Lunes 20/09/2021
El Servicio Divino de palabra de este domingo fue realizado por el Apóstol Herman Ernst, acompañado en el servir por el Obispo Fernando Mendá. Compartimos un resumen de la prédica.
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Aquí podrán acceder a los extractos en Audio y Video
Servicio Divino de palabra – domingo 19 de septiembre de 2021
Tema: Elementos de la fe
Confesar a Jesucristo
Texto bíblico: Filipenses 2:10-11: “Para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.”
Mensaje: Confesamos a Jesucristo como nuestro Señor.
“Dios está presente en esta hora”, expresaba el Apóstol al comienzo de su servir, refiriéndose a la posición con la cual nos colocamos frente a la presencia de Dios. Nos inclinamos, humildes, “porque reconocemos su grandeza”. Lo hacemos con verdadera confianza, “eso es lo que el Señor espera de cada uno de nosotros”. Que nuestra vida de fe no sea “como un salvavidas que tenemos al costado, por las dudas, sino que debe ser el eje central de nuestros días”. En todo momento queremos mirar continuamente y ver si podemos ser cada día un poquito más a la imagen de Cristo.
A continuación fue desarrollada la palabra del día, que es parte de una carta escrita por el Apóstol Pablo a los filipenses. Allí les agradece por la ayuda recibida estando él en cautiverio; les expresa además su deseo, la necesidad de que sigan en unión y paz, con humildad. Entonces hoy tenemos también nosotros la oportunidad de mirar hacia nuestro ser interior y ver cómo es nuestra relación con el Padre y con el prójimo. En particular, hoy Dios nos pide que confesemos a Cristo.
¿Cómo lo hacemos? En primer lugar, queremos mirar cómo era Cristo, que es nuestro modelo
-Con amor: Cristo es amor; entregó su vida en sacrificio para nuestra salvación.
-Con humildad: Al venir a la tierra como hombre, nos dejó también un ejemplo de humildad. En nuestra oración, nos humillamos ante Dios, nos arrodillamos. A veces es mucho más fácil arrodillarse físicamente que hacerlo espiritualmente. Tomémonos un momento para reflexionar y poder alabarlo, glorificarlo adecuadamente.
-Colocándonos bajo la voluntad del Padre: A eso también se refiere la expresión de doblar las rodillas delante de Él. Nos inclinamos ante Dios y, como Cristo, deseamos: “sea hecha tu voluntad y no la mía”. Cuando nos sentimos agobiados, le decimos al Padre: “en tus manos encomiendo mi espíritu”. Cuando podemos hacerlo, nos volvemos verdaderamente sabios, sabiendo colocar las cosas en su debido orden.
-En nuestra vida cotidiana: En nuestras conversaciones, no tomamos el nombre de Dios en vano. Si lo nombramos, lo hacemos con profundo respeto, porque Él nos amó tanto que envió a su Hijo a la tierra para que padeciera por nuestros pecados. Y en nuestras actitudes, debemos demostrar que es el don del Espíritu Santo el que nos impulsa. Queremos amar al prójimo, queremos perdonar.
-Con coraje: Hay lugares en la tierra donde nuestros hermanos son perseguidos por su fe, sin embargo siguen confesando a Cristo. Nosotros muchas veces tenemos todo a nuestro alcance y Dios coloca almas a nuestro alrededor que tienen una gran necesidad espiritual. No “pasemos de largo”, como en aquella parábola del buen samaritano: compartamos lo que el Señor nos da.
-Valorando el sacrificio de Cristo: cuando asistimos al Servicio Divino y gustamos de la Santa Cena, también allí estamos confesando a Cristo.
Pongamos por obra la verdadera vocación para la que fuimos llamados: ¡la de servir y confesar a nuestro Señor! Que podamos llevar el alegre mensaje: “Cristo te ama y quiere redimirte”.
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