Lunes 12/04/2021
El Servicio Divino para la juventud de abril fue realizado por el Obispo Fernando Mendá. Lo acompañó en el servir el Primer Pastor Daniel Baranzano.
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Servicio Divino de palabra para la juventud – 10 de abril de 2021
Libertad y límites
Texto bíblico: Génesis 3:10: “Y él respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí”.
Lectura bíblica:Génesis 3:1-13
Mensaje: Cumplamos los mandamientos de Dios.
“Amada juventud, es una gran alegría poder compartir esta hora con cada uno de ustedes. Es bueno saber que el Padre celestial hoy tiene algo especial para decirnos. Conoce nuestra necesidad y por eso ha preparado esta palabra. Que podamos abrir el corazón de par en par y recibirla con confianza y alegría, sabiendo que es una muestra más de su inmenso amor", manifestó el Obispo Mendá al inicio de la hora.
El ser humano quiere ser como Dios
En los primeros capítulos de Génesis encontramos los relatos de la creación. Vemos también que Dios había colocado al ser humano en una importante posición. El hombre y la mujer vivían en plena armonía con el Señor. Tenían a su disposición todo lo que Dios había creado e incluso podían administrarlo.
En esa relación del Creador con la humanidad, no había temor ni recelo. El ser humano era totalmente libre. Sin embargo, dejaron entrar en el corazón el deseo de levantarse frente Dios. La serpiente los engaña y los hace ir en contra del único límite que el Padre les había mencionado, no debían comer del árbol de la ciencia del bien y del mal. Pero ellos lo hicieron.
Este animal astutamente sembró la duda sobre lo que el Creador le había dicho a la pareja, “si comen de ese fruto, serán como dioses”, afirmó el reptil. “¿Qué significa ser como dioses?”, preguntó el Obispo, “no depender de nada ni de nadie. Tener poder absoluto en las decisiones, sin importar las consecuencias”, respondió de inmediato el siervo.
El ser humano se distancia de Dios
“Haber dejado ingresar en el corazón ese sentimiento produjo una ruptura, un distanciamiento con el Creador”, expresó el Obispo. A partir de ese momento los seres humanos tuvieron temor y vergüenza. Se dieron cuenta que estaban desnudos, se escondieron del Padre y buscaron excusas, echando la culpa el uno en el otro.
Todo esto trajo un resultado poco agradable. El pecado se multiplicó. La maldad se esparció sobre la tierra. Esto lo vemos, por ejemplo, en el relato posterior de Caín y Abel.
“El pecado es como ese fango de donde uno quiere salir, pero se hunde cada vez más. Sin embargo, Cristo siempre viene a rescatarnos. Para ello solo pide que podamos confiar en Él”, afirmó el siervo.
Implicaciones de ser pecador
El ser pecadores afecta la interacción con las otras personas. “¿Qué sucede si comenzamos a pensar términos competitivos? Sentimos que Dios nos observa y entonces criticamos al prójimo, le buscamos los errores e intentamos sobresalir delante de él. Esto puede generar envidia y discordia.
“Echarle la culpa a otro es otra implicancia de ser pecador”, dijo el siervo. Siempre hay otro que tiene la culpa por las cosas que a uno le pasa, nos justificamos por nuestros errores y no podemos reconocer nuestro mal obrar.
Otra expresión de este estado pecaminoso es el egoísmo. “Es un amor excesivo por uno mismo, sin importar lo que le suceda a los demás”, explicó el Obispo.
Dios ama a cada uno por lo que somos, Él nos ha creado. No hagamos nada por vanagloria o por querer colocarnos delante de Él como seres especiales. Seamos humildes, estimando a cada hermano y hermana. Entonces así no echaremos culpas ni buscaremos justificarnos delante del Padre por nuestros errores. Jesús, con su sacrificio, recompone nuestra relación con el Señor. “La otra cara de “ser como dioses” es lo que Dios nos ha prometido, compartir su gloria”, expresó el Obispo al finalizar el Servicio Divino.
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