Lunes 11/01/2021
El Servicio Divino del 10 de enero fue presidido por el Apóstol Gerardo Zanotti, acompañado en el servir por el Anciano de Distrito Javier Ávalos. Compartimos un resumen de la prédica, junto con extractos en audio y video.
Para descargar este resumen en formato pdf, por favor hacer clic en: Resumen
También podrán acceder a los extractos en: Audio y Video .
Servicio Divino de palabra – 10 de enero de 2021
Jesucristo, Maestro y ejemplo
Texto bíblico: Juan 7:16: “Jesús les respondió y dijo: Mi doctrina no es mía, sino de aquel que me envió.”
Mensaje: Aprendemos de Jesús y queremos ser como Él.
El Señor Jesucristo tiene un propósito y es preparar el camino para que los seres humanos puedan alcanzar la perfecta comunión con Dios. Ese es el para qué y el porqué de toda la historia del reino de Dios, desde el principio. Es un proceso que nuestro Señor realizó y realiza en cada uno de nosotros.
Lo primero que hace nuestro Señor es darnos la posibilidad de alcanzar la redención. Cuando lleva consigo el pecado y la culpa nos saca lo que no sirve, lo que no podemos llevar. Luego nos da los Sacramentos, renacimos por Agua y espíritu. Es decir, nos da lo que nos hace falta.
Luego, para desarrollarnos, necesitamos comer de su palabra. También levantarnos y andar en el camino de nuestra fe. Allí comenzamos entonces a vivir, a experimentar, a crecer en nuestra fe.
Y hay un Maestro por excelencia del que tenemos que aprender. Es nuestro Señor Jesucristo, el que conoce el camino para cumplir ese propósito para el cual hemos sido llamados y nos prepara para recorrerlo.
Pero en ese camino no podemos llevar cualquier cosa. Hay cosas que no nos sirven. Jesús es el maestro y de Él queremos aprender, porque enseña con autoridad, porque viene del Padre. Vino a traer la voluntad del Padre, no la suya. Jesús recibió la autoridad de Dios, quien pronunció: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo contentamiento” (Mateo 3: 17). A su vez, tenía una entrañable vinculación con el Padre: “Yo y el Padre uno somos”, expresó (Juan 10:30). Tenía un sentir unánime.
Estas cosas son las que tenemos que aprender de Jesucristo. Aprender es incorporar un conocimiento por la palabra y por el ejercicio, por la experiencia. Jesús es nuestro maestro, el que enseña con amor y con autoridad. El que se sienta con nosotros y en su sacrificio nos da la posibilidad de empezar de vuelta
Nunca nos olvidemos de que hemos recibido el don del Espíritu Santo. Cuando todo alrededor se vacía o parece que desaparece, aún las cosas más amadas, nos aferramos a ese don y a través de Él nos vinculamos al Dios de amor
Por otra parte, Jesucristo también fue tentado. El diablo nos tienta, a veces incluso con aquello que ya tenemos, simplemente que lo muestra de otra manera. Pero aprendemos de Jesús, que le respondió: “al Señor tu Dios adorarás, y a él solo servirás” (comparar con Mateo 4: 10, Lucas 4:8). Jesús glorificaba el nombre Padre.
La palabra de Dios no es teoría. Es necesario que orientemos nuestra vida a las enseñanzas de nuestro Señor Jesucristo. A veces por las distintas circunstancias, por las emociones, por las cosas que nos pasan, dejamos de recibir nítidamente la “señal”, como puede suceder con una antena. Queremos orientarnos correctamente, en la enseñanza de nuestro Señor Jesucristo, para poder recibir lo que trae del Padre y tener esa profunda vinculación con Él.
Finalmente, Jesús dijo: “Vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo…” (Juan 14:3). Toda la tarea tiene que ver con adquirir esa semejanza. Que podamos ir formando esa autoridad en nuestro corazón, autoridad para para tener paz, para ir en busca del prójimo, para guardar nuestra fe, para quedar firmes, para creer, para ofrendar, para perdonar.
Pero no se trata meramente de copiar, sino de hacer lo que nuestra alma siente bajo el abrazo del don del Espíritu Santo. Tenemos que hacer nuestra propia experiencia, tomando a Jesucristo como modelo. Si nos equivocamos, Dios nos va a corregir con amor, se va a sentar al lado nuestro y nos va a acompañar. Pero cada uno de nosotros tiene que hacer esa experiencia de aprendizaje. Es el camino que abrió nuestro Señor Jesucristo para la perfecta comunión con el Padre.
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