Colocar a Dios como primero en el corazón

Martes 02/02/2016

El domingo 31 de enero, el Apóstol Guillermo Canessa ofició en la iglesia Lanús N° 1, en la zona sur del Gran Buenos Aires. Le acompañaron el Obispo Pablo Basso, competente en el área, y siervos del distrito.


La iglesia Lanús N° 1 guarda una rica historia en los fieles nuevoapóstolicos de la zona. Se trata de una comunidad fundada hace más de 80 años. Para este domingo, se veía hermosamente adornada por las manos de hermanos y hermanas, así como totalmente colmada, con 232 presentes que aguardaban con gran expectativa la visita de su Apóstol.
El Obispo Pablo Basso, junto al Anciano de Distrito José Minniti, el Evangelista de Distrito Omar Kouyoumdjian, siervos de distrito y de la comunidad, acompañaron al Apóstol Canessa quien basó su servir en la palabra de un Oficio del Apóstol Mayor, bajo el texto de 1 Juan 4: 1 y 4: “Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo… Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo.”
“Dios le concede la victoria a quienes lo colocan en primer lugar en su corazón”, mencionó el Apóstol, centrando este concepto como el sentir a transmitir ese día. Asimismo expresó que el Príncipe de este mundo quiso tentar hasta a Jesús, quien a pesar de tener la potestad para no sufrir, aceptó la voluntad de su Padre. Nosotros, luchamos permanentemente con nuestras situaciones de la vida, pero Dios nos quiere llevar a una eternidad en gloria. En vistas hacia esa meta, el Apóstol invitaba a reflexionar sobre el perdón, aun por quienes nos someten a una injusticia, y a "probar los espíritus”, es decir, rechazar aquello que no hace bien a nuestra alma. “Si trae tristeza, ¿puede provenir de Dios?”, profundizaba el Apóstol. “¡De Él viene la alegría, la esperanza!”.
También colaboraron en el altar el Obispo y el Anciano de Distrito. Asimismo fueron invitados a compartir una palabra el Diácono Horacio Guzmán y el Pastor Alfredo Laurito, quienes pasarían a descanso ministerial ese mismo día. Fue un emotivo acto para la comunidad, también para el Apóstol, tal como él expresó, ya que en estos actos se trata de “hombres de fe” por todo lo que han podido servir en la Obra de Dios: “Esto queda anotado en el libro de la vida; la alegría que han colocado en cada alma es algo que nadie puede borrar. ¡Y de Dios viene la recompensa!”, concluía.
Finalizado el Servicio Divino, el Apóstol junto a los siervos, incluidos el Pastor y el Diácono mencionados, pudieron saludar personalmente a la comunidad. Mientras, el coro y el conjunto instrumental que habían enmarcado tan hermosamente el encuentro, acompañaban con sus bellas melodías.

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