Entrevista al Pastor Dirigente Roberto Rivero

Viernes 26/03/2010

Después de activar durante aproximadamente catorce años como Pastor dirigente en la iglesia José León Suárez, Roberto Oscar Rivero pasó a descanso el 28 de febrero de 2010. Activó como portador de ministerio durante casi cincuenta años.


¡Con ganas de seguir usando la corbata y el traje negro!

-¿Es nuevoapostólico de nacimiento o conoció la Obra de joven/adulto?
Conocí la Obra de joven y gracias a mi novia, hasta hoy mi compañera fiel, mi esposa, con la cual recibí la bendición de bodas de oroantes de pasar a descanso. Comencé a concurrir a la iglesia a los dieciséis años.

-¿En qué comunidades activó?
En el año 1958 comencé a activar en un hogar, una comuna en formación, como oficiante. Allí concurrían almas de Villa Adelina, Villa Ballester y Carapachay. Durante cuatro años pertenecí a otra comuna en formación, Olivos, trabajando ya con el ministerio de Subdiácono, donde asistían veintiséis almas de Munro y Martínez. Me enviaron a la nueva capilla de Villa Ballester que se estaba por inaugurar, en este lugar faltaban hermanos ayudantes, allí activé diez años. Fui designado como Diácono y colaboré en la iglesia de José León Suárez, luego a José C. Paz y Del Viso. Al poco tiempo recibí el ministerio de Pastor en la comunidad de José León Suárez. También activé en Grandbourg.

-¿En cuál de todos los ministerios se sintió más cómodo?
En el ministerio de Pastor. Sentí alegría por poder perdonar los pecados, poder bautizar, Algo hermoso que me tocó vivir, ya Desde diácono conocía mis dones… el regalo más hermoso que me obsequió el amado Dios.

-¿Alguna experiencia de fe que pueda compartir?
Como Diácono tuve la gracia de acompañar a un Pastor a un hogar en el cual se vivía mucha tristeza porque una beba estaba por morir. Los médicos decían que no había esperanzas ya. El abuelo de esta beba era Pastor y la bautizó de emergencia. Mi bendecidor luego de dar fuerzas a la familia me dio lugar para brindar unas palabras también. A través de mis pensamientos le rogaba a nuestro Padre que me diera las palabras correctas para reconfortar a esos corazones. Simplemente de mi boca salió: “¿Ustedes creen que el amado Dios nos envió a nosotros dos, al Pastor y a mí?... De parte de nuestro Padre yo te digo que tu hija no va a morir”. Cuando salimos con mi bendecidor de ese hogar, éste me dijo: “Querido … ahora hay que sostener esa palabra, eso que Dios colocó en tus labios y orar de rodillas”. Esa palabra se cumplió, la pequeña creció y actualmente recibimos la noticia de que esta hermanita ya tiene nietos.

Otra experiencia de fe que puedo compartir junto a ustedes:
Fue en una pequeña comuna, en la última estación del ferrocarril Belgrano. Antes pasaba un tren cada dos o tres horas…si lo perdía no tenía la posibilidad de llegar. Un lugar tan alejado... las almas iban caminando, en bicicleta o en “sulky” a la iglesia. Dios me permitió ver mi primer milagro como Pastor en este sitio: un niño enfermo en un hogar materialmente muy humilde. Recuerdo que junto a un Pastor como acompañante caminamos muchísimo para arribar a ese hogar; la madre lloraba desconsoladamente y me dijo que había podido llevar al niño al hospital, los médicos le recetaron remedios, pero que ella no tenía dinero para comprarlos. Su marido trabajaba en las afueras de Buenos Aires y ese fin de semana no había cobrado como para que pudiera comprar esos medicamentos tan necesarios para su pequeño hijo. Lo primero que hicimos con el Pastor fue tocarnos los bolsillos, yo sólo tenía las monedas para regresar a mi propio hogar. Entonces me acordé de un pasaje de la Biblia. “Levántate y anda”, le contestamos junto a mi acompañante: lo que podemos hacer ahora es ir al cielo en oración. Nos arrodillamos los tres alrededor de la cuna, con una oración que salía del alma y “tocamos el cielo”. La hermana quedó tranquila y le dije: ahora quien va a activar es el amado Dios, Él es el único. Oré toda la semana, y el domingo, a la mitad del Servicio Divino llegó esta hermana. Me desconcentré por la preocupación y le rogué a Dios que me diera las fuerzas para continuar con el Oficio. Al finalizar, pude hablar con la madre del niño y me dijo: ¡Dios ha obrado! Una vez que nosotros nos habíamos retirado de su hogar, de haber hecho la oración pidiendo por la salud de su hijo, ella se dirigió hasta el pueblo, y le pidió “fiado” al farmacéutico los medicamentos, que ni bien consiguiera el dinero le abonaría por ellos. Pero este empleado se negó. Al salir de la farmacia, a la vuelta de la esquina, ¡en esa vereda encontró un paquete con los medicamentos que tanto necesitaba! Esto es algo maravilloso que vivió mi corazón. Humanamente uno no encuentra explicación, ¡sólo es un milagro de Dios!

