"Santificar el nombre de Dios..." Resumen del Servicio Divino

Lunes 07/09/2020

El Servicio Divino dominical del 6 de septiembre fue oficiado por el Apóstol Guillermo Canessa. Colaboró en el servir el Anciano de Distrito Carlos Innocenzi.


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Servicio Divino de palabra – domingo 06 de septiembre de 2020

Tema:
Padre Nuestro: santificar el nombre de Dios

Título: Santificar el nombre de Dios con palabras y obras

Texto bíblico:
parte de Mateo 6: 9: “Santificado sea tu nombre.”

Mensaje: Santificamos el nombre de Dios hablando y obrando en forma adecuada y respetuosa.

Hoy nuevamente Dios nos regala una palabra que nos enseña y nos edifica. Esta palabra la pronunciamos habitualmente cada vez que rogamos la oración del Padre Nuestro, también en estos encuentros que ahora tenemos. Es una enseñanza que dejó Jesucristo en el Sermón del Monte, acerca de cómo debemos orar.
Este enunciado tiene dos partes fundamentales para nuestra vida espiritual. Primero, es un reconocimiento.
Para santificar a Dios lo tenemos que hacer con nuestras palabras y obras. Es un trabajo interior, en nuestra alma, que deberíamos hacer permanentemente. No tomamos su nombre en vano, porque al hablar de Él, hablamos del Creador de todas las cosas, el Omnipotente, un Padre lleno de amor y de misericordia.
Al orar el Padre Nuestro lo confesamos públicamente. Sabemos que toda dádiva y todo don perfecto viene de Dios. A esa dádiva que mora en nuestra alma tenemos que darle lugar para que se pueda desarrollar y tengamos un reconocimiento pleno de quiénes somos.
Entonces le damos valor a la enseñanza que Cristo nos regaló y queremos quedar debajo de ella, en humildad, reconociendo que Dios es Señor por sobre todas las cosas.
¿Cuántas veces nombramos a Dios y de qué forma? Reflexionamos sobre ello. Queremos hacerlo en forma adecuada y respetuosa. En esa reflexión, reconocemos:
-Su gracia para con nosotros, que nos eligió, no por nuestros méritos sino a pesar de ser pecadores.
-Su amor: entregó a su Hijo por nuestra salvación. También envió al Espíritu Santo.
-Su fidelidad hacia nosotros, siempre.
-Su paz.
Por otra parte, reconocemos también que lo ocurre en nuestra vida es permitido por nuestro Padre. ¡Confiemos! Dios todo lo puede. Hacemos nuestra parte, pero sabiendo que Él nos acompaña en cada paso.

Luego, además del reconocimiento, esta santificación incluye un propósito. A Dios queremos darle el primer lugar en nuestra vida, porque reconocemos quién es y todo lo que nos da. A partir de esto tenemos el propósito de:
-Desarrollar nuestra fe, la vida espiritual.
-Dedicarle nuestro tiempo, aprovecharlo correctamente, ocupándonos de la salvación del alma y de alcanzar la comunión eterna con Dios.
-Llevar al prójimo el Evangelio de Cristo. Poner al servicio de Dios y del prójimo nuestros dones.
-Buscar a Dios en nuestro interior y ver qué lugar ocupa en nuestra vida.
-Orar por los demás, por los necesitados, por aquellos que sufren, y ayudar siempre que podamos.

Queremos santificar a Dios con nuestra vida. Hasta aquí nos ha acompañado, a lo largo del tiempo, y nos quiere regalar todo lo que es necesario, la fortaleza para el alma. Confiemos en esto y oremos de corazón.

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