Lo que falta - Riqueza espiritual

Lunes 29/06/2020

En esta ocasión compartimos un resumen del Servicio Divino de palabra transmitido el domingo 28 de junio de 2020. Presidió la hora el Apóstol Herman Ernst junto al Obispo Fernando Mendá, ambos de Uruguay.


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Servicio Divino de palabra – domingo 28 de junio de 2020

Preparación para el Servicio Divino en ayuda para los difuntos

Título: Lo que falta – Riqueza espiritual


Texto bíblico: Filipenses 4:19: “Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús.”.

Mensaje: “Dios siempre ofrece ayuda cuando algo falta”.

Al comienzo de la hora el Apóstol Ernst daba la bienvenida a los hermanos y hermanas que participaban de la transmisión, expresando que “estemos donde estemos, hoy nos reunimos ante el altar”, que no se trata del lugar físico sino del lugar santo por la presencia de Dios.
Desarrollando luego la palabra del día, era explicado el contexto de esta carta enviada a la comunidad de Filipos por el Apóstol Pablo, quien se encontraba prisionero. Allí les agradece por su ayuda y asistencia, porque esta comunidad estaba atenta a la necesidad del Apóstol e intentaban ayudarlo para que el anuncio del Evangelio pudiera seguir adelante. Bajo el mismo sentir, también oraban por él.
Del mismo modo hoy los Apóstoles agradecen a la comunidad de los hijos de Dios. Al igual que Pablo, los Apóstoles en la actualidad tienen el envío de Cristo y la misión de ir hacia todas las personas para enseñarles el Evangelio de Jesucristo, bautizarlas con agua y con el Espíritu Santo, como también ofrecer asistencia espiritual (Catecismo INA, Visión y misión de la Iglesia Nueva Apostólica).
En esa tarea, agradecen a la comunidad por sus oraciones, por cada colaboración en la Obra de Dios, por cada ofrenda, reconociendo lo que significa y que proviene de lo profundo del corazón.
Luego, en su carta, el Apóstol Pablo prosigue con algunas advertencias para la comunidad. En este día entonces Dios nos advierte también a nosotros de algunos peligros, vigentes no solo para quienes estamos en la tierra sino también en el más allá.
-La duda: Muchas veces hay situaciones que nos descolocan: circunstancias por la salud, en lo afectivo, incertidumbre por el sustento cotidiano, y tantas otras. Allí el espíritu de la duda quiere corroer nuestro corazón. Pero que la duda no prevalezca, sino la certeza de que Dios suplirá todo lo que falte. No dudemos de entregar nuestro corazón a Dios, pase lo que pase.
-La insatisfacción: A veces nos parece que si no miramos lo que nos falta estaríamos siendo muy conformistas. Ya el pueblo de Israel comenzó a murmurar por lo que les faltaba. Pero el Señor les mostró en todo momento que estaba con ellos. Así también, una y otra vez, nos muestra que está con nosotros, que nos acompaña, ¡que no nos deja solos! Dejémonos conducir y que podamos sentir en nuestro corazón todas las respuestas.
-La división: Todos somos diferentes. Esto también acontecía en la comunidad de Filipos. Pero lo importante no es lo que nos diferencia sino el punto en común: aquello que amamos. Aprendamos a amar y comprender a nuestro hermano, a nuestra hermana, que siendo distintos también aman a Dios como yo lo amo. Que las diferencias puedan quedar a un lado y que podamos ser uno en Cristo.
Porque sabemos que todo es gracia, que es amor de Dios inmerecido. Aquí y en el más allá. Dios se ocupa de nosotros y dará lo que falte. No siempre nos da todo ni todo sale como lo esperábamos. Pero la bendición está en que nada nos quita el gozo por lo que Dios nos regala para que podamos alcanzar la salvación. Porque de eso se trata: Él nos brinda lo indispensable para la salvación del alma, principalmente en su palabra y en el Sacramento. ¡Apropiémonos de estos tesoros divinos que constituyen la riqueza espiritual!
Por último, que también el Señor nos pueda utilizar como herramientas para ayudar a suplir lo que le falta a nuestro prójimo y que muchos puedan conocer a Cristo, su misericordia, su amor, su paciencia.
Somos los artífices de nuestro futuro. Crezcamos y maduremos en Cristo para alcanzar esa comunión perfecta y eterna con Dios.

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