-¿En cuál de todos los ministerios activó por más tiempo?
Como Pastor dirigente, siete años en José C. Paz y catorce en José León Suárez. He pasado por muchísimas situaciones en todas las comunidades en las que Dios me ha permitido activar. También permitió que me sentara a dar testimonio en un cajón de cerveza y en un sillón de pana. Pude notar los extremos. Nuestro mayor sacrificio es ser fiel, que no es nada fácil.

-¿Tuvo alguna vez, en su época de activar, el deseo de abandonar su ministerio?
No, nunca. Fue algo que le pedí siempre a mi esposa, que me ayudara a servir a Dios. Estoy en la Iglesia por mi esposa, gracias a ella, desde que comenzamos a ser novios. Antes de salir con ella, sólo llegaba hasta la esquina de la iglesia. Me peleé con ella por un mes durante el noviazgo pero regresé a la Obra y nos casamos.

-¿Tiene alguna idea para reactivar a los miembros que no concurren?
¡¡Sí!! No dejar de visitar hogares nunca. Ser hermano pero también ser amigo, ganar los corazones con simpatía, llorar juntos, reír juntos y arrodillarnos a orar juntos. Ganar el corazón. ¡Ya estoy en descanso, pero aún con ganas de seguir trabajando fervientemente para nuestro Señor, con deseos de colocarme la corbata y el traje negro de vuelta!

-¿Percibió en su activar como Pastor dirigente algún cambio en la comunidad, a través del tiempo?
En José León Suárez, mi última actividad, no sé… los tiempos en los que vivimos tan acelerados, la preocupación siempre presente, se han roto familias... Antes se venía de la mano a la Iglesia, los padres tomaban de la mano a sus hijos. Falta inculcar. Muchos cambios observé. El amado Apóstol de Distrito Batista instaló un cambio asombroso en la juventud, el le colocó el fuego como nunca tuvo. Hoy en día estamos tan lejos y tan cerca a la vez...

-Cincuenta años de casados, bodas de oro… ¿Hijos?... ¿Nietos?
Una hija y un hijo, dos nietos. ¡Felices! Uno es feliz cuando aprende a decir: “Sí, querida!” (risas).
Recorrimos casi todas las provincias en carpa, construimos nuestra casa, todo lo hemos hecho juntos, trabajamos para Dios, mi esposa siempre estuvo en los coros. ¡Una fiel trabajadora! Congeniamos en esto.

-¿Qué cosas han ganado especial importancia en los últimos años?
Decirle al Apóstol, antes de entrar en descanso, que durante el ministerio que me brindó fueron cumplidas todas las tareas. Y por sobre todo esperar la venida del Señor. ¡Espero que el Señor me venga a buscar!

-¿Hay decisiones que habría tomado de manera diferente?
No. ¡Sólo deseo quedar fiel hasta el fin!

-Unas últimas palabras…
Recientemente tuve un accidente. Fui a hacer la denuncia, el auto quedó destruido y el policía me preguntó si iba sólo. Le contesté que yo iba acompañado por unos cuantos. Al salir de la comisaría mi nieto me preguntó: ¿con quién estabas? Y yo le contesté: ¡¡Con mis ángeles!! ¡Ellos me amparan! Sólo tuve un desprendimiento de ligamentos en el pecho. Varias veces quisieron asaltarme, pero Dios me protege. Nunca faltó el pan en mi mesa, gracias a mi esposa -a ella le daba el sueldo- (risas). Necesitamos muchos medicamentos entre los dos, mi esposa y yo, y nunca falta dinero gracias a Dios. Nuestra vida es un largo testimonio. Amo a mi Apóstol, él es mi amigo, la atención de haberme llamado por teléfono por mi pase a descanso cubrió todas mis expectativas … Nunca pensé en ese llamado ni en esta entrevista, no soy merecedor de esto, nunca pensé en trabajar para Dios para que me diera algo a cambio. ¡Pasaron tantos años! Un siervo muy humilde me enseñó que si quedaba fiel conocería más siervos en la eternidad. ¡Os agradezco por todo! He vivido tantas alegrías … Y a los jóvenes les digo: ¡continúen trabajando!

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