Lunes 31/05/2021
El Servicio Divino de palabra del domingo 30 de mayo de 2021 fue oficiado por el Apóstol Gerardo Zanotti, acompañado en el servir por el Obispo Fernando Altare.
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Este texto bíblico es parte de la bendición sacerdotal bajo la cual Moisés era enseñado por Jehová para que hablara luego a Aarón y a sus hijos, porque era la bendición que Dios quería impartir sobre el pueblo de Israel. Allí habla entonces de la bendición de Dios, de su protección, de su luz y su misericordia.
Y la palabra de hoy reflexiona acerca de quién es el Dios que amamos, en el que creemos y confiamos.
Dios…
- es uno : No hay otro. “Y no hay más Dios que yo; Dios justo y Salvador; ningún otro fuera de mí. Mirad a mí, y sed salvos, todos los términos de la tierra, porque yo soy Dios, y no hay más.” (Isaías 45: 21-22)
- es santo y nosotros adquirimos esa santidad cuando recibimos el don del Espíritu Santo. “Santos seréis, porque santo soy yo Jehová vuestro Dios.” (comparar con Levítico 19:2; también 11:44-45)
- es bueno : ¡no necesita mejorar!
- es misericordioso : siempre mira sobre nosotros y nos guarda; muchas veces vuelve sus pasos para devolver al pueblo la bendición que el pueblo perdió…
- es amor : En su amor preparó su plan de redención desde el principio de los tiempos y envió a su Hijo para la salvación de la humanidad
- y es eterno .
A lo largo de la historia, Dios se ha automanifestado y hoy se sigue manifestando. Creemos en un Dios, que es una sustancia, pero que lo constituyen tres personas divinas: Dios el Padre, Dios el Hijo y Dios el Espíritu Santo. Esto se conoce como la trinidad de Dios.
Dios, el Padre
Es nuestro Padre y el Creador de todas las cosas. En los Diez Mandamientos, Dios anuncia su voluntad y nos muestra cómo debe ser nuestra vida para que sea de su agrado. En su ley y en su palabra, nos da las normas y límites, el orden divino que rige en esa morada permanente que preparó para que podamos vivir junto a Él eternamente.
Dios, el Hijo
Jesús es el Redentor, que vino a la tierra para estar entre los seres humanos y se manifestó en palabras y hechos. Es el que nos brinda su paz, el que nos libera del pecado y nos trae el perdón. Es el camino, la verdad y la vida. Es la puerta al reino de Dios. Él nos muestra el espíritu de esa ley que el Padre nos ha dado, nos muestra cómo es Dios y cómo son las cosas en el reino de Dios.
Dios, el Espíritu Santo
El Espíritu Santo ya se había manifestado en el tiempo del antiguo pacto. Pero es en Pentecostés cuando se completó la automanifestación de Dios, al ser el Espíritu Santo derramado sobre la tierra.
Es aquel que nos “guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir” (Juan 16:13). Es el Consolador, el que nos ayuda a prepararnos cotidianamente para que podamos alcanzar la salvación de nuestra alma en el retorno de Cristo.
Nuestra tarea
Esta palabra que recibimos hoy no se trata de aprender conceptos teológicos sino de ver de qué manera creemos en ese Dios trino y cómo se manifiesta en nuestra vida, en nuestra alma. Toda la vida del creyente es un proceso de cambio permanente.
El Señor nos dijo: “Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas” (Deuteronomio 6:5).
Nos pidió que seamos uno, es decir, que podamos estar en comunión y entender lo mismo.
Queremos reconocer la palabra de Dios, aceptarla y obrarla.
Queremos sentir la manifestación del Espíritu Santo en nuestro corazón, que nos prepara para participar de la gloria de Dios.
Queremos reconocer y aceptar los límites y normas que Dios nos da, porque deseamos alcanzar el día de la resurrección y habitar eternamente en su reino.
Y para ello, nos queremos dejar guiar por Dios. No buscamos otros dioses, porque confiamos en quien nos conduce. ¡No nos bajemos del “tren” que nos lleva a la Patria celestial!
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