Oír la palabra de Dios

Jueves 29/10/2020

En el mes de marzo fuimos invitados a colaborar en una tarea para que ningún fiel quedara sin recibir el contenido de los Servicios Divinos: acercar la palabra por medio de llamados telefónicos.


Ayudemos desde casa
Esta fue la consigna. En un breve video, el Apóstol Jorge Franco (Argentina) explicaba la iniciativa y su objetivo principal: Llevar la palabra de Dios. Ahora han pasado algunos meses y tenemos varias experiencias de hermanos y hermanas que se dedicaron a esta hermosa ofrenda de amor.

Brasil: ¡Nos hace bien!
“A mediados de marzo, parece que el tiempo se detuvo… Fue un momento difícil, de reorganizar la rutina, el trabajo, los vínculos, las tareas domésticas, entre tantas otras cosas”. Así comienza el relato enviado por Karin y Egon, de la iglesia Bosque da Saúde (San Pablo, Brasil). Cuentan que al principio los preocupó pensar en cómo accederían a los Servicios Divinos aquellas personas sin acceso a Internet, en especial se recordaron de una hermana de su comunidad. Entonces pusieron manos a la obra. ¿El resultado? ¡También a ellos les hizo muy bien!

Chile: Algo que se vive y se siente
“Lo que más disfruto es poder escuchar a los hermanos, sentir sus experiencias, su confianza. Conocer su alegría al saber que estamos atentos, preocupados por cada uno. Vivir y experimentar esa conexión que nos hace estar cerca uno del otro”. Estas son palabras de Leandro, de la iglesia Marín (Chile), quien al final de su relato expresa: “Servir a Dios y compartir con mis hermanos en la fe es algo maravilloso que no se puede solo escribir o describir: se vive y se siente.”

Simplemente, una tarea de amor
También en los demás países que componen nuestra Iglesia regional varios siervos, hermanos y hermanas de diferentes edades se han dedicado con amor a esta actividad.
Por ejemplo el Pastor Calixto y la hermana María (ambos de la iglesia Villa Bolívar, en Bolivia). Esta hermana cuenta: “Mi deseo es siempre colaborar (…) Dios me utiliza como una herramienta y yo lo disfruto mucho”. En Uruguay, la experiencia es similar. Silvana pertenece a la iglesia Villa Montero. Disfruta mucho de esta colaboración: “Verdaderamente es conmovedor”, manifiesta agradecida a Dios por permitirle realizar esta tarea.
“Hacemos de cuenta que llegamos juntas a la iglesia y nos sentamos en el mismo banco”, explica con alegría Catalina (iglesia Mar del Plata 3, Argentina). “Cuando termina el Oficio, verificamos si anotamos bien los textos y comentamos parte de la palabra recibida, lo que más impactó en nuestras almas. La mayor experiencia que ambas vivimos es el gozo que inunda nuestros corazones después de escuchar la palabra”.

El artículo completo se puede leer en la edición N°4 de la revista Community (octubre 2020), disponible en la sección Multimedia de este sitio web o bien haciendo clic en: bit.ly/Community_Oct2020

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