Orientación

Lunes 23/08/2021

Este domingo el Apóstol Herman Ernst realizó el Servicio Divino de palabra por transmisión, acompañado en el servir por el Anciano de Distrito Mario Falero.


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Servicio Divino de palabra – domingo 22 de agosto de 2021

Orientación

Texto bíblico:
Salmos 1:1-2: “Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado; sino que en la ley de Jehová está su delicia, y en su ley medita de día y de noche.”

Mensaje: Orientémonos en la voluntad de Dios.

“Dios siempre nos ofrece un camino para que podamos quedar en fidelidad”, expresaba el Apóstol Ernst al comienzo de la hora y daba introducción al tema del día: “Hoy en esta palabra nos habla de la orientación en nuestra vida”.

En nuestra vida nos orientamos en el Evangelio, en todo lo que Cristo nos ha enseñado para que podamos alcanzar la comunión con Él y con nuestro Padre. En la Iglesia de Cristo y la Obra redentora están todos los caminos y medios de gracia para poder lograrlo.

Queremos orientarnos en la voluntad de Dios.
Para eso:

-Primeramente miramos hacia atrás y recordamos de dónde venimos: como seres humanos hemos sido librados del pecado original. A través del Bautismo Dios nos ofreció ese primer paso a la comunión. Entonces ya allí, todo se vuelve agradecimiento.

-En nuestras decisiones, buscamos el consejo de Dios. Nos dejamos guiar por Él. A veces las personas que nos rodean, incluso sin darse cuenta, pueