"El efecto salvífico de los Sacramentos" - Resumen del Servicio Divino

Lunes 17/08/2020

El Servicio Divino de palabra del domingo 16 de agosto de 2020 lo presidió el Apóstol de Distrito Enrique Minio, acompañado en el servir por el Obispo Fernando Altare. Compartimos aquí un resumen, extractos en audio y video.


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Servicio Divino de palabra – domingo 16 de agosto de 2020

Tema
: Valores angulares del Evangelio: los Sacramentos

Título: El efecto salvífico de los Sacramentos

Texto bíblico:
Parte de 1 Juan 5:7-8: “Porque (...) tres son los que dan testimonio en la tierra: el Espíritu, el agua y la sangre; y estos tres concuerdan.”.

Mensaje: Los Sacramentos tienen su origen en Cristo y conducen a la salvación en Dios.

En sus primeras palabras, el Apóstol de Distrito expresaba que esta carta de Juan es especial. Había pasado poco tiempo desde que Cristo les había dado el envío a los Apóstoles y en las comunidades se habían levantado algunos pensamientos sobre sus enseñanzas. Entonces Juan intenta brindar claridad. En este pasaje, se focaliza en los conceptos del “Espíritu, el agua y la sangre”.
En el versículo 7 dice: “Porque tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo; y estos tres son uno”.
Juan aquí deja las bases para los Sacramentos que hoy tenemos en nuestra Iglesia. Los conocemos, son parte de nuestra vida, pero hoy queremos reflexionar qué importancia les damos y qué implican estos Sacramentos instituidos por Cristo en nuestra vida.
Los Sacramentos son la manifestación de la gracia y el amor de Dios para con nosotros.
-“Agua”: Hace referencia al Bautismo. Es el primer paso, que nos libra del pecado original y deja abierto el camino para la cercanía con Dios. Somos parte del nuevo pacto, de la Iglesia de Cristo. De nuestra parte, nos toca pensar en el camino que recorremos siguiendo a Cristo cada día.
-“Espíritu”: Se refiere al Santo Sellamiento, donde por imposición de manos de un Apóstol recibimos el don del Espíritu Santo. Con ello, recibimos el don del poder, del amor, del dominio propio, fundamentos para alcanzar las virtudes divinas y frutos del Espíritu Santo (Gal 5:22). Tenemos que darle lugar, para que se desarrolle en nuestra vida. Recibimos también la filiación divina, la posibilidad de ser herederos del reino de Dios junto con Cristo. Otra puerta abierta para mirar hacia el día del cumplimiento de la promesa, proponiéndonos ser parte de esas primicias que ansían el retorno de Cristo y ser parte de la Obra redentora.
-“Sangre”: es la Santa Cena. Algo que tanto anhelamos en estos momentos, la comunión con Cristo, tener parte en su vida. Miramos también al momento en que tendremos la comunión plena, en las bodas del Cordero. Es una cena de conmemoración: en memoria de Cristo, de lo que hizo y nos dejó. Es una cena de confesión: confesamos su vida, muerte, resurrección y su retorno. Es una cena de comunión: del Señor con cada uno y entre nosotros mismos, buscando ser uno en Cristo. Y es una cena que mira hacia el futuro, hacia el gran día del retorno del Señor. ¡Queremos valorar todo esto en nuestro corazón!
Asimismo, los Sacramentos tienen una parte visible y una invisible. Cada Sacramento está compuestos por el signo, que es aquello que vemos. El contenido es aquello que no vemos y que da desarrollo a nuestra vida interior, a nuestra fe. También hay un transmisor, es aquel que lo brinda. Y un receptor, aquel que, con su fe lo acepta.
En el Bautismo, estos elementos son: el agua (parte visible) y el lavado del pecado original (parte invisible). La palabra del siervo, del transmisor, vincula ambas partes. Pero para que tenga lugar y efecto en nuestra vida, es necesaria y fundamental nuestra fe.
En el Santo Sellamiento, son la imposición de manos del Apóstol (parte visible) y a través de la palabra entonces se vincula con la recepción del don del Espíritu Santo (parte invisible). A partir de nuestra fe, al aceptar este Sacramento recibimos el poder del Espíritu para que puedan desarrollarse las virtudes divinas.
En la Santa Cena, al pan y vino (parte visible), por la palabra del siervo que la consagra, se agregan el cuerpo y sangre de Cristo (parte invisible). Quien la recibe, con su fe, puede tener comunión con Cristo, con su esencia y recibir sus fuerzas.
Queremos esforzarnos cada día por darles el valor que tienen. Queremos darles lugar en nuestra vida para que pueda desarrollarse en nosotros la imagen de Cristo. Esto nos asegurará, colocando fe en ello, alcanzar el día del cumplimiento de la promesa como dignos. Anhelamos encontrarnos con aquellos que nos antecedieron, que también tienen parte en estos Sacramentos. Oremos unos por otros, para seguir transitando este camino ayudándonos y también llevando el testimonio a quienes nos rodean. Los Sacramentos tienen fundamento en Cristo y son para la salvación de nuestra alma. Vienen de Cristo ¡y nos llevan a Él!

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