“Carta Pan” - Enero de 2017

Domingo 01/01/2017

Extraído de un Servicio Divino realizado por el Apóstol de Distrito Enrique Minio


Amados hermanos y hermanas:
Desearía transmitirles a través de este medio, en comunión con los Apóstoles, los deseos de abundante bendición de nuestro Padre celestial para este nuevo año que comienza. Decirles que más allá de las distancias, estarán en nuestros ruegos y pedirles podamos estar en los vuestros. Que este nuevo año nos permita glorificar a Dios a través de nuestro crecimiento en Cristo esperándolo cada día. ¡El Señor viene! Que tú y yo podamos participar de la hermosa promesa.

Enrique Minio
Apóstol de Distrito

***
Texto bíblico:
“En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis.” (Juan 14: 2-3)

Este texto que hoy hemos tomado fue utilizado en un Servicio Divino por el Apóstol Mayor. Está centrado en el tema de nuestra interacción, como hijos de Dios, con y a través del Espíritu Santo. Puntualmente se hará referencia a cuál es la comunión que tenemos con Dios.
Este texto habla de la promesa que Jesús nos ha dado: “…vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis”. El punto es preguntarnos si en nosotros vive el deseo por esta promesa y si queremos tener comunión eterna con el Padre. Es la primera pregunta que tenemos que hacernos como sus hijos. Cada vez que venimos a su casa, decir: ¿Cuál es el motivo por el que hoy estoy aquí? ¿Qué es lo que vengo a buscar? ¿Qué quiero, qué deseo, qué espero, qué anhelo? Porque si queremos alcanzar ese día tenemos que poder verlo y colocarlo en nuestro corazón, anhelarlo y trabajar para ello, en pos de ello. Cuando uno se plantea un proyecto en la vida, la manera de lograrlo es poder ver ese proyecto terminado. Y uno podría decir, quizás, que es un proyecto de muchos años. Pero cuando uno puede verlo, visualizarlo, enfoca todo su esfuerzo hacia esa meta que uno espera. Entonces se trata de que podamos ver en nuestro corazón y podamos añorar ese día en que podremos tener comunión con Dios.

¿Qué quiere decir comunión con Dios? ¿Cómo es esta “casa del Padre” que tiene muchas moradas? Es una casa de paz, de gozo y alegría eterna. Algo que nos es muy difícil vivir en lo cotidiano. Con todas las situaciones que nos toca transitar muchas veces quizás perdemos la paz, la alegría no está… Pero esta promesa que Dios nos ha dado habla de una casa que tiene muchas moradas; quiere decir que es muy amplia. Porque Dios quiere que todos los seres humanos sean salvos. Y a cada uno de nosotros un día, de una u otra manera, Dios nos llamó. Ese llamamiento lo confirmamos, dijimos que sí. Algunos a través de la Confirmación, otros a través del Sellamiento, pero ese llamamiento fue confirmado. Ahora bien, ¿alcanza con que hayamos sido bautizados de agua y Espíritu, y formar parte de la Iglesia de Cristo y de aquellos que desean ser la novia del Señor, es decir, las primicias? No alcanza con quedarnos con esto. No alcanza tampoco con decir: Bueno, yo he sido bautizado de agua y de Espíritu, y ahora voy miércoles y domingos al Oficio. El tema es que si esto se queda solamente ahí no vamos a poder alcanzar aquella morada. Tiene que haber en nosotros un desarrollo. Y es el motivo por el cual venimos, para que algo en nuestra vida poco a poco vaya cambiando hacia el modelo que es Cristo.

Entonces queremos mirar nuestro corazón. Y en primer lugar saber que Dios ha creado un camino para poder alcanzar esa salvación. Dio su envío en el ministerio de Apóstol para poder llevar el Evangelio. Y todo aquel que es bautizado con agua en el nombre del trino Dios entonces forma parte de la Iglesia de Cristo. La gran cristiandad. Y aquellos que hemos recibido el don del Espíritu Santo y que esperamos el retorno, queremos ser parte de quienes sean arrebatados y puedan trabajar junto a Cristo en el milenio de paz, llevando la palabra a todos los seres humanos, a todos los que lo han recibido y a los que no lo han recibido. Pero para ser primicias y poder trabajar con Cristo como reyes y sacerdotes, queremos trabajar hoy en nuestro corazón. El galardón de comunión eterna, no varía para aquellos que alcancen salvación. Es decir, que no importa cuánto tiempo hace que somos nuevoapostólicos, si llevamos un ministerio o no. Aquellos que alcancen comunión junto al Padre recibirán, todos, el mismo galardón. Diferentes, quizás, los caminos. En nuestro caso, queremos formar parte de las primicias, de aquellos que trabajen, y prepararnos hoy. Por eso es tan importante desarrollar nuestra vida de fe hoy. Para participar de aquel día cuando Cristo venga y ser arrebatados.
Algo que quizás no pueda entender nuestra mente pero sí lo puede vivir nuestro corazón. Entonces hacia allí queremos ir.

