retorno del Señor

Lunes 14/11/2022

Este fue el mensaje del Servicio Divino dominical que por transmisión fue realizado por el Obispo Luciano Frisardi. Estuvo acompañado en el servir por el Evangelista de Distrito José Navarro.


Podemos acceder a un extracto de la palabra, haciendo clic en:

Resumen
Audio
Video

Servicio Divino de palabra - Domingo 13 de noviembre de 2022

Mensaje: Nos estamos preparando para el retorno del Señor.

Texto bíblico: Mateo 24:44: “Por tanto, también vosotros estad preparados; porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no pensáis.”

Jesús expresó que no hay una hora definida para que se produzca su venida. Él mismo dijo que el día y la hora solo el Padre los conocía. ¡Qué aspecto clave en nuestra vida de fe es esperar al Señor cada día! Es algo que en nuestra Iglesia se vive y se siente en cada Servicio Divino, en cada oración. El retorno del Señor no es algo que se pueda racionalizar, no logramos comprenderla con nuestra razón sino con nuestro corazón.
Pero también queremos reflexionar cuál es el motivo real por el que esperamos al Señor cada día. ¿Será porque está escrito; porque es parte de la doctrina de la Iglesia? ¿O porque estamos pasando un mal momento y quisiéramos salir de esa situación? ¿Será porque le tenemos miedo a la muerte y queremos no pasar por ese trance? ¿O esperamos al Señor porque sentimos el anhelo, porque hemos sentido el amor de Dios y nuestro amor hacia Dios nos hace desear estar con Él? Entonces se trata de una cuestión del corazón, de los sentimientos.
A veces podrían surgir algunas especulaciones: “¿Por qué está pasando esto sobre la tierra o por qué me está pasando esto en la vida? Seguramente es porque está cerca la venida del Señor…”. Quisiéramos que no sea una especulación humana sino un sentir del corazón y una necesidad. Es hermoso cuando la espera del Señor cada día es una respuesta de nuestro corazón al amor de Dios. Entonces sin duda que cada día nos levantaremos con alegría, porque tenemos esperanza, porque miramos hacia el futuro, que es justamente el retorno del Señor.
Para alcanzar ese día en plenitud espiritual, necesitamos estar santificados. La santificación no es algo que nosotros podamos lograr a partir de nuestras propias fuerzas o voluntad, sino que es Jesucristo mismo el que genera lo necesario para que podamos alcanzarla. Él nos justifica.
¿Cómo podemos alcanzar esa justificación? A través de la fe, de poder creer y tener una confianza plena y absoluta en el amor de Dios. El tesoro más grande que tenemos es la fe. La tenemos que cuidar, procurar que no se apague nunca.
Jesucristo nos hace justos otorgándonos el perdón. Jesucristo es el que nos renueva, nos permite ser una persona nueva. Él es quien nos da las fuerzas y la voluntad para hacerlo; es quien nos da la luz para poder caminar hacia la meta.
Estamos siendo preparados para servir en el milenario reino de paz, donde será predicado el Evangelio sobre esta tierra y también en el más allá, junto a Cristo. Aquel que desea ser parte del sacerdocio real, deberá tener una voluntad de servicio, poder pensar en los demás, ayudar, orar por la Iglesia para que pueda desarrollarse y llegar a la terminación, para que el Evangelio pueda llegar a todos los lugares. Queremos estar espiritualmente activos.
Dios nos ha dado dones y emplearlos nos genera bendición y ayuda a nuestro prójimo. La medida de nuestra preparación espiritual nos la da el amor hacia Dios, pero también el amor hacia nuestro prójimo, que significa poder servir, ayudar y socorrer. Nunca estaremos dejándonos a nosotros mismos de lado cuando vayamos a ayudar a alguien. Por el contrario, cada vez que estemos mirando sobre nuestro prójimo, sobre el que lo necesita, Dios mismo será el encargado de ayudarnos, de resolver aquello que no podamos resolver.
De esto se trata cuando Dios nos dice “confesar el Evangelio de Cristo”. No se trata simplemente de hablar, se trata de obrar, de sentir, de contagiar lo que vivimos; de incluir, de poder abrazar a aquel que está lastimado, herido o enojado.
Esperar al Señor es una forma de vida, es vivir la esperanza de que hoy podrá ser ese día. Pero mientras tanto, esa espera activa, ese anhelo, ese ardor del corazón es el que nos mantiene vivos espiritualmente.

GALERÍA