Lunes 21/06/2021
El Servicio Divino de palabra del domingo 20 de junio de 2021 fue presidido por el Apóstol Claudio González, acompañado en el servir por el Obispo Pablo Basso.
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Servicio Divino de palabra – 20 de junio de 2021
La Iglesia es una
Texto bíblico: Juan 17: 20-21: “Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste.”
Mensaje: Aspiramos a la unidad en la Iglesia de Cristo.
“Nuevamente la gracia de Dios nos permite estar frente al altar; nuevamente podemos escuchar lo que el espíritu nos quiere decir”, expresaba el Apóstol al comienzo de la hora.
“Mantengamos vivo el fuego del espíritu en el altar, porque ese fuego nos da luz. Y no solamente ilumina nuestro corazón sino nuestro camino, y nos da calor. Siempre nos va a
mostrar su amor”, expresaba a continuación y refiriéndose a los Servicios Divinos de palabra, agregaba: “Allí donde estemos, debemos vincularnos en la oración entrañable a Dios”.
La palabra para este día forma parte de lo que se conoce como la oración pontifical o la oración
sacerdotal de Jesús. Es la oración que Él hace unos instantes antes de salir y ser detenido para luego morir en la cruz.
Jesús invitó a sus discípulos a una cena. Él sabía que había llegado su hora y entonces deja como una especie de “testamento”. Una de las cosas que hace, por ejemplo, es lavarles los pies a sus discípulos, dejando un ejemplo de cómo debemos servirnos unos a otros: con humildad. También anuncia que lo van a traicionar y que va a enviar al Espíritu Santo. Estaba dejando su testamento de todo lo que iba a pasar y les da a sus discípulos indicaciones de como él quería que vivieran el servicio a Dios.
El tema fundamental esa noche era la redención. Y finaliza esta noche con la oración sacerdotal. Allí ruega por sus discípulos, por sus Apóstoles, oró por todos nosotros: “Mas no ruego solamente por estos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos”. Los Apóstoles nos traen el Evangelio vivo y puro de Jesucristo, el eje fundamental de nuestra Iglesia.
Jesús también ora por la unidad: “…para que todos sean uno”. Y no se refiere a una uniformidad externa. Se trata de tener el mismo sentimiento hacia Dios en el corazón, ser uno
en el vínculo de la fe, en el amor y la oración. Cada uno con su don puede servir a Dios de la mejor manera. Jesús ruega que nuestra unidad sea igual que la suya con el Padre.
“Para que el mundo crea que tú me enviaste”: una misión, muy contundente. El mundo va a creer en Jesús en base a nuestra unidad, a nuestra comunión de espíritu, de corazón, en mi vínculo con el Apóstol de Distrito, con el Pastor, con mi familia, con todos aquellos que amo.
En Juan, capítulo 13, versículo 34, nos dejó un nuevo mandamiento: “Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros”.
El Señor crea entonces su Iglesia, sabiendo que el cristianismo que se empezaría a formar
Incluiría a personas diferentes, con diferentes culturas y características. Jesús sabía que no podía haber una uniformidad. Pero la Iglesia de Cristo es una, está conformada por todos aquellos bautizados en nombre de la Trinidad, a la cual pertenecemos porque nosotros
también fuimos bautizados en nombre de esa Trinidad.
La Iglesia es una porque hay un solo Dios Creador, Redentor y Salvador, un solo Dios que nos conforta y que nos lleva a toda verdad. La cristiandad es una en ese reconocimiento a un único Dios. Somos uno a través de la fe.
También podemos ser uno con otras personas a partir del mismo reconocimiento, de la misma fe. Somos uno en la oración y el servirnos unos a otros, como el Señor sirvió. Cuando amamos, mostramos quiénes somos.
Somos uno en llevar el Evangelio. Y todos somos necesitados de la gracia. Nos vinculamos también en el perdón. Y somos uno en la meta de nuestra fe, en el deseo de alcanzar la terminación y una eternidad junto a Dios.
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