Obrar en el sentir de Jesús - Resumen del Servicio Divino

Lunes 12/10/2020

El domingo 11 de octubre, el Servicio Divino fue presidido por el Apóstol Guillermo Canessa, acompañado en el servir por el Evangelista de Distrito Oscar Annoni.


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Servicio Divino de palabra – domingo 11 de octubre de 2020

Tema: Ser cristiano en lo cotidiano: la regla de oro

Título: Obrar en el sentir de Jesús

Texto bíblico: Mateo 7:12: “Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas.”
Mensaje: Tratamos al prójimo como nos trata Jesús.

Una alegría saber que nuestro Padre nos acompaña en el camino y nos va guiando, dándonos una palabra para desarrollar nuestra vida espiritual en la fe que nos regaló.
La palabra de hoy es muy conocida como “la regla de oro”. Es una enseñanza de Cristo tan hermosa y profunda. Entonces no queremos ser indiferentes a ella.
No tenemos que obrar en contra de lo que Dios nos pide y de lo que Dios es. Nos vamos dando cuenta de la forma en que tenemos que obrar y nos vamos dando cuenta de que tenemos mucho para corregir. Como seres humanos estamos ligados al pecado, pero Dios quiere darnos la vida eterna. Entonces se trata de prepararnos para ese día, para poder participar de esa eternidad junto a Dios.
El camino que tenemos que transitar hacia allí debemos recorrerlo tratando al prójimo como nos trata Jesús. No se trata solamente de no hacer mal a los demás. Habla de hacer aquello que nos gustaría que nos hagan.
Todos tenemos errores, por tanto intentamos ser humildes ante Dios, reconociéndolos. No buscamos culpables.
Esta regla ha sido utilizada en muchas culturas, porque es un principio para la convivencia. Cristo toma esta enseñanza para vivir como hijos de Dios.
En esa relación con el prójimo, entonces, seguimos algunas pautas. En primer lugar, el denominado mandamiento del amor (“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo”, Lucas 10:27). Es fundamental para luego cumplir con toda la ley. Entonces queremos medir cuánto amamos a Dios y a Cristo, cuánto reconocemos de lo que Dios ha hecho por nosotros y por la humanidad. Si esto lo creemos y vivimos así, entonces cumplimos con algunas pautas:
-No hacer el mal. Tratamos de no dañar a nadie, de no hacer mal, de no pensar mal. Cristo nos mostró cómo hay que vivir, todas las respuestas las tenemos en su Evangelio. Queremos obrar como Cristo obra con nosotros. Él es nuestra guía.
-No ser indiferentes. Muchas veces los seres humanos tendemos a pensar que “mientras no me pase a mí, está todo bien”. No era así como actuaba el Señor. Buscaba la paz entre quienes lo rodeaban, se acercaba con su palabra y su enseñanza. Dios es un Dios de amor. Con ese amor, queremos entonces superar nuestros pensamientos, nuestra manera de ser y no ser indiferentes ante la situación que le toca vivir a cada uno. No nos alejamos ante el problema del otro. Y también pedimos por los demás en la oración, intercedemos. Pedimos por los demás como pedimos por nosotros mismos. Al interceder, estamos cumpliendo con la voluntad divina. Amamos como nos ama Jesús.
-No excluimos a nadie. El Señor no hizo acepción de personas, se acercaba y enseñaba a todos. Nos acercamos al que está triste, al que se siente diferente, porque Cristo vino a la tierra para salvar a toda la humanidad. Amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos también implica no excluir a nadie. Aceptemos a nuestro prójimo y respetémoslo, tal como es.
-No mentirle a nadie. Cuántas veces nos han mentido o traicionado. Es algo muy triste. Pero el Señor no nos miente nunca. Hace lo que dice y dice lo que hace. ¿Cómo somos? Dios es verdad. Queremos tomar del Señor también esta enseñanza y no mentir. No busquemos caminos alternativos.
-No manipular a nadie. También podemos habernos sentidos manipulados por alguien, pero Dios esto no lo hace. Nos ama desinteresadamente, con un amor pleno. También nosotros hagamos el bien a nuestro prójimo sin segundas intenciones, con respeto y no con especulaciones.
Tratemos al prójimo como nos trata Jesús, con un amor eterno. Compartamos el amor de Dios con el prójimo y su ofrecimiento de salvación, el consuelo y la esperanza que nos brinda.

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