Confiar en el Señor en nuestras preocupaciones

Lunes 10/05/2021

El Servicio Divino para la juventud de abril fue realizado por el Anciano de Distrito Gustavo Platero. Lo acompañó en el servir el Evangelista de Distrito José Luis Navarro.


Para descargar el resumen en formato PDF, hacer clic en: Resumen
También podrán acceder al extracto en Audio y Video

Servicio Divino de palabra para la juventud – 8 de mayo de 2021

Confiar en el Señor en nuestras preocupaciones

Texto bíblico: 1 Pedro 5:7: “Echando toda ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros”.

Lectura bíblica: Mateo 6:25-33

Mensaje: Confiemos en que Dios cuida de nosotros.

De esta carta del Apóstol Pedro se desprende que había situaciones que aquejaban a los hijos de Dios, preocupaciones. Entonces Dios les habla a través del Apóstol para alentarlos, para que no se quedaran detenidos en el camino y no desviaran la mirada de las cosas realmente importantes. Dios también hoy nos alienta, nos impulsa a seguir adelante y nos dice que va a cuidar de nosotros.

Nada te faltará

Dios se encarga de que nada nos falte. Y uno podría decir: “Pero hay cosas que yo siento que no están bien en mi vida”. Algo que me falta, que no se resuelve, algo que necesitaría obtener para salir de la tristeza o para poder avanzar en un proyecto que tengo. Todos tenemos cosas que esperamos y preocupaciones. Cada uno debe ocuparse de resolver sus cuestiones del orden material, lo que nos corresponde. Porque tampoco estaría bien decir: “Ya que soy un hijo de Dios, que Dios me lo provea”. Tenemos que hacer nuestra parte.

Pero cuando algo no lo podemos alcanzar luego de un esfuerzo, de intentar una y otra vez, ahí sí podemos descansar confiando en que, como dice un himno, “aquello que falte, Dios nos lo dará”.

Sin dudar, ¡confiemos!

En la lectura bíblica hemos también escuchado unas palabras de Jesús: “No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir”. ¿Qué significa “afanarse”? Es dedicarse con mucha vehemencia o esfuerzo para conseguir algo. Sí, uno tiene que colocar todas sus fuerzas. Pero si lo primero que hicimos fue pedirle al amado Dios y ya hice lo que tenía que hacer, entonces puedo confiar. Porque Dios sabe mejor que nosotros lo que necesitamos. ¡No tengamos dudas!

Uno en la oración le expresa al amado Dios lo que desea, lo que lo que espera, lo que procura, lo que le gustaría alcanzar. Confiémosle aquello que necesitamos, lo que deseamos, lo que esperamos, con la total convicción y confianza de que Él sabe perfectamente qué es lo que nosotros realmente necesitamos.

Preocupación por nuestra salvación

También podría haber alguna preocupación en lo espiritual. Allí recordamos la promesa que tenemos: el Señor viene a buscarnos y queremos estar debidamente preparados. Recordamos también una palabra: “Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia”: ahí debemos colocar la prioridad. Allí debemos enfocarnos. Buscar las cosas de Dios primero.

Y esto no significa que lo demás no importa, o que no tiene valor. Pero cuando Dios está primero en nuestra vida, todo lo demás se orbita perfectamente.

Tres pilares

No siempre es fácil tener un equilibrio. A veces en nuestra vida se desacomodan algunas cosas y perdemos esa estabilidad. El Apóstol Mayor recientemente nos ha dado tres pilares que nos ayudarán a mantener la estabilidad espiritual:
-Jesús me ama: Tanto me ama que entregó su vida en la cruz por mí y lo hizo por amor.
-Jesús es el más fuerte: Tiene todo el poder. Ha vencido al pecado, la muerte y el infierno. Entonces podemos caminar de la mano de Jesús, porque Él nos brinda las fuerzas para avanzar y no hay nada ni nadie que se le pueda interponer.
-Jesús viene otra vez: Cuando las cosas realmente vienen muy difíciles, volvamos a recordar que Cristo viene a buscarnos para nuestra salvación. Cristo es nuestro futuro. Si uno mira hacia el futuro, a veces se presenta con nubarrones, con incertidumbre. “¿Qué ocurrirá?”. Pero qué bueno saber que si miro hacia el futuro, allí está Cristo esperándome.

No perdamos demasiado tiempo en cuestiones que a lo mejor hoy no tienen una fácil respuesta o una explicación. Por ejemplo, la elección que Dios hizo en nosotros para que seamos sus hijos. Eso fue un designio de Dios. No vamos a encontrar la respuesta desde un lugar racional.

Luego, a veces sentimos en nuestra alma el peso del pecado. Uno quizás se siente mal, triste y esto pesa en el corazón. “¿Por qué no habré obrado de otra manera? ¿Por qué no habré dicho lo que tenía que decir o por qué no me habré callado?”.

Dios en cada encuentro ante el altar nos anuncia el perdón de los pecados. Pero, como decíamos al principio, hay algo que tenemos que hacer nosotros. Nuestra parte es el arrepentimiento. Es algo muy personal, saber de qué cosas me tengo que arrepentir, si estoy dispuesto a hacerlo. Entonces, podremos experimentar el alivio, que nos es quitado un peso de encima. No carguemos con el peso del pecado más allá de lo que el Señor nos propone. Tan pronto como podamos, transitemos ese camino del arrepentimiento para que luego las palabras de absolución produzcan en nosotros ese efecto de quedar mucho más “ligeros” y más cerca de Dios.

Y finalmente, animémonos a crecer en el amor de Dios. El amor de Dios no es para guardarlo. Vayamos con ese amor hacia Dios y hacia el prójimo, cumpliendo ese gran mandamiento de amar a Dios y a nuestro prójimo como a nosotros mismos.

GALERÍA
MÁS NOTICIAS

Cristo, en ti confío

Martes 27/02/2024

Jesús nos oye, nos ve y viene hacia nosotros

Sábado 27/01/2024

Seguir a Jesús

Viernes 01/12/2023

JNA Revista Octubre 2023

Sábado 28/10/2023

Revista JNA - Agosto 2023

Sábado 26/08/2023

Revista JNA - Julio 2023

Sábado 22/07/2023
VER TODAS