“Personal e intransferible”

Martes 11/08/2020

Este fin de semana nuestros hermanos y hermanas en Uruguay pudieron volver a congregarse en la comunidad para compartir el Servicio Divino en forma presencial. Momentos de mucha alegría y emoción se vivieron en las diferentes iglesias de este país. El día del reencuentro finalmente había llegado.


¿Cómo será?
La circular que se leyó a los hermanos y hermanas al final de la transmisión del Servicio Divino del domingo 26 de julio, llenaba el corazón de gozo y esperanza: “en comunión con los Apóstoles, hemos decidido iniciar los Servicios Divinos presenciales en Uruguay, a partir del fin de semana del 8 y 9 de agosto de 2020”. El minuto posterior a ese anuncio fue el primero de una atenta espera.
La expectativa colmaba los corazones, “¿cómo será volver a vernos?”, pensaban nuestros hermanos y hermanas. Algo era seguro, debería ser sin apretones de manos, sin abrazos y manteniendo la distancia social. Todo estaba detallado en la instrucción difundida por los distintos medios de la Iglesia. Pero lo más importante era: “vamos a estar nuevamente en nuestra casa”, un sentimiento que se reflejaba en los distintos hogares.

Protocolo específico y necesario
La preparación para ir a la comunidad esta vez incluía un paso más, “¡no olvidemos el tapabocas por favor!” Al llegar, el Diácono recibía a los invitados colocando un poco de alcohol en sus manos y les regalaba una gran sonrisa, imposible de simular incluso llevando el barbijo.
Alfombras sanitizantes, bancos señalizados e higiene para manos luego de ofrendar, eran algunos de los cambios que se podían apreciar a simple vista. “Es todo por el bien de nuestra salud”, expresaban. También los carteles en el ingreso indicaban la cantidad máxima que ese día podía concurrir a la iglesia. “Llegué temprano por las dudas”, decía sonriente un hermano.

Grandioso
Como decían aquellas tarjetas de invitación que se recibían para Servicios Divinos especiales, la experiencia de estar congregados nuevamente en la comunidad fue “personal e intransferible”. Aunque muchos extrañaron cantar y escuchar al coro, todos coincidieron que fue algo “grandioso y lleno de emoción”.
“Cuando estaba llegando a la comunidad me recordé de algunos que no podían venir, ya que están dentro de la “población de riesgo”. En ese instante los llamé por teléfono para decirles que estaba ingresando nuevamente a nuestra iglesia y que los llevaba en el corazón. Nos emocionamos hasta las lágrimas”, relata un hermano.
“El estar en la comunidad y reencontrarme con el altar me dio profunda paz”. “Mi mayor emoción fue el instante de la Santa Cena”. “Vivir esa gracia inundó mi corazón de emoción, agradecimiento y alegría. En ese momento busqué incluir, en mis pensamientos, a todos mis hermanos”. Solo algunos de los testimonios de nuestros hermanos y hermanas de Uruguay.

Limpieza inmediata
“Seguir todas las indicaciones del protocolo sanitario no afectó de ninguna manera la solemnidad del Servicio Divino”, destacan los siervos. Una vez concluida la hora, se procedió a la limpieza y desinfección de la comunidad. En esta tarea colaboraron oficiantes, hermanos y hermanas tal como estaba organizado previamente. De esta manera todo quedaba listo para el próximo encuentro.

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