Abriendo caminos en el sur de Argentina - Entrevista al Anciano e.d. Juan Carlos Rodríguez

Lunes 25/06/2012

El Apóstol e.d. Vicente Teti, acompañado por el Evangelista de Distrito Juan Carlos Rapetti, entrevistó al Anciano e.d. Juan Carlos Rodríguez (95), quien ha sido un pionero en el desarrollo de la Obra de Dios en el área sur de Buenos Aires y de Argentina. Compartimos en este espacio el contenido de dicho encuentro.


¿Cómo fueron sus primeros contactos con la Iglesia Nueva Apostólica?
En Punta Alta conocí a Rodolfo Ferber, el que luego fuera el Anciano Ferber. Él ya conocía la doctrina de los Apóstoles. Había entrado a la Marina, en la Escuela de Mecánica de la Armada y yo entré en ese mismo tiempo que él. Estábamos en Río Santiago y la escuadrilla luego pasó a Puerto Belgrano.
Allí, en Puerto Belgrano, en la casa de la familia Lencina, se hicieron las primeras reuniones de nuestra fe. En ese tiempo venía el entonces Anciano Gantner, que posteriormente fue Apóstol. Tenía dos hijos, Federico y Walter, también ellos estaban dentro del trabajo ministerial, entonces hacían visitas periódicas a Punta Alta.
Rodolfo me relató el comienzo de la iglesia en Villa Urquiza, cuando no había Oficios en castellano, hasta que se hizo la comunidad Boca. Ahí ya se empezó a predicar en castellano y en alemán.
Entonces, cuando yo entré a la Escuela de Mecánica, dejé mis estudios (estaba en una escuela de orientación católica, en un instituto que se llamaba Ángel Torcuato de Alvear, en Luján). Yo estaba estudiando Agronomía, me gustaba la materia, pero cuando vinieron de Marina a buscar interesados a entrar, enseguida me anoté. Es decir, renuncié a esa carrera que era para Ingeniero agrónomo y preferí la Marina, porque nos dijeron que íbamos a conocer países, que íbamos a viajar, que íbamos a tener toda la educación, nos explicaron el futuro que había, hasta dónde se podía llegar, los grados que había, las especialidades; yo elegí electricista. Justamente ahí estaba Rodolfo Ferber.
Por entonces yo no tenía ni papá ni mamá, me crié en un asilo de huérfanos, por medio de una institución religiosa que se llamaba los Hermanos Maristas, en Luján. Ahí aprendí muchas cosas y era un creyente firme en cuanto ellos enseñaban de la fe. Yo creía que no había otra cosa porque incluso veía las aptitudes de esa gente, y los hechos de esa gente me confirmaban que ese era el camino de la verdad.
Cuando vinieron a ese instituto a buscar gente que quisiera entrar a la Marina, como yo quería libertad y quería conocer, me anoté, pero no sabía de qué se trataba. Tenía 16 años. Tuve que hacer un tiempo de adaptación para entrar a la Marina. Entonces me preguntaron qué especialidad quería y yo le dije electricista y cuando me anoté justamente estaba como compañero Ferber.

Él me llevo a su casa: me dio su familia, me dio una cama, todo me dio. Pero por sobre todo, me dijo que el camino en el cual yo creía estaba bien, pero después me dijo todo lo que él me ofrecía. Se hacían reuniones en Lanús Oeste cuando iba el Anciano Gantner. Ahí me di cuenta de que había una diferencia con lo que yo creía que estaba bien.

En la Escuela de Mecánica, iban los familiares a visitarnos. Llegó la familia de Ferber, estaba su mamá, su hermana Gertrudis, María Luisa (que estaba casada con el Obispo José Molfino) y me dijeron: “Juan Carlos, estos son de la Iglesia”. A partir de allí Ferber me hizo participar y me llevó a su casa. Estuve un tiempo en la casa de él.

Pero yo tenía la inquietud en mi interior de saber quién era mi mamá y mi papá [biológicos]. Se me ocurrió escribir a la sociedad de beneficencia de la capital que en ese entonces eran los famosos “Alzaga-Unsué”. Era gente que se dedicaba a los chicos huérfanos, como yo.
Cuando pregunté por mi origen a esa institución, me dijeron el nombre y el apellido de mi abuelo y que vivía en Lobería, provincia de Buenos Aires. Entonces fui. Encontré a mi abuelo y le dije: “Yo quiero saber quién es mi mamá y mi papá”. Me dijo: “Mirá, yo tengo conexión con tu mamá, voy a escribirle”. Entonces me puso en conexión con mi mamá. Ella vino y fuimos a la casa de él.
Ella ya tenía esposo y él me recibió. Me fui a Chacarita, en la calle Leiva, y ahí justamente me encontré con que había una comunidad: ¡el que vendría a ser mi padrastro, era el portero y mi madre tocaba el armonio en la comunidad nuevoapostólica de Chacarita! Eso fue en el año 1937. Entonces agradecí al amado Dios de gran manera por el camino maravilloso que me había abierto.

