Esenciales

Jueves 16/07/2020

“El amado Dios siempre me acompaña y me da fuerzas para seguir adelante”, expresa Silvia, una de nuestras hermanas en la fe que cada mañana debe recorrer el camino hacia su trabajo. Al igual que ella, muchas personas han recibido un nuevo nombre: “esenciales”. Compartimos aquí experiencias recibidas en este caso de hermanos y hermanas de Buenos Aires (Argentina), que no dejan de sentir esencial su fe.


En el contexto de la pandemia, la vida de muchas personas se ha modificado. Deben seguir protocolos sanitarios, tomar muchos recaudos e incluso a veces acorde a su profesión, arriesgar hasta su salud, por el bien común. Entre ellos se encuentran muchos de nuestros hermanos y hermanas en la fe. Y sin embargo, a pesar de todos estos cambios, su fe se mantiene intacta.
A continuación, compartimos el relato de algunos de ellos, quienes día tras día, colocan su granito de arena para que la sociedad pueda sobrellevar este momento de la mejor manera posible.

En las manos de Dios
“Trabajo como personal esencial ya que me dedico a la reposición externa para una empresa con grandes cadenas de supermercados y mayorista de alimentos. Así es como cada día debo salir a ganarme dignamente el pan”, cuenta Ezequiel, que concurre a la comunidad El Talar Nº 2 (Buenos Aires, Argentina). “Allí he cantado en el coro y en el de juventud también, pasé momentos maravillosos con los jóvenes”, continúa diciendo nuestro hermano.
“Cada día que pasa es un poco más complicado, ya que mi lugar de trabajo puede ser un sitio importante para la circulación del contagio, muchas personas entran y salen a diario. A veces tengo miedo de llevar el virus a casa, porque vivo con mi esposa y mis hijos”, dice. No obstante, no pierde la paz en su corazón y siempre deja todo en manos de Dios, “porque tengo la certeza de que Él me acompaña en todos los momentos”, concluye.

Un enemigo invisible
Gabriela concurre a la comunidad El Talar Nº 1 (Buenos Aires). Su actividad preferida en la Iglesia siempre fue la música, “tenía cuatro años cuando me senté en el coro con mi mamá por primera vez. Hoy sigo cantando, tal como ella lo hacía”, recuerda con emoción.
“Día tras día salgo de casa pensando dónde estará ese enemigo invisible que nos acecha y coloca en riesgo nuestra vida”, dice nuestra hermana, que trabaja como repositora externa en un comercio. A pesar de esto, su mayor preocupación parece estar enfocada en otra cuestión: “lo único que le pido a Dios es no olvidar nunca que el peligro más importante es perder la fe y la confianza en Él”, destaca con convicción.
“Esperanza mía eres tú y yo en ti confío”. Esta frase que forma parte de uno de nuestros himnos sirve de guía para Gabriela, siempre la recuerda. Su Pastor de Escuela Dominical logró grabarla en su corazón y aún hoy permanece vigente.

Amor, cuidado y compasión
“Actualmente formo parte de la unidad de cuidados intensivos de un hospital. Allí constantemente recibimos pacientes que están contagiados con Covid-19 y dengue”, relata Silvia. Ella es otra de nuestras hermanas “esenciales” y concurre a la iglesia San Andrés (Buenos Aires).
“Gracias al amado Dios y a las oraciones de los siervos puedo afrontar esta pandemia con tranquilidad. Muchas veces siento temor o angustia, pero me fortalece saber que desde mi lugar puedo ser una herramienta de amor, cuidado y compasión con el prójimo”, agrega Silvia.
En su lugar de trabajo se suelen vivir días difíciles. “En el hospital podemos llegar a pasar por tristezas demasiado grandes”, dice nuestra hermana. De igual manera es feliz con la profesión que eligió. “El amado Dios siempre me acompaña y me da fuerzas para seguir adelante”, expresa. Además, se siente feliz de poder compartir su jornada de trabajo con otros hermanos en la fe.

¿Una piedra en el camino?
Mariel concurre a la iglesia Villa Domínico (Buenos Aires, Argentina). Ella es odontóloga de profesión. Colabora en varias tareas dentro de la Iglesia, pero junto a las mezzos y en el coro, está su ofrenda preferida. “Algunos tienen el don de la palabra, otros el del testimonio, a mí me gusta cantar y lo hago desde que soy muy joven”, cuenta Mariel, quien además participó del Coro Internacional Virtual, en Pentecostés 2020.
Su vida profesional y espiritual no compiten entre sí. Esto llamó la atención de un medio local, que decidió entrevistarla. Para ella fue una forma de compartir su fe. “Tengo una vida espiritual diaria donde oro y trabajo con el corazón, y una vida familiar doméstica donde trabajo, voy a hacer las compras, cocino y hago lo habitual, como todos”, expresó en ese reportaje.
“Debemos transformar lo que sentimos con la pandemia. Si fuese una piedra de tropiezo en el camino, seamos ingeniosos para pisarla y transformarla en un escalón para impulsarnos hacia adelante”, expresa con sabiduría Mariel.

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