Servicio Divino de palabra - Ser santos

Martes 16/06/2020

El domingo 14 de junio de 2020 el Servicio Divino de palabra fue oficiado por el Apóstol de Distrito Enrique Minio para toda la Iglesia Sud América. Colaboró en el servir el Obispo Mario Morales. Compartimos un resumen de la prédica


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Servicio Divino de palabra – domingo 14 de junio de 2020

Tema:
La Obra de Dios: santidad

Título: Ser santos

Texto bíblico: 1 Pedro 1:15-16: “Sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo”.

Mensaje: “La Iglesia de Cristo y sus miembros deben llevar la impronta de la santidad de Dios”.

Este año el Apóstol Mayor nos dio el lema “Cristo nos hace libres”. Vinculado a esto, nos dejó tres tareas: anunciar el Evangelio, trabajar en la unidad y desarrollar en nosotros la nueva criatura espiritual.
Sabemos que Dios nunca nos va a dar una tarea sin darnos las herramientas necesarias.
En los últimos Servicios Divinos nos habló de la oración, de su asistencia y de la importancia del trino Dios. El Servicio Divino de hoy llega con la palabra “Ser santos”.

Nuestra tarea: ser santos
La primera pregunta que nos surge es cómo hacemos para ser santos.
En el texto bíblico que hemos leído tenemos la primera ayuda: “…como aquel que nos llamó”. Dios es santo: Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. Cristo, con su naturaleza divina y su naturaleza humana, nos mostró el camino. Por eso es nuestro modelo.
Cristo dejó el envío en los Apóstoles de llevar el Evangelio. Y fundó su Iglesia, que también es santa. La Iglesia visible y sus Apóstoles tienen errores, porque está compuesta por seres humanos. Pero la parte invisible de la Iglesia, que nos brinda el camino a la salvación en los Sacramentos y en la palabra del Evangelio, permanece santa.

Dios nos ha regalado la posibilidad de ser parte de la Iglesia de Cristo y nos da una tarea: ser santos en nuestra manera de vivir.
Para esto tenemos que:
-Estar apartados de todo aquello que va en contra de la voluntad de Dios. El Servicio Divino comienza ya antes cuando preparamos el corazón para ese momento, cuando oramos previamente. Esa parte nos corresponde a nosotros.
-Renunciar al mal.
-Seguir el camino del Evangelio
-Sobreponernos a todas las preocupaciones
: ocurre cuando damos prioridad a la eterna comunión con el Padre. Es un camino que nos permite vivir en paz, ver lo grande en su grandeza y lo pequeño en su pequeñez.

Todo esto implica alcanzar la imagen de Cristo: significa pensar, hablar y actuar como Cristo lo haría. Merece un esfuerzo y una dedicación. Nos toca a nosotros decidirnos por esa santidad.

Pero Dios dejó todos los elementos para alcanzarlo. Incluso tenemos la oración de Cristo (En Juan 17: 19-20, dice: “Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad. Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos”).
En nuestra vida cotidiana Dios nos da la hermosa posibilidad de participar del Servicio Divino donde nos va mostrando cuáles son los pasos para alcanzar esta santidad. Nos va mostrando nuestras deficiencias pero de una manera muy amorosa y nos indica lo que tenemos que cambiar progresivamente para estar más cerca de Él. Porque no alcanza con oír, comprender y aceptar la palabra: hace falta obrarla. Queremos entonces decidirnos a obrar la palabra de Dios para ser como Cristo.

El Apóstol Pedro es el ejemplo del cambio. No se detuvo ante sus propios errores, ante lo que no había hecho bien. Y cuando escuchaba la palabra del Señor, la tomaba. Pudo reconocer lo que tenía que cambiar. Muchas veces Cristo le llamó la atención y en ningún momento Pedro se rebeló ante lo que le decía.
Es lo mismo que Dios hace con nosotros en el Servicio Divino. No se trata solo de conocer nuestros errores sino de reconocerlos, es decir, hacernos responsables de ellos ante Dios con la decisión: ¡quiero cambiar! Allí Dios nos da la oportunidad de comenzar de nuevo y lo que no pude lograr antes, lo puedo volver a intentar. Nos da todas las herramientas en la palabra, en la enseñanza, en los momentos de reflexión.
Dios nos llama nuevamente, nos invita a volver al altar y santificarnos, a proponernos tratar de cambiar.

Nos muestra todo su amor, porque no nos deja solos, nos ayuda. Cuando trabajemos el camino de la nueva criatura, trabajaremos también el camino de la unidad y nuestra propia vida será imagen del Evangelio.
Como mencionara el Apóstol Mayor en el Servicio Divino de Pentecostés, en este tiempo cambiaron muchos de nuestros planes, pero no cambiaron los planes de Dios. Ahora tenemos que cambiar nosotros, nuestra actitud. Aquellas deficiencias que hayamos visto, que podamos dejarlas a los pies del altar para recibir el perdón y la posibilidad de comenzar nuevamente.

Ser santos es la invitación que Dios nos hace en este día. Un hermoso desafío. ¡Que cada uno de nosotros pueda decidirse por el Señor!

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