Dios se manifiesta de manera delicada y amorosa

Lunes 29/08/2022

Ese fue el mensaje central del Servicio Divino dominical, que por transmisión fue realizado por el Obispo Fernando Mendá. Estuvo acompañado en el servir por el Evangelista de Distrito Aldo Mignone.


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Servicio Divino de palabra – domingo 28 de agosto de 2022

Tema:
Dios se muestra

Un silbo apacible y delicado

Texto bíblico:
Parte de 1 Reyes 19:12: “Y tras el fuego un silbo apacible y delicado.”

Mensaje: Dios se manifiesta de manera delicada y amorosa.

Este texto del Antiguo Testamento proviene de una vivencia de Elías, un profeta del reino de Israel. Habla de un “silbo apacible y delicado”, en referencia a la forma en la cual Dios se manifiesta. La naturaleza, la esencia de Dios, es el amor. Jesucristo cuando estuvo en la tierra nos mostró cómo es realmente dios: un Dios misericordioso, lleno de gracia y de amor, un Dios de cercanía, un Dios que ingresa en la historia de nuestra vida y nos acompaña a través de todos los vaivenes de nuestra existencia, para darnos salvación, para que podamos tener comunión eterna con Él. Y nos da también todo lo necesario para que podamos lograrlo.

En este suceso, el profeta había anunciado una gran sequía. En un momento Dios le anuncia que la sequía terminará. El rey de aquel momento se había casado con una princesa fenicia que adoraba a otros dioses. Y entonces el rey, a pesar de pertenecer al pueblo de Israel, había permitido e incluso fomentado el culto a esos dioses. Por eso Elías lo desafía a convocar una gran asamblea y probar el poder y la existencia del único Dios viviente.
Así sucedió y todos lo pudieron comprobar. Pero la esposa del rey mandó perseguir a Elías. Él, sintiéndose solo y en sufrimiento, le pide a Dios que tome su vida.

A veces sucede también con nosotros que después de grandes manifestaciones de Dios, de sus muestras de amor y cercanía, de su ayuda, de su amparo y su presencia, sufrimos alguna decepción, se levanta algún sufrimiento. Entonces decaemos y el enemigo aprovecha la oportunidad para hacernos perder la alegría, la paz y hasta hacernos dudar de nuestra fe. Eso fue lo que sucedió con Elías.

Pero también cuenta esta historia bíblica que un día un ángel lo despertó, le dio de comer, lo fortaleció y con aquella ayuda especial pudo retomar su camino. Del mismo modo pasa con nosotros. Cuando caemos en esas situaciones, cuando a veces nos sentimos solos y lejos de Dios, podemos tener la maravillosa experiencia de que Dios está cerca. Su palabra nos consuela, nos anima, nos devuelve la paz, la alegría y el coraje para seguir adelante, y en especial nos da nuevas fuerzas con el pan de vida, la Santa Cena.

Así podemos poner por obra la palabra, vencernos a nosotros mismos y seguir creciendo a la imagen de Cristo.

En otro momento Elías se refugia en una cueva. A veces queremos refugiarnos de alguna decepción, de las dudas y nos sentimos en soledad. Es como si ingresáramos en una cueva, apartados de la luz de la gracia. Pero también allí Dios está cerca.

Dios le preguntó: ¿Qué haces aquí? No lo sacó de la cueva sino que demostró su presencia, le mostró su comprensión y su misericordia. Depende de nosotros salir de la oscuridad, de la decepción, de la desconfianza, de la soledad, pero sabiendo que contamos con la gracia y el amor de Dios. ¡Podemos confiar en Él y en su ayuda!
Podría pasar que esperamos que Dios se manifieste de una manera muy evidente y llamativa en esas situaciones de nuestra vida donde parece que todo sigue más o menos igual. Queremos escuchar la voz de Dios, delicada y amorosa como ese silbo apacible. Para ello necesitamos hacer silencio, es decir, separarnos de nuestras necesidades y dedicarnos un momento a escuchar a Dios con atención. También podemos oírlo en el silencio de la oración y en nuestro corazón.

Podemos tener la certeza de su bendición, que no es que todas las cosas nos salgan como nosotros le pedimos o de acuerdo a nuestro entendimiento, sino que la bendición de Dios es su compañía y presencia, su cercanía y dedicación. Es sentir la paz del resucitado en el corazón cuando somos perdonados y cuando podemos perdonar. Es sentir la alegría y la paz de poder quedar fieles y tomados de su mano a pesar de las circunstancias.

Dios nos acompaña y nos ayuda. Solo tenemos que salir de nuestros pensamientos y abrir nuestro corazón con confianza, porque Él nos ama y nos protege, nos alcanza la ayuda y la salvación para nuestra alma.

Confiemos también en su Iglesia y en el ministerio de Apóstol, enviados por Dios para cuidarnos.
Disfrutemos también de los hermanos y hermanas en la comunidad, como un muro de contención que nos permite sentirnos seguros. Y que podamos mirar a nuestro alrededor, descubrir las necesidades de otros y dedicarnos a ellos. Oremos unos por otros, sabiendo que Dios conoce todas las cosas y puede ayudar.

Así “Dios se manifiesta de manera delicada y amorosa”.

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