El reino de Dios - Resumen del Servicio Divino

Lunes 14/09/2020

El Servicio Divino dominical del 13 de septiembre fue oficiado por el Apóstol Claudio González. Colaboró en el servir el Anciano de Distrito Javier Ávalos. Compartimos un resumen y extractos de la prédica.


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Servicio Divino de palabra – domingo 13 de septiembre de 2020

Tema:
Padre Nuestro: el reino de Dios

Título: El reino de Dios

Texto bíblico:
parte de Mateo 6: 10: “Venga tu reino.”

Mensaje: Esperamos el reino de Dios que vendrá.

Es una hermosa alegría tener un encuentro más y es una oportunidad donde el Señor nos quiere vestir con sus dones, regalar su gracia y su bendición. Una vez más, estamos frente a su palabra y el texto de hoy está en el Padre Nuestro. Es la segunda petición, que dice: “Venga tu reino”.
Jesús dice tanto con tan pocas palabras… Esta petición habla de que esperamos el reino que vendrá, el cumplimiento de la promesa. Nuestra oración se refiere a ese futuro. Nuestra fe y nuestra esperanza viva están colocados allí, es nuestro objetivo espiritual.
También hace alusión al reino de paz, a ese instante posterior en que el diablo será atado por un largo tiempo y el Evangelio podrá ser llevado sin restricciones a toda alma. Luego hay una etapa más, que es finalmente la nueva creación.
El reino de los cielos vino a la tierra en Jesús. En ese reino, encontramos maravillas porque nos mostró que Dios es nuestro Padre, porque entregó su vida por nosotros y nos dejó al Espíritu Santo para seguir conociendo a Dios.
Las características de ese reino deben estar en nuestro corazón y en nuestras comunidades:
-El amor: Es una característica esencial del reino de Dios. Jesús en su amor cargó con nuestros pecados a través de su sacrificio. El amor debe estar en nosotros y en nuestras comunidades para superar cualquier conflicto y diferencia. Ese amor está en nosotros a partir del don del Espíritu Santo. Con ese amor queremos llevar el testimonio vivo a todos. Y también en ese amor comprendemos que a los que a Dios aman, todas las cosas ayudan a bien.
-La humildad: Queremos “ser pobres en espíritu” (Mateo 5: 3), es decir, reconocernos necesitados de la gracia de Dios, de su perdón, de su misericordia. Esa necesidad nos hace presentarnos humildes ante Dios. La humildad también debe ser una característica fuerte en nuestro corazón y en la comunidad.
-El perdón: Cristo vino a reconciliarnos con Dios a través del perdón. ¿Cómo está el perdón en nuestro corazón y en la comunidad? Tenemos que dar el primer paso del perdón. La medida el Señor la dejó en nuestras manos: nos perdona como nosotros perdonamos. Es una maravillosa y gran tarea. Cuando la hacemos con vocación, nos convierte en bienaventurados.
-La paz: Jesús fue llamado Príncipe de Paz (Isaías 9: 6). A través del amor y del perdón, tenemos paz. “No como el mundo la da”, dijo el Señor (Juan 14:27). Es un regalo y fruto divino. Esa paz se manifiesta cuando somos pacificadores. “Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios”, dice en Mateo 5: 9. Esto a veces tiene un costo alto, porque necesitamos no tener prejuicios, necesitamos comprender al otro, a veces implica que seamos malinterpretados, otras veces fracasaremos en el intento. Pero hagamos la prueba de pacificar siempre. Tenemos que ser una comunidad que vive, enseña y brinda paz. Rogando y esforzándonos por ser como Cristo.
-La verdad: Jesús dijo también: “Yo soy la verdad” (Juan 14: 6). Es verdad que Dios nos perdona, que Jesús se sacrificó por nosotros, que ascendió al cielo y que volverá a venir. Y nos dejó el Espíritu de verdad para hacernos conocer todas las cosas. La verdad del Señor es la que nos hace libres. Queremos ser libres en Cristo. Cuando dejamos el corazón abierto a esa verdad, nos liberamos de pensamientos. Entonces la falsedad y la mentira ya no tienen cabida.
Este es el reino que vino a nosotros en Cristo y es el reino que vendrá. Allí esto será pleno. Viviremos junto a Dios las maravillas que hoy la fe nos puede mostrar.
Cuando en cada decisión y situación colocamos a Dios primero en nuestro corazón, sentimos su acompañamiento. Y como Dios es justo, podemos confiar en Él. Que el Señor pueda reinar sobre nuestros pensamientos y nuestra vida. Y que nuestra necesidad sea la búsqueda constante de la palabra, de la gracia y de la bendición de Dios.

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