Ofrenda

Lunes 27/09/2021

El Servicio Divino de palabra de este domingo fue realizado por el Apóstol Gerardo Zanotti, acompañado en el servir por el Obispo Marcelo Boggio. Compartimos un resumen de la prédica.


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Servicio Divino de palabra – domingo 26 de septiembre de 2021

Tema:
Elementos de la fe

Ofrenda

Texto bíblico:
Génesis 4:4: “Y Abel trajo también de los primogénitos de sus ovejas, de lo más gordo de ellas. Y miró Jehová con agrado a Abel y a su ofrenda.”

Mensaje: Traemos nuestras ofrendas a Dios.

El tema de este día se corresponde con uno de los elementos de nuestra fe, próximos a encontrarnos con el día de agradecimiento, y se trata de aquello que como ofrenda es agradable delante de los ojos de Dios. “Seguramente todos tenemos alguna experiencia con la ofrenda, no solamente en el hecho de traerla a la casa del Padre sino en todo aquello que tiene que ver con la preparación previa, la disposición”, expresaba al comienzo de su servir el Apóstol Zanotti.

La ofrenda tiene una bendición añadida, pero lo primero en la ofrenda es creer. “Hay momentos donde tomamos decisiones puramente por fe y ese es el verdadero vínculo con Dios”, manifestaba el Apóstol, agregando: “Entonces, cuando damos el salto hacia Dios, hay un instante en que nos desprendemos de todo lo que había antes”.

El texto bíblico de Génesis nos trae el relato de las ofrendas de Abel y de Caín y con ello nos quiere llevar a reflexionar: ¿Qué elegimos para Dios? Nadie nos ve en esa elección.

Lo primero, lo mejor
Dios vio con agrado la ofrenda de Abel. Porque había dado de lo primero, de lo mejor que tenía. Así queremos hacer nuestra ofrenda también. ¿Qué tiempo le damos a Dios? ¿El que nos sobra? Cuando ofrendamos nuestro tiempo, nuestros medios y cuestiones materiales, no se trata del “quantum” (o cuánto), se trata del sentir de corazón, de saber que, si Dios es lo primero en nuestro corazón, pues entonces de lo primero que tenemos, de las primicias, de lo mejor que tenemos será para Dios.

Adoración
En los tiempos del Antiguo Testamento, la ofrenda era un modo de adorar a Dios, de confesarlo como el dador de todas las cosas. Hoy también con nuestra ofrenda quisiéramos expresar nuestra adoración, porque sabemos que todo se lo debemos a Dios.

Agradecimiento
El pueblo de Israel con sus ofrendas le agradecía a Dios por ser el pueblo elegido y por la liberación de la esclavitud. Con la llegada de Cristo a la tierra, agradecemos por su sacrificio que nos abrió la puerta a la redención y a la comunión eterna con Dios. Si reconocemos que todo viene de Dios, la pregunta es qué hago yo con lo que Dios me da.
Entonces, por ejemplo, si tenemos la oportunidad de colaborar en la Obra de Dios, no le voy a decir que no tengo tiempo: le voy a decir “acá estoy”. Porque materialmente a lo mejor no tenemos tiempo, pero cuando nos decidimos por el Señor, Él se encarga de hacer el tiempo. Esas son experiencias de fe maravillosas.

Comunión
En el antiguo tiempo, cuando se sacrificaba un animal para ofrendarlo a Dios, una parte se ofrendaba y otra parte se comía en conjunto. Era una forma de mostrar la comunión con Dios y entre los hombres. Nosotros esa comunión la tratamos de manifestar renunciando a todo aquello que nos pueda separar de Dios. Renunciamos al pecado y buscamos también ser uno con Dios y entre nosotros.

Reconciliación
Es parte de nuestro sentir de ofrenda reconciliarnos con Dios y con el prójimo. Desistimos de obrar contra el prójimo. Pero no lo hacemos porque Dios nos dice que lo hagamos sino que queremos ir incorporando la naturaleza divina. Cuando esto es así, somos nosotros los que queremos y elegimos hacerlo.

Confianza
Al ofrendar, confiamos en Dios. Porque sabemos que Dios hace y da lo correcto en el momento justo. Entonces no ofrendamos “para que Dios haga algo”. Así no es. No sabemos cómo son todas las cosas pero sí sabemos cómo no son. Ofrendamos sabiendo que lo primero es para Dios y que Dios bendice lo que queda. Lo que Dios bendice es el corazón, es el alma, para que tengamos paz.

Entonces, como reflexión final nos preguntamos: delante de Dios, ¿venimos siempre a recibir y pedir? ¿Nunca le traemos nada? El Señor nos da pedido: “Dame tu corazón” (Proverbios 23: 26). Entonces, que nadie saque a Dios de ese lugar primero en nuestro corazón, para que tomemos las mejores y primeras decisiones y que estas nos vinculen a una comunión entrañable con el Padre para todo el camino.

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