A partir de ahí, ya viví en Chacarita. Las reuniones eran en mi casa, donde estaban mamá y papá. Se hacían las reuniones en un espacio que se preparaba exclusivamente, éramos muy pocos.
Así fui conociendo la Obra paso a paso con aquellos primeros varones que había en la casa del amado Dios. Todavía no existía un Apóstol del país hasta que fue colocado el Apóstol Eduardo Gantner.
Yo había pedido información de cómo se formó la Iglesia en el sur, empezando por Coronel Suárez. Entonces el Apóstol Gantner luego me mandó toda la historia del comienzo de la Obra en ese lugar. Siempre fui “muy preguntón”.

Como decía al principio, cuando yo fui a Punta Alta con la Marina, los buques nuestros estaban en Río Santiago y Ferber estaba en el mismo buque. Los hermanos de Coronel Suárez iban hasta allí y se reunían con la familia Lencina. Sacaban todo el dormitorio y hacían un lugar para estar y se daban los Oficios ahí, en la casa de los Lencina. Me ayudó mucho esta familia.

¿Y hasta ese momento no era siervo?
No, el único siervo era el Apóstol Gantner, que era Anciano en ese entonces. En ese tiempo fui conociendo la Obra, compenetrándome más.
Los siervos de Coronel Suárez iban a Punta Alta cada 15 ó 20 días, hasta que se alquiló un salón en la calle Mitre, en el año 1939-1940. Venían los Gantner, los Forestieri y el papá de Wotzke el que fue el Prelado Wotzke.

¿Cuándo hubo algún siervo en Punta Alta?
Entre los primeros siervos estuvo el Diácono Isidoro Lencina. El primero que vino fue el Apóstol Schlaphoff, que estuvo en Punta Alta, y nos dijo: “Allá en esa ciudad que es tan grande y se llama Bahía Blanca tiene que haber una comunidad”. Porque no había. Iba la hermanita Sarosky, que es la que tocaba el armonio, Sendra, y alguna otra familia más. Éramos dos o tres familias que veníamos de Bahía Blanca y que íbamos a los Servicios Divinos a Punta Alta.

Cuando llegó un tiempo en que yo cumplía los años dentro de Marina para poder irme a mi casa, el Apóstol Martón me dice: “Usted se tiene que radicar en Bahía Blanca”. Yo tenía todo pensado muy distinto. Pero me dije: “Lo voy a hacer porque él lo dijo”. En la casa que compré, en la calle Beruti al 1400 se hicieron las primeras reuniones, allí en mi hogar. Después se pasó a la calle Brown. Venían los siervos de Coronel Suárez y se hacían los Oficios en el garage. Y ahí yo fui tomando bien la palabra.
Pero el que fue el puntal de todo eso fue el Anciano Ferber. Fue el que me abrió las puertas de su casa, de su corazón y de la Obra especialmente. Porque yo veía que él se iba todos los sábados y me dejaba en Lanús con su familia. Yo no sabía adónde se iba. Y resulta que se iba a la iglesia de Villa Urquiza, en ese tiempo integrada por alemanes nada más. Él iba ahí. Y cuando venía me decía: Sí, estuve en la iglesia. ¡Yo creía que se iba a una bailanta, y resulta que iba a la iglesia! Entonces me invitó a conocer la Obra.
Le digo: “Mirá, voy a ir porque sos un amigo, me lo has demostrado y pienso que si vos me lo decís es porque realmente es así, porque conozco tus aptitudes”, más o menos una cosa así le he dicho. Me basé en lo que él era, para creer en lo que me decía. Me tomé de su palabra. Y eso me ayudó a entrar en la Iglesia. A comprender todo. Después fuimos amigos, familiares para siempre.

Me ayudó siempre Ferber, la madre. José Molfino mismo, que estaba de novio con María Luisa, en ese tiempo venía y me explicaba sobre la Obra. Donde yo estaba no era malo, pero esto era lo correcto. Porque hay cosas buenas pero tienen un límite. Pero esto donde nosotros estamos es ilimitado.
Así conocí la Obra en ese lugar. Cuánto uno tiene que agradecer cuando recuerda ese tiempo de niño, cuánta gracia tuve también.
Este fue el desarrollo en prácticamente toda la Patagonia argentina. Desde Mar del Plata hasta Ushuaia.

El desarrollo de la Patagonia tiene una constante: almas y siervos que de Bahía Blanca o Punta Alta llegaban, en gran parte por la Marina y también por el desarrollo laboral que después se iba dando.
Hubo mucha ayuda, donde iba siempre me abrían las puertas, también en Bariloche, [el Pastor] Cheminade me dio su casa para quedarme.

Usted nos envió un artículo de la revista donde se había publicado una comunidad en Osorno, en el año 1945. Nosotros cuando empezamos a trabajar en Osorno creíamos que éramos los “pioneros”, pero ahí había habido un Pastor y con los años descubrí una foto de una visita del Apóstol Gantner a Osorno en 1948.
Sí, y luego la Iglesia me dio una gran responsabilidad: comprar todos los terrenos donde se podía formar una comunidad en todo el sur. En todos estos lugares, estuve junto a los hermanos y la ayuda del amado Dios, también haciendo todas las funciones administrativas en la adquisición de terrenos. La Iglesia me abrió mucho los ojos y el corazón sobre todo. ¡Cuánto tengo que agradecer!

También desde Punta Alta se dieron los comienzos de Mar del Plata. El Pastor Lencina, de Punta Alta, fue uno de los pioneros en Mar del Plata.
Ahí empezó la Obra en Mar del Plata, antes no existía. Él ayudó mucho.

¿Usted viajaba mucho, con el Anciano Ferber?
Sí, sí, muchos viajes hice.

¿Qué comunidades atendía aquí en Punta Alta?
El Anciano Ferber atendía Punta Alta, Dorrego, Tres Arroyos, Monte Hermoso. Y de aquí, de Bahía Blanca empezamos a expandirnos hasta el sur.

¿El Prelado Wotzke pertenecía al mismo distrito?
Evangelista de Distrito Rapetti: Él estaba en Coronel Suárez, era Prelado y tenía a cargo los dos distritos. Bahía Blanca y Punta Alta siempre fueron distritos separados. Punta Alta estaba a cargo del Anciano Ferber y Bahía Blanca, del Anciano Rodríguez. El Anciano tenía las comunidades de Bahía Blanca, Médanos en un primer momento y después se empezó a expandir, primero hacia Trelew. A los pocos años, de la línea de Trelew fueron saliendo Puerto Madryn, Comodoro Rivadavia, y también la parte sur: Ushuaia primero, Río Gallegos y Río Grande después. Luego de ahí Punta Arenas y paralelamente se empezó a trabajar en Cipolletti y después Bariloche. Y de ahí surgieron las otras comunidades.
Otra área que se empezó a atender fue La Pampa. Santa Rosa se atendió desde acá, con siervos de Bahía Blanca. Prácticamente hasta el año 1993, cuando se subdividieron los distritos de la Patagonia.
Algunos quedaron a cargo del Obispo Amoruso (la parte de Trelew y Comodoro Rivadavia) y el entonces Evangelista de Distrito Granja, hoy Ayudante Apóstol de Distrito, quedó a cargo de la parte sur: Río Gallegos, Ushuaia y Río Grande, y de la zona de Bariloche, con Neuquén y Cipolletti. Después fueron desarrollándose como distritos aparte.
El actual Apóstol Bianchi fue el Evangelista de Distrito de Bariloche, y el Evangelista Martínez, que todavía está. Y la parte de Ushuaia mucho tiempo estuvo a cargo del Primer Pastor Delgado hasta que se fue a Rosario.
Pero todo surgió de Bahía y de Punta Alta.

Gracias a Dios un hermoso desarrollo.
Anciano de Distrito Rodríguez: Sí, acá en el sur tuvo muy buen desarrollo, siempre fuimos muy bien recibidos. He tenido muchos “aprendices” también, en esos viajes. ¡Cómo el amado Dios abre caminos cuando uno pone todo en las manos de Él! Pero después uno tiene que hacer todo lo que Dios le manifiesta. Es algo recíproco, la fe y la bendición. El amado Dios me ayudó muchísimo en todo sentido.

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