¡No renuncies, no abandones!

Martes 20/03/2018

El día 19 de marzo se cumplió la esperada visita del Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider a la ciudad de Rosario, provincia de Santa Fe (Argentina). Participaron en total 1.954 asistentes tanto de las comunidades que conforman el distrito y sus alrededores, como algunos otros hermanos y hermanas de diferentes puntos del país que desearon estar presentes.


La ciudad de Rosario es una de las principales del país, ubicada a unos 300 km de la capital Buenos Aires y reconocida, entre otras cosas, por el Monumento la Bandera Nacional, que se levanta como uno de los principales atractivos de esta bella ciudad portuaria sobre el río Paraná.
Allí llegó el Apóstol Mayor el día domingo 18 de marzo al anochecer, acompañado por los Apóstoles de Distrito Leonard Kolb (EE.UU.), John Kriel (Africa del Sur), Raúl Montes de Oca (Brasil y Bolivia) y el Ayudante Apóstol de Distrito John Fendt (EE.UU.), junto al Apóstol de Distrito Enrique Minio como anfitrión y los Apóstoles de Argentina y Uruguay.
Al llegar a la ciudad, en una de nuestras iglesias los esperaban unos 150 niños y jóvenes para darles una festiva bienvenida con sus vestimentas y banderas que representaban las nacionalidades de los visitantes, interpretando algunas canciones que alegraron el corazón de todos. Hasta los más mínimos detalles fueron tenidos en cuenta para que todo se desarrollara de una manera ordenada, pero cálida y festiva a la vez.
El lunes tuvo lugar el Servicio Divino en un centro de convenciones. Un día inusual para la mayoría, sin embargo habían viajado desde distintos puntos de Rosario y alrededores, también de otras ciudades del país, con la mayor alegría. Un coro de distrito de 278 voces se conformó especialmente para la ocasión. Cada ensayo (realizado en forma parcial, por zonas) “fue una fiesta en sí misma”, como contaban los organizadores.
Para esta oportunidad el Apóstol Mayor tomó la palabra de Números 14:24: “Pero a mi siervo Caleb, por cuanto hubo en él otro espíritu, y decidió ir en pos de mí, yo le meteré en la tierra donde entró, y su descendencia la tendrá en posesión”.
En alusión a ello, el Apóstol Mayor recordó en el contexto de la cita bíblica la posición de Josué y Caleb, que a pesar de las dificultades que representaba entrar a la tierra prometida, tenían fe en Dios de poder hacerlo. Pero debieron transcurrir cuarenta años para ello. La recompensa no fue inmediata… Y para ingresar finalmente, fue necesario volver a luchar.
“Aún tienes batallas personales que luchar, nos dice el amado Dios”, así expresó el Apóstol Mayor. Puede ser que tengamos una nueva carga que llevar, una enfermedad o que suframos una injusticia. Y nos preguntamos por qué. El Señor nos dice: sí, es una batalla especial que tú debes llevar.
¿Y qué batallas debemos librar? Abandonar los propios pensamientos acerca de cómo debería obrar Dios, cómo debería ser la evolución de la Iglesia; tal vez una batalla personal es también cuando llega el momento del perdón, o cuando nos pide que sirvamos todavía un poco más. Y pide justamente a los fieles un poco más.
Pero Él nos dice: “¡No renuncies, no abandones!”. Así como lo hizo con Caleb, también a nosotros nos ha asistido todo este tiempo. ¡Él cumple sus promesas! Nunca nos pedirá algo imposible. Con Dios, venceremos.
Participaron asimismo del servir los Apóstoles de Distrito Kolb, Montes de Oca y Kriel.
Finalizado el Servicio Divino y luego del cántico final, mientras los siervos se descongregaban, el coro entonaba bellamente el himno “Yo quiero andar la senda…”. El Apóstol Mayor detuvo su paso para escucharlo junto a sus acompañantes, sumando un instante de emoción y un maravilloso cierre a su visita al país.

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