En auto, en moto o a pie: por el noreste brasilero

Domingo 10/11/2019

Durante el fin de semana del 10 y 11 de noviembre, el Apóstol Herman Ernst visitó tres comunidades del estado de Río Grande do Norte. Lo hizo acompañado por el Obispo Genival.


Las tres iglesias que recibirían la visita del Apóstol se habían preparado especialmente. Se trata de Senador Eloi de Souza, Capoeiras y Assentamento Potengi. La visita de un Apóstol se vivió con mucho entusiasmo.
“Tal vez en algún momento podamos llegar a tener la necesidad de algo material, no obstante, Dios siempre va a bendecir nuestra ofrenda y sacrificio, dándonos siempre todo lo necesario para alcanzar la salvación”, expresaba el Apóstol durante su servir en Capoeiras.
Finalizado el Servicio Divino la comunidad pudo saludar a los siervos. Los niños rápidamente formaron una fila y estrecharon la mano del Apóstol, quien los despedía con una gran sonrisa.

Automóvil, motocicleta y caminata
Esos fueron los principales medios de transporte que los hermanos de Assentamento Potengi utilizaron para llegar a la comunidad en esa tarde de noviembre. Allí los esperaban el Apóstol y el Obispo para compartir un Servicio Divino que trataría sobre la conocida “regla de oro”. Consiste en hacer las cosas como nos gustaría que los demás las hicieran con nosotros. “Este concepto -explicaba el Apóstol- se encuentra en la mayoría de las culturas. Pero Jesús le otorga una dimensión diferente, ya que la asocia con la ley de Moisés”. Luego agregó que “por amor a Dios queremos no solo agradarle sino también amar a nuestro prójimo, velando por aquellos que sufren indiferencia, discriminación o exclusión. Tal como Cristo lo hizo, nosotros también queremos ser de ayuda para ellos”.

Velar por nuestra salvación
Otra de las comunidades visitadas fue Senador Eloi de Souza. Las bellas melodías interpretadas con cuerdas y teclado hicieron que la jornada fuera aún más emotiva y sensible al corazón de los invitados.
La prédica se basó en el pasaje bíblico de Génesis 2: 15: “Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase”. Al principio el Apóstol exhortó a que cada uno pudiera cuidar el lugar que Dios le regaló como hogar. Dios es el creador de nuestra salvación y nos convoca a trabajar con su palabra y ponerla en práctica. Trabajar en nosotros mismos para amar a nuestro prójimo y “velar por nuestra redención, tomando decisiones con sabiduría para que nunca pongan en peligro nuestra vida de fe”.
Así, en cada comunidad se vivió una hermosa fiesta que seguramente quedará grabada en el corazón de los hermanos y hermanas que pudieron participar.

GALERÍA