Celebrar en la casa de Dios

Domingo 13/08/2017

El domingo 13 de agosto de 2017 la iglesia “Quilmes Oeste” (Buenos Aires) festejó su 50° aniversario. El Apóstol de Distrito Enrique Minio, acompañado por el Apóstol Claudio González y el Obispo Claudio Videla, visitó la comunidad y realizó un Servicio Divino para 416 invitados.


“Hoy no es precisamente una fiesta eclesiástica, no obstante, siempre es importante poder celebrar en la casa de Dios ya que esto produce mucha alegría”. Estos fueron los primeros pensamientos del Apóstol de Distrito al inicio del Servicio Divino. Seguidamente se leyó una breve reseña que destacaba los pasajes más importantes en la rica historia de Quilmes Oeste.
¡La comunidad estaba colmada! “Durante los últimos cuatro meses –tiempo que demandaron las refacciones en el edificio– los hermanos y hermanas han asistido a la iglesia Nueva Villa Argentina, es por eso que hoy fue invitada a participar de esta reunión”, explicó el siervo.
Con el texto de Marcos 11: 17: “Y les enseñaba, diciendo: ¿No está escrito: Mi casa será llamada casa de oración para todas las naciones? Mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones”, el Apóstol de Distrito desarrolló la palabra del día. “Debemos cuidar este hogar que Dios nos ha regalado, esa tarea es nuestra”, destacó. En relación a esto expresó que es fundamental mantener cada corazón como una “casa de oración” y cuidar que no sea contaminado por espíritus como la duda, intolerancia, avaricia, arrogancia, pereza espiritual, divisiones, egoísmo y resignación. “La mejor manera de celebrar este aniversario es poder trabajar esta palabra en nuestro interior. Así podremos mantener tanto nuestra alma, como la iglesia, limpia de todo aquello que a veces es difícil de percibir”, agregó el Apóstol de Distrito.
Al finalizar el Servicio Divino todos los siervos saludaron a los presentes. El Apóstol de Distrito Minio, junto al Apóstol González y el Ayudante Apóstol de Distrito Carlos Granja (actualmente en descanso) lo hicieron al pie del altar. El resto se dirigió a la puerta de entrada a la iglesia, donde esperaba una hermosa muestra fotográfica. Asimismo la juventud había preparado un “muro de los deseos” con bellos sentimientos para cada invitado. Como si todo esto fuera poco, cada presente se llevó un souvenir mientras se compartía un ameno refrigerio. Los abrazos, saludos y sonrisas eran el denominador común…

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