“Espero con deseo la venida del Señor!" - Entrevista a Juana Maidana (82), de Santa Fe

Martes 16/10/2012

¿Dónde conoció la Obra de Dios y por medio de quién?
Posiblemente haya sido Dios mismo el que me hizo una revelación. En un sueño entré por primera vez en la Iglesia Nueva Apostólica donde las mujeres estaban sentadas en una parte y los varones en otra, en ese entonces era así. Yo conocí la Iglesia en General Rodríguez. El testimonio me lo dio Ramón Mamerto Rollero, mi hermano. Y con él fuimos a la iglesia General Rodríguez, en la provincia de Buenos Aires. Después se enfermó mucho el compañero que yo tenía y tuve que regresar a Santa Fe. Yo lo sentía mucho porque en Santa Fe no había nada de la Iglesia. Entonces le dije al Pastor de General Rodríguez que yo sentía mucho el regresar a Santa Fe, que iba a parecer una oveja perdida en un desierto porque ahí no estaba nuestra Iglesia. Entonces me dijo: “Hermanita, no se aflija, dé testimonio de lo que recibió aquí en General Rodríguez y nosotros cuando usted tenga muchas almas vamos a ir allí y vamos a dar los Servicios Divinos”. Así lo hice, y donde muchas veces tenía enemigos, yo soñaba por las noches que iba, me recibían, me abrían las puertas y yo entraba, daba testimonio y después venían al Oficio. Los primeros Oficios se dieron en la misma casa donde yo vivía. Ya allí se hizo el salón. De ahí fuimos a otra casa de otros hermanos, Sabinos. Después resultó chico, pasamos a alquilar un salón en la calle San Jerónimo. Allí el amado Apóstol dijo que buscáramos un lugar para hacer la Iglesia, se pusieron en campaña y ahora tenemos la Iglesia nosotros. A todos los que encontraba daba testimonio.


¿Qué otra cosa recuerda de aquel tiempo?
Que tomé el Santo Sellamiento en General Rodríguez, con mi querido Enrique, mi hijito. Nos dio el Santo Sellamiento el Apóstol Martón.

¿Y recuerda alguna anécdota o un hecho de fe en particular?
Ahh, sí, ¡tengo hechos de fe! Una vez no tenía para cocinar, yo al hijito mío lo había puesto en un colegio de monjas y me dice: “Mamita, ¿ahora qué vamos a comer? Y le dije: “Dios proveerá, querido. Dios es tan grandioso... Ahora cuando nos vamos para que entres a la escuela, vamos a encontrar plata en el camino”. Bueno, y justamente, miro para un costado y en el cordón encontré la plata que necesitaba para la comida. Y el nene dice: “¡Mamita, ahí está Dios!” (risas). El nene tenía 5 años más o menos. Era el genio de la escuela. Es Pastor hace tiempo.

¿Qué siente al ver el desarrollo de la Obra de Dios aquí?
Una gran emoción. El único deseo tan grande que tengo, y para el Padre celestial no hay nada imposible, es que yo, no te digo que tenga la fortaleza de antes, pero que vuelva a frecuentar la iglesia como lo hacía antes. Yo ahora no lo puedo hacer porque la salud no me responde. Pero pienso que si pongo la fe y voy al médico y hago las cosas que él me dijo, yo pienso que voy a poder ir a la Iglesia como iba antes. Porque ahora me pierdo muchos sermones, muchas palabras de Dios, aunque no cante más porque me quedo sin voz, pero escuchar el coro tan maravilloso que tienen en la Iglesia ahora (porque antes no teníamos voces de varones, ahora sí, está completo, adelantó mucho).

Me alegro de sus sentimientos, no podía ser menos en una hermana como usted. Pero cuando no podemos ir, el amado Dios también está a nuestro lado y envía a los siervos para que nos den la palabra y el Sacramento, que es lo que necesitamos.
Nunca me falta eso, porque ellos siempre están. Ellos me visitan siempre y nunca me han dejado, yo he estado internada y ellos han estado a mi lado.

¿Quiere agregar algo más?
No, que estoy muy agradecida a los amados Apóstoles, a nuestro Dios, nuestro Señor Jesucristo, que espero con deseo la venida de Él también. Que cuando Él venga yo también pueda partir a la eternidad junto a todos mis hermanos en Cristo Jesús. Que es lo que estamos esperando. Y a los hermanos y siervos que nunca me abandonan.

Entrevista realizada por el Anciano de Distrito (e.d.) Guillermo Ellemberg

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