Jesús, la puerta

Lunes 12/04/2021

Jesús es la puerta a la vida eterna: este fue el mensaje central del Servicio Divino de palabra del 11 de abril. Fue realizado por el Apóstol Guillermo Canessa, acompañado por el Obispo Leonardo Berardo. Compartimos un resumen de la prédica.


Para descargar el resumen en formato PDF, hacer clic en: Resumen

Aquí podrán acceder a los extractos en Audio y Video

Servicio Divino de palabra – 11 de abril de 2021

Jesús, la puerta

Texto bíblico:
Juan 10: 7- 8: “Volvió, pues, Jesús a decirles: De cierto, de cierto os digo: Yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que antes de mí vinieron, ladrones son y salteadores; pero no los oyeron las ovejas.”

Mensaje: Jesús es la puerta a la vida eterna.

“Deseamos dar a cada una de nuestras almas una cordial bienvenida delante del altar de
Jesucristo, en la alegría de poder compartir nuevamente una palabra”, expresó el Apóstol al comienzo de su servir.

Esta es una de las palabras de Cristo, conocidas como “Yo soy”, donde Cristo se manifiesta como el Hijo y enviado de Dios, y por tanto, con autoridad divina.
Aquí, Cristo se manifiesta como “la puerta”. Se refiere con ello al medio que nos permite acceder a la vida eterna. Esa es nuestra fe.

Dice el texto: “Yo soy la puerta de las ovejas…”. Aquellas ovejas que oyen su voz lo conocen y lo siguen. Y luego hay una promesa también muy hermosa: si lo seguimos, tendremos la vida
Eterna. De eso se trata nuestra vida espiritual. Jesús es la puerta a la vida eterna. El Señor también ha expresado: “El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará” (Juan 14:23). Llevar a Cristo en el corazón es saber que es la puerta para entrar y salir de ese redil donde las ovejas pueden descansar en paz.

Qué hermoso que a través del reconocimiento, por la fe que Dios nos regala, escuchemos la palabra y sepamos que es la palabra de Cristo, que nos conduce a una eternidad.
Pero hay un solo camino a recorrer y es Jesucristo. En su palabra tenemos que confiar, crecer y desarrollarnos. Porque dice a continuación: “Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos” (versículo 9). Nos hacemos la idea de un pastor con su rebaño, que trabaja de sol a sol por amor, cuida a las ovejas por amor. Ese pastor es Jesucristo. A través de sus siervos, que son herramientas colocadas para servirle a Él y a las almas
El buen pastor es Jesucristo.
Recibimos la palabra y el Señor nos sigue pastoreando, es decir, nos acompaña en todo momento.

Luego dice: “El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir…” (versículo 10). Lo que pretende el “ladrón” es matar nuestra fe, el reconocimiento hacia Cristo. “…yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”. Nos ofrece vida eterna, no una vida limitada.

Cristo entregó su vida en sacrificio por ti y por mí. Podemos ver esa puerta y tenemos la tranquilidad de que ese buen pastor nos acompaña en todos los momentos de nuestra vida, hasta cuando creemos que estamos solos. Ese buen pastor no descansa y nos protege. Así nos tenemos que sentir, más allá de las circunstancias que nos toque vivir.
Entonces seguimos al Señor por donde quiera que vaya, por sus caminos, porque confiamos en Él, con una confianza plena.

Los ladrones y salteadores no entran por la puerta… A veces entran por un pensamiento que tomamos para nuestra vida, a veces por algo que vimos que no nos gustó, a veces por una injusticia que nos hace preguntarnos dónde está dios. Pero en nuestra fe, sabemos que nunca estamos solos. Dios nos llamó para ser su pueblo y llevarnos a vivir una eternidad en gloria. Aquí sobre la tierra tenemos que transitar el camino de la fe, el desarrollo espiritual de nuestra alma

El Señor nos conoce, sabe muy bien lo que necesitamos, no tengamos dudas de esto. “Yo las conozco y me siguen”, dice.
Entonces no nos quedemos en miramientos y pensamientos que nos hacen mal, que nos hacen perder la paz. Como ovejas de Cristo, tengamos la confianza plena en que es el Señor el que
nos conduce y nos guía. Podemos sentirnos dichosos de haber sido elegidos por gracia y de llevar el don del Espíritu Santo. Debemos permitir que crezca en nuestro interior y desarrollar nuestra vida de fe, confiando plenamente, siguiendo al Señor, que nos conduce a la vida eterna, nos lleva como su rebaño al redil, a la paz eterna, a poder estar junto a Dios en una eternidad en gloria.

GALERÍA