¿Cuál es el camino entonces? Primero, nuestra fe. Y nuestra confianza, porque la fe se basa en la confianza en el Padre celestial, en que esta promesa se va a cumplir. Él nos ha dado todos los elementos para poder transitar el camino. Esta confianza luego nos lleva a saber que vamos a estar cada día de nuestra vida bajo su amparo, sin importar lo que venga. Y uno podría decir: pero, ¿cómo no importa lo que venga? Cuando tenemos circunstancias, sufrimos y somos golpeados, muchas veces cargan nuestro corazón. Pero si puedo saber que la bendición de Dios va a estar también en la circunstancia (porque la bendición de Dios significa que Él está conmigo, que me va a dar lo que necesite para vencer esa situación y alcanzar vida eterna), entonces en Él confío. Quizás Dios no nos dé lo que esperábamos en nuestra mente acerca de cómo debía ser el camino para salir de una circunstancia, pero sí nos va a dar todo lo necesario para salir de ella y que nuestra alma pueda alcanzar vida eterna. Ahí tiene que estar nuestra confianza.

Y dejar de lado todas las dudas que se presentan en nuestro camino. Porque seguramente el maligno coloca en tu vida y en la mía esas dudas: ¿qué va a pasar mañana? ¿Qué va a ser mañana con tu vida y con la mía, en esta situación que estoy viviendo? Quizás de diferentes inestabilidades en el equilibrio que uno busca en la familia, en el trabajo, en los afectos, en lo personal. Si hasta aquí nos acompañó el Señor, también mañana nos va acompañar. Pero tenemos que sentirnos y vivir al “amparo de la roca”, al amparo de Dios. Saber que Dios está a nuestro lado cada día. Tenemos que profundizar en nuestra fe. El Señor está a nuestro lado. Pero tenemos que poder hacer uso de esa potestad que el Padre concede a cada uno de sus hijos.
Él espera entonces que desarrollemos hoy el sentir de amor que tuvo Cristo Jesús. ¿Cómo se desarrolla este sentimiento? Unos versículos más adelante, dice:

“El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre…” (vers. 21)

Recibimos la palabra; amar significa en primer lugar amar a Dios por sobre todas las cosas. Significa obrar la palabra que recibimos del altar. Una palabra que tenemos que obrarla todos, que no es que alguien sí y alguien no. Esta palabra es para todos nosotros. Y tenemos que esforzarnos en poder cumplirla. La voluntad del Padre, en tu vida y en la mía.
Que tu vida y la mía puedan ser un Evangelio abierto. Quiere decir que no solo importan las palabras sino también nuestros actos, nuestro comportamiento, en relación a que cuando pongo por obra la voluntad de Dios, estoy amando a Dios por sobre todas las cosas y cuando ese amor llega a quienes nos rodean, entonces estoy amando al prójimo como a mí mismo. Es el mandamiento que Dios nos ha dado. Y Dios incluso nos ha pedido que podamos amar a nuestros enemigos. Uno piensa: ¿Cómo voy a amar a aquel que me ha hecho mal? Si el sentimiento que ahora tengo no es exactamente de amor. Brindamos al otro lo que queremos que el otro nos brinde a nosotros. La regla de oro: Mateo capítulo 7, versículo 12. Es una palabra hermosa para analizar cada una de nuestras reacciones en la vida. Es algo que llevo en el corazón cotidianamente y por eso lo comparto. Porque cada una de nuestras actitudes y decisiones tienen que ver con poder amar al prójimo. Uno se pregunta: ¿cómo hago para lograr esto, de intentar dar al otro lo que quiero que el otro me brinde a mí? Voy a amar a mis enemigos porque mi comportamiento ante el mal, no va a ser de brindar el mal; va a ser de brindar el bien.
Entonces voy viviendo el amor que Dios ha colocado en mi corazón, y lo quiero también brindar. Se va desarrollando así el hijo de Dios. Porque para lograr esto tenemos que crucificar a la vieja criatura que llevamos dentro. Esta no es una tarea fácil. Hay que ir dejando cada día algo para poder crecer a la imagen de Cristo. Por eso decíamos al principio que no alcanza con haber renacido de agua y Espíritu, y sólo venir a los Oficios. Es necesario que en nosotros pueda desarrollarse la imagen de Cristo y esta nueva criatura entonces será la que alcance la comunión con el Señor.

Hay algo muy importante también: el Señor no va a venir a buscar a uno solo de nosotros. Va a venir a buscar a un pueblo. Entonces tenemos que aprender a vivir en comunión. Esa comunión se manifiesta en primer lugar en el hogar, en segundo lugar, en la comunidad. Cuando uno vive en comunión, vive llevando en el corazón al otro y orando por el otro. Entonces la oración se trasforma también en una herramienta de nuestra vida. Orar los unos por los otros. Dejar en las manos del Padre todo lo que es imposible, eso se lo dejamos a Él. Le decimos: Padre, hasta aquí pude hacer, ahora esto yo lo dejo en tus manos. Pero esa oración, ¿cómo debe ser? Una oración formal. Porque a veces decimos: yo ruego cuando me despierto, cuando voy a salir de casa, cuando tenemos los alimentos sobre la mesa, cuando llego a casa, cuando me voy adormir. Pero cuidado que esto no se transforme en un hábito, porque es factible que esa oración no tenga el peso que Dios espera de nuestros sentimientos. ¿Cómo oraba Jesús? De una manera muy sencilla pero muy intensa. Entonces nos queremos preguntar: cuando ruego a Dios, ¿cómo ruego? ¿Con qué intensidad lo hago? ¿Qué es lo que expreso en el corazón? ¿Es un hábito? ¿O le cuento a Dios todo aquello que vivo y que estoy llevando en el corazón? Hay veces, situaciones en las que uno diría: esto no quisiera o esto me da vergüenza decírselo a Dios. Porque a veces estamos enojados, por la situación que estamos viviendo, quisiéramos que fuera diferente. Y ¿qué ocurre cuando uno tiene un conflicto con alguien? Normalmente se deja de hablar con esa persona. Es el camino errado, porque la relación comienza a distanciarse aún más, el camino es comunicarse.

Dios espera que nos comuniquemos con Él a través de la oración y contarle todo lo que pasa en nuestra vida, todo lo que vivimos, todo lo que sentimos. La oración no tiene momentos determinados. Si bien es bueno y desde ya es hermoso poder orar en cada momento por la mañana, cuando agradecemos por la comida y hacerlo en cada hito de nuestra vida, es hermoso también poder hablar con nuestro Padre en cada momento del día, directamente. No hay una posición determinada, es hablar con Él, saber que está a nuestro lado.
Quizás venimos a la comunidad y vemos a un hermano o una hermana preocupados. No necesitamos preguntarle qué le pasa, simplemente decirle que puede contar con nuestros ruegos. Y saber que yo puedo contar con los ruegos de mi hermano es algo hermoso. Saber que cuando uno recibe este mensaje de: estuve rogando por vos. ¡Cuánto necesitamos el ruego de unos por otros! No nos detengamos en expresar los sentimientos al Padre, también cuando a veces las cosas no son como nosotros quisiéramos. Y lo tomo en el sentido de que a los padres nos ocurre que vemos a nuestros hijos preocupados, no sabemos qué les pasa, les preguntamos y nos dicen: nada, nada.

Otra vez volvemos con la pregunta: ¿qué te pasa? Nada. Esto genera preocupación. ¿Cómo se sentirá Dios nuestro Padre cuando no queremos decirle lo que nos pasa? A veces también como padres sabemos lo que les pasa a nuestros hijos, pero necesitamos que ellos nos lo digan, que abran el corazón para poder ser de ayuda. ¿Cómo se sentirá nuestro Padre con nosotros cuando no le transmitimos todo lo que sentimos? Entonces queremos acostumbrarnos a orar profundamente para lograr comunión con Dios. Él tiene que conocer nuestro corazón, nuestras luchas, aquello que aún no hemos vencido, tiene que conocernos. Más allá de que Él plenamente nos conoce, que también sea a través de lo que nosotros decidimos que Él nos conozca. Porque ahí vamos a lograr comunión. Él nos conoce, nos comprende y nos ama, por eso hoy nos habla. Pero lo que está esperando es que tú y yo abramos el corazón y le digamos todo aquello que sentimos. Esto es algo individual, una relación individual entre cada uno de nosotros y nuestro Padre.

Entonces, vamos a lograr comunión con Él primero confiando en Él a través de la fe. Segundo, cumpliendo sus palabras. Amando al Señor y a nuestro prójimo; en nuestro comportamiento esto se va a manifestar. Y luego con una vida de oración profunda, sabiendo que puedo decirle todo al Padre, lo que vivo y lo que siento, esperando que Él se manifieste a través del altar y de lo cotidiano en mi vida. Entonces voy a volver a vivir cotidianamente experiencias en la fe, sintiéndome en sus brazos. Esto me va a acercar a la comunión con Dios.
Jesús nos da esta oportunidad; no tengamos temor de venir a buscar el perdón, y de brindar perdón, no tengamos temor, y yo diría más que temor, a veces tenemos orgullo para no acercarnos a Dios y decirle: Padre, esto no lo he hecho bien, te ruego me perdones. Dejemos de lado el orgullo, y luego busquemos la comunión con Cristo, cada vez que podemos participar de la Santa Cena. El Apóstol Pablo ha dicho: Todo lo puedo en Cristo, que me fortalece. Ojalá podamos venir siempre a buscar esta fortaleza.

* * *

MAIS NOTÍCIAS

“Carta Pan” - junio de 2017

Jueves 01/06/2017

“Carta Pan” - Mayo de 2017

Lunes 01/05/2017

“Carta Pan” - Abril de 2017

Sábado 01/04/2017

“Carta Pan” - Marzo de 2017

Miércoles 01/03/2017

“Carta Pan” - Febrero de 2017

Miércoles 01/02/2017

“Carta Pan” - Enero de 2017

Domingo 01/01/2017
VER TUDO