Enaltecer a Dios - Resumen del Servicio Divino

Domingo 18/10/2020

El domingo 18 de octubre, el Servicio Divino de palabra fue presidido por el Apóstol Claudio González, acompañado en el servir por el Evangelista de Distrito José Luis Navarro.


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Servicio Divino de palabra – domingo 18 de octubre de 2020

Tema: Ser cristiano en lo cotidiano: Alabanza

Título: Enaltecer a Dios

Texto bíblico: Éxodo 15:2: “Jehová es mi fortaleza y mi cántico, y ha sido mi salvación. Este es mi Dios, y lo alabaré; Dios de mi padre, y lo enalteceré.”

Mensaje: Adoramos a Dios y anunciamos su grandeza.

El Espíritu Santo nos va llevando hacia la imagen de Cristo. Por eso cada Servicio Divino tiene un peso especial en nuestra vida. Y lo fundamental es que la palabra vaya haciendo ese efecto de eternidad que nuestra alma necesita.
Uno de los puntos esenciales es la alabanza a Dios. De esto nos habla el texto de hoy, que es un himno cantado por el pueblo israelita al cruzar el Mar Rojo.
La alabanza está dirigida a uno solo: a Dios. Este himno, que finalizó con una danza e instrumentos musicales, lo cantaron porque estaban felices. Cuando uno alaba a Dios, es una expresión de nuestro amor y gratitud a Él. Todo está dirigido al Señor.
Al salir de Egipto, el camino más directo hacia la tierra prometida parecía ser el que bordeaba el Mar Mediterráneo. Pero el Señor los lleva por el camino menos transitado (comparar con Éxodo 13). Los lleva por el desierto. Entonces allí, al no tener referencias, tenían que mirar siempre a Dios. Una columna de nube y una de fuego los guiaba durante el día y la noche.
Por ese camino menos pensado, en un momento quedan frente al mar. Detrás, los egipcios los estaban persiguiendo con carros y armas. Entonces los israelitas se rinden, empiezan a quejarse ante Moisés diciendo que estaban mejor antes. No encontraban la salida. Pero la columna que antes iba por delante, ahora se colocó detrás. Y Dios les abrió un camino que no existía, el cual no solo los salvó de los egipcios sino que también los condujo a la tierra prometida. Solamente Dios podía abrir ese camino.
Esto demuestra que el hombre, en estas situaciones es muy débil. El Señor es nuestra fortaleza. Necesitamos de su gracia y perdón. Entonces, cuando Él es nuestra fortaleza, todo es posible. Porque ya no confiamos en nuestra propia mano. En algunas situaciones no vemos el amparo de Dios. Pero Él se colocó detrás, para protegernos de aquello que intenta herirnos. Aunque no lo veamos, el Señor siempre está cerca de nosotros. Aunque no lo veamos, Dios está abriendo un camino.
Al igual que el pueblo de Israel, hemos salido de la esclavitud del pecado por el sacrificio de Cristo y vamos por un camino que nos conduce al Padre, a la patria celestial. También nosotros podemos alabar a Dios de diferentes maneras. Lo alabamos:
-asistiendo al Servicio Divino y ofrendando nuestro corazón en ese encuentro. Porque Dios ve el corazón y nada le queda oculto.
-conduciéndonos correctamente: nuestra vida debe ser un himno de alabanza a Dios. Alabamos a Dios a través de nuestro obrar.
-con nuestro agradecimiento y nuestras ofrendas.
-perdonando y arrepintiéndonos.
-tomando en serio la palabra de Dios,
trabajando en nuestra alma para ir llegando a la madurez espiritual.
-amándolo de todo nuestro corazón, de toda nuestra alma, de toda nuestra mente. Porque es nuestro Padre. Hacemos todo por amor a Dios.
Hoy también Dios nos pide que vayamos por el camino menos transitado: el del perdón, el del amor. Pero no es un camino desierto. Dios está con nosotros y nos conduce; nos bendice, nos enseña, nos ama, nos perdona. Queremos alabarlo y agradecerle cada día. ¡Que nuestra vida sea un canto de alabanza a Dios!

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