Cristo vive y también a nosotros nos quiere dar la vida eterna

Lunes 10/04/2023

Este domingo, el Servicio Divino de palabra fue realizado por el Apóstol Pablo Basso. Estuvo acompañado en el servir por el Pastor Mauro Pollio.


Podemos acceder a un extracto de la palabra haciendo clic en:
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En el texto, que es como un discurso de despedida del Señor, se hace mención del Espíritu Santo que Cristo iba a enviar para que aquellos que eran sus seguidores no se sientan solos, para que pudiera consolarlos, fortalecerlos y recordarles todas las cosas que Él les había dicho. Pero también con esta palabra anunciaba lo que estaba por delante: su muerte.
Allí dice que el mundo no le vería más. Ese “mundo” representaba a aquellos que aún no creían en Él. Por eso es tan importante para nosotros creer. Y en este día de Pascua, tener esta certeza en nuestro corazón y en nuestra alma: Cristo vive y quiere regalarnos también a nosotros la posibilidad de una vida eterna.
Muchos en ese tiempo no creían y para ellos estos acontecimientos se transformaron en una derrota rotunda, porque aquel que era el Señor y Rey estaba en la cruz. Pensaron que ya no podía obrar; que la doctrina de Jesús había sido una utopía, no una realidad. En cambio, para aquellos que creían en el Señor, en la Resurrección quedó visible que nada, ni el pecado ni la muerte, podía impedir la comunión de Jesús con su Padre. La muerte quizás puso un punto final a una vida sobre esta tierra, pero no pudo quitar la vida divina.
¡Cuán hermoso es para nosotros hoy reconocer que no hay nada ni nadie que pueda detener el poder salvífico del Señor! Nuestro Padre Celestial nos ha regalado la fe, y en ese creer entonces ya no hay una derrota, sino una victoria sobre el mal y la muerte.
Los que creyeron en ese tiempo pudieron experimentar que el Señor se les acercó para consolarlos, reconfortarlos, enseñarles, también para darles un envío y compartir con ellos distintos momentos. Ese era el Señor, que primero se acercó a las mujeres, luego a los discípulos camino a Emaús, a sus discípulos y, según una expresión del Apóstol Pablo, finalmente más de quinientos pudieron presenciar también y tener encuentros con el Resucitado.
Hoy sentimos la presencia de ese Cristo vivo, que nos quiere regalar vida eterna y que nos pide creer. Es algo que quisiéramos experimentar en nuestra alma, sabiendo que nada ni nadie nos puede separar del Señor si nosotros tomamos la decisión de seguirlo, de vivir en Cristo. De esto se trata nuestra fe en este tiempo: sentir que Cristo vive, que se hace presente y se manifiesta. Y es el Espíritu Santo quien una y otra vez nos revela la naturaleza del Señor y viene hacia nosotros. Pero nosotros tenemos que creer en su promesa, en su plan de redención y salvación, esperando el cumplimiento de la promesa.
Cuando nos decidimos, nada nos puede separar del amor de Dios, de ese vínculo con Cristo. Y cuán distinto es tomar una decisión cuando se conoce el final de la historia. Más allá de lo que nos toque atravesar en nuestra vida, queremos decidirnos por el Señor.
El Apóstol Mayor en este último tiempo ha mencionado que una y otra vez viene el Señor a nosotros, y nos dice “Te amo”. Qué hermoso si podemos percibir el amor del Señor. Tenemos que hacer la experiencia de sentir la presencia y cercanía de Dios y del Resucitado. ¿Y cómo lo hacemos? Cuando dejamos que sea el Espíritu Santo el que gobierne nuestra vida, nuestros sentimientos.
También es el Señor el que nos invita a sentarnos a la mesa para darnos fuerzas, experimentar la comunión y recibir fuerzas. Nos sentimos plenos y amados por el Señor. Esto es maravilloso y así avanzamos a la meta.
Esta fiesta de Pascua nos muestra un horizonte y un futuro. Hace un tiempo, el Apóstol Mayor mencionó: “Para la humanidad el futuro no es un callejón sin salida”. ¿Y por qué es esto? Justamente por lo que celebramos hoy: Cristo vive y quiere regalarle a la humanidad y a cada una de nuestras almas la oportunidad de vivir una vida eterna.

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