Jesús nos alienta

Lunes 22/02/2021

Compartimos un resumen de la prédica del Servicio Divino del domingo 21 de febrero, realizado por el Apóstol Claudio González junto al Anciano de Distrito Alejandro Caracciolo.


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También podrán acceder al extracto en Audio y Video

Servicio Divino de palabra – 21 de febrero de 2021

Jesús nos alienta

Texto bíblico: Lucas 7: 13-15: "Y cuando el Señor la vio, se compadeció de ella, y le dijo: No llores. Y acercándose, tocó el féretro; y los que lo llevaban se detuvieron. Y dijo: Joven, a ti te digo, levántate. Entonces se incorporó el que había muerto, y comenzó a hablar. Y lo dio a su madre."

Mensaje: Jesús nos saca de la desesperación y nos alienta.

Todos los que hoy estamos escuchando el sermón, todos los que lo podrán hacer en forma presencial necesitamos del Señor porque no podríamos hacer absolutamente nada para nuestra redención sin su elección, sin su gracia, sin su amor. Es Dios el que se acerca al ser humano.
La fe nos acerca a Dios.
Necesitamos del Señor en todo momento, en cada etapa de la vida, pero fundamentalmente en este tiempo, porque estamos en un tiempo de pandemia, el aislamiento todavía sigue, hay cosas
que no podemos realizar. Entonces es bueno que podamos quedar vinculados con el Señor en
una entrañable oración, sabiendo que de allí extraemos fuerzas

Este texto se enmarca en el momento en que Jesús vuelve a la vida al joven de Naín.
Jesús, acompañado por una multitud, llega en el momento justo. Allí salía un cortejo fúnebre, en dirección opuesta y muchas personas que lo acompañaban. Vemos la desgracia de una mujer madre, pero también viuda. Tenía solo a ese hijo varón. En ese entonces, en estas condiciones quedaba totalmente indefensa ante la vida y cuando Jesús la vio, se compadeció de ella.

Se detiene, observa y se conmueve, se compadece de ella. Jesús muestra lo que para Él es el prójimo. Está hablando de sí mismo, de como Él ve. Cuando miramos algo y nos mueve a misericordia, algo tenemos que hacer. El Señor nos quiere alentar a que hagamos algo, porque muchas personas le ruegan a Dios y Él las puede ayudar a través de las personas, a través nuestro. Ahí es donde entra nuestra misión de llevar el Evangelio a todos.

Le dice a la mujer que no llore. A veces uno llora por un sentimiento de impotencia, cuando hay algo que nos supera y deja de estar en nuestras manos, o por la imposibilidad de ayudar. Pero un hijo de Dios no llora por impotencia, porque siempre hay algo que podemos hacer, que es nuestra oración.
El señor le dice “no llores”, pero no le está quitando la respuesta ante ese hecho tan dramático, sino que le está diciendo: “Yo estoy contigo”.

Jesús se acerca y toda la multitud permanece en silencio. No saben qué va a hacer. Era Dios el que estaba allí. Entonces le dice: “Joven, a ti te digo, levántate”.
Allí se estaba inaugurando lo que después iba a ser el eje de su Evangelio: ser el Señor de la vida y de la muerte. Estaba manifestando su poder.
El joven se levanta, lo dio a su madre, “y todos tuvieron miedo, y glorificaban a Dios, diciendo: Un gran profeta se ha levantado entre nosotros; y: Dios ha visitado a su pueblo” (versículo 16).
Alabamos el nombre de Dios porque entendemos que Dios se hace presente en nosotros.

El Señor le dice al joven que se levante y hoy nuestro Apóstol Mayor nos pide que estemos de pie. Cuando uno se cae, a veces se puede levantar solo. Pero otras veces se necesita ayuda.
Me pregunté si muchas veces no estará muriendo en nosotros el pedido de ayuda cuando nos
pasa algo, cuando nos caemos. Tenemos a quién recurrir, por supuesto en la oración pero también visiblemente queremos acercamos a alguien, tenemos que pedir ayuda. Y si creemos que por alguna razón no la podremos encontrar, entonces hoy el Señor quiere tocar nuestro corazón, para que reviva eso y aprendamos que nos podemos caer, pero que Él nos extiende su
mano. Es el Señor el que nos mira, el que se conmueve y el que se va a acercar a nosotros, para tocar eso que “se murió”, para traerlo a la vida.

Por eso hoy nos pide algo muy importante y es que luchemos contra la desesperanza, que estemos firmes y de pie, que nos podamos levantar y también que podamos ser una ayuda para otros. A veces la ayuda será mirando, compadeciéndonos, teniendo misericordia cuando vemos una necesidad. Y qué hermoso si nos acercamos y tocamos lo profundo del corazón con una palabra, con un hecho divino, con una experiencia de fe. Porque cuando tocamos el corazón, las cosas vuelven a la vida.

Dios nos sostendrá. Hoy Jesús me está alentando, me está diciendo no solamente lo que tengo que escuchar sino lo que tengo que hacer, a través de la misión que tengo de llevar el Evangelio a todos. Y si dejamos que Él nos mire, sin ocultarnos, se va a acercar con una palabra, con un hecho, se va a acercar a través de alguien y nos va a decir lo que necesitamos saber.

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