"La fe puesta a prueba"

Lunes 28/12/2020

El último Servicio Divino de palabra del año 2020 fue oficiado por el Apóstol Jorge Franco, acompañado en el servir por el Evangelista de Distrito Adrián Bolotra. Compartimos un resumen de la prédica.


Para descargar este resumen en formato pdf, por favor hacer clic en: Resumen
También podrán acceder aquí a los extractos en: Audio y Video .

Servicio Divino de palabra – 27 de diciembre de 2020

Fin de Año

La fe puesta a prueba

Texto bíblico:
1 Pedro 1:6-7: “En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo.”

Mensaje: En las pruebas, Dios fortalece nuestra fe.

Este es también un Servicio Divino con un contenido espiritual muy profundo. Son pensamientos de nuestro Apóstol Mayor.
Llegamos al último Servicio Divino de este año. El 2020 está cargado de tantas experiencias, tantas situaciones, tantos hechos, que no hace falta aclarar. Un año muy particular. Pero no tenemos dudas de que ha sido también un año bajo la gracia de Dios, donde las circunstancias y situaciones humanas (que nadie hubiese imaginado) no alteran lo que Dios tiene previsto para su pueblo.

Tal vez en nuestra vida -más allá de la pandemia- muchas cosas han cambiado, en lo familiar, en la relación social, en lo laboral. Seguramente muchas reflexiones asimismo hemos tenido a nivel de nuestra vida de fe. Entonces el Apóstol Mayor, frente a esto coloca nuevamente una seguridad, la cual entendemos y nos sumamos: Dios no cambió nada de su parte. No cambió su gracia, no cambió su amor, su deseo de salvación. Todo lo que está previsto desde el principio, no se canceló. No cambió su plan. Estamos en la espera del retorno de Cristo y seguimos preparando nuestra alma hacia ese día.

La casa de Dios, la Iglesia de Cristo, representada en cada uno de sus hijos, obra de una manera muy especial, muy profunda. En este tiempo se despertaron muchísimos dones. Todo fue tratar y querer hacer algo, para servir a Dios y a sus hijos. Y esto se logró. Algunas circunstancias no pudieron ser impedidas, pero estuvo el consuelo de Dios y el amor de los hermanos y hermanas.

Yendo a nuestro texto bíblico, Pedro hablaba a los expatriados, aquellos que habían sido dispersados, pero que seguían con su fe. Entonces los exhorta.
En aquella época y hoy la palabra nos despierta, nos apoya. Dice allí, para una “herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros” (1 Pedro 1:4). Nos alegramos por ello y tratamos de mantenerlo vivo. Es esa llama, esa promesa, es ese futuro al que solo se puede acceder con fe. Somos guardados por el poder de Dios mediante la fe.

Todo encaja en el plan de salvación. No hay ninguna improvisación por parte de Dios.

Y dice el texto: “…si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas.” Podríamos preguntarnos: ¿es necesario? Quien tiene la real dimensión de esto, es Dios. Todo pasa por su amor.
Dios no quiere que suframos. Es el mal de este tiempo el que nos hace sufrir. Dios permite, mide.
Nunca va a permitir algo más pesado de lo que nosotros podamos llevar. Y en esto tenemos muchas experiencias.

No es la primera vez que nos toca alguna circunstancia, alguna lucha, alguna prueba. Y si miramos hacia atrás, cuando los conflictos quieren mostrarnos que “todo se perdió” (como dice el himno), sin embargo, Dios se mostró y a pesar de la circunstancia pudimos creer, comprender, orar más. Pudimos aprender y darnos cuenta de que, en lo más álgido de la circunstancia, es donde Dios está más cerca. Recordaba la palabra que Jesús, cuando le dijo a Pedro: “Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo; pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte (Lucas 22:31-32).

Y aquí está el mensaje del Servicio Divino de hoy: En las pruebas, Dios fortalece nuestra fe.
Si bien podríamos decir, como lo dijo Jesús en su momento: “Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa…” pero que sea hecha tu voluntad (Mateo 26:39). Porque todo lo que Dios permite es para bien de sus hijos, conforme el propósito por el cual fuimos llamados (Romanos 8:28).

Nuestro Padre nos comprende aún en nuestras dudas, pero cuando “es necesario” aparece y nos ayuda. Cuando el pueblo era guiado por el desierto, en un momento Dios permitió que tuvieran sed. Moisés siguió sus indicaciones y brotó agua de la peña.

En este año 2020, temporalmente no hemos podido participar de la Santa Cena. Tal vez hemos pensado: “Ahora, ¿cómo voy a hacer?” Esto lo permitió Dios y Él sabe todas las cosas.
Solamente quedó la palabra y el perdón. El Apóstol Mayor habló de las “migajas” pero seguramente, de acuerdo con nuestra situación espiritual o nuestra situación de fe, cada migaja se ha constituido en un gran manjar por la necesidad que teníamos. Porque es una “migaja” del verdadero pan de vida.

El Apóstol Pedro compara nuestra fe con el oro. Es mucho más preciosa que el oro, porque simplemente nos permite ingresar a las cosas de Dios. Ver lo que con nuestros ojos no vemos. Es una realidad de los hijos de Dios: amamos a Dios sin verlo. Entonces, quedamos confiados y terminamos este año, a pesar de todo, alabando, agradeciendo y estando cerca de Dios.
Esto no quita la tristeza por el que se fue. Dios todo lo comprende y nos abraza. Porque es como el oro que se purifica y necesita de ese fuego.

Queremos terminar este año con toda esa seguridad y comenzar un año nuevo, esperando que sea el año del retorno de Cristo, que se cumpla la promesa, que es lo que estamos esperando. Esto no interfiere en que tener nuestros deseos y proyectos. Pero si viene el Señor, acá estamos, preparados todos.

Seguramente del año próximo se habla mucho; todos estamos expuestos a tantas consideraciones, quizás muchas incertidumbres. En cambio, nosotros, como hijos de Dios, cuando miramos hacia el futuro, que no lo conocemos (como nadie lo sabe), colocamos nuestra confianza y nos inclinamos en las manos de Dios, porque confiamos en Él.

GALERÍA