Por amor a Dios y a su Obra

Jueves 03/09/2020

En el contexto mundial de pandemia que nos toca vivir, muchos usos y costumbres tuvieron que adaptarse a la nueva coyuntura, sin tener la certeza de cuándo retornaremos a la “normalidad”. Algunas de las actividades en nuestra Iglesia no han quedado al margen de esta situación y han tenido que adecuarse para poder continuar cumpliendo su principal objetivo.


“La asistencia espiritual tiene el objetivo de ayudar a los creyentes para estar preparados para el retorno de Cristo. Los asistentes espirituales acompañan a los confiados en las más diferentes situaciones de la vida.”?Así dice el Catecismo de la Iglesia Nueva Apostólica (ítem 12.4)

¿Y cómo es posible en el contexto actual, cuando esta asistencia tiene forma de una visita al hogar de los hermanos y hermanas? Aun así, esta tarea continúa vigente y activa a través de los medios de comunicación disponibles. Y se viven maravillosas experiencias de fe.

De la misma manera
“Nos preparamos como si fuera una visita de asistencia espiritual en el hogar”, coinciden los siervos. Pero ¿qué significa esto? “Lo primero que hacemos es pedirle a Dios que nos asista y ayude a poder preparar el alma y el corazón”, expresa Luis, un Pastor de nuestra Iglesia. “Al igual que en una visita presencial, vestimos saco y corbata. Además, siempre tenemos una Biblia a mano, en caso de que surja la lectura de algún texto”, cuenta el Pastor Hugo.
Teléfono celular o computadora mediante, el diálogo con el hermano, la joven, el abuelo o la familia, es lo fundamental. “Queremos siempre escucharnos y colocar una palabra que nos pueda acercar”, explica Juan José, uno de nuestros siervos. “Y rogando a Dios que por nuestra boca prestada puedan ser vertidas las palabras necesarias, ni una más, ni una menos”, dice el Evangelista de Distrito Claudio.
Hoy, la única opción que existe para recibir una visita de asistencia espiritual en nuestro hogar es a través de la tecnología. “Es por ello que este método es realmente beneficioso. Usándolo con el debido reconocimiento y cuidado”, expresa uno de nuestros Obispos.

Video-encuentro
“En la mayoría de los casos se ha aceptado con mucha alegría, entendiendo la preocupación del Pastor para que nadie quede sin atención espiritual”, dice Claudio. “Hubo niños que dijeron `nos visita Dios por el celular`. ¡Cuánta fe y reconocimiento hay en ellos, es algo maravilloso!”, destaca Rubén.
“Es una experiencia totalmente distinta. Nos permite concentrarnos con facilidad en lo más importante: lo espiritual. A los pocos instantes nos olvidamos de la pantalla que nos separa y estamos todos alrededor de una misma mesa, donde Dios nos sirve y está junto a nosotros”, subraya Leonardo.

Algo se extraña...
Las nuevas formas de comunicación son un sostén en este “mientras tanto”. No obstante, faltan esos detalles que forman parte de nuestro vínculo. “Lo que más extraño es la charla con mi Pastor o con el Diácono, mientras emprendemos el camino al hogar. Es una charla de amigos en Cristo”, expresa con nostalgia uno de los Pastores.
“Es difícil reemplazar el vernos cara a cara, un saludo o abrazo al llegar o al despedirnos, arrodillarnos juntos a orar”, cuenta un Obispo. “El poder mirar a los ojos en la cercanía y extenderle la mano al hermano, realmente extraño todo”, comparte sus sentimientos el Pastor Hugo.

Manteniendo la comunión
Siervos, hermanos y hermanas dan lo mejor de sí para mantener la unión. La comunidad se trasladó momentáneamente a otro ámbito, pero no ha dejado de ser.
“Esto fue algo totalmente nuevo e impensado, un volver a empezar”, expresa el Pastor Juan José. “Amamos a Dios y su Obra y es por ello que vamos a utilizar siempre todos los medios a nuestro alcance para continuar unidos”, afirma el Pastor Hugo.
La pandemia ha hecho emerger situaciones impensadas. La respuesta inmediata fue confiar en nuestro Padre celestial. “Donde veíamos una debilidad, ahora percibimos potencialidades. Orientados por el Espíritu Santo hemos encontrado salidas y soluciones”, apunta Rubén, Pastor en una de las comunidades del Gran Buenos Aires.
“Seguimos rogamos al amado Dios para que pronto podamos reunirnos en su casa junto al altar de manera presencial, y compartir palabra, perdón y Sacramento en una hermosa comunión con el altar y con la comunidad”, expresa Claudio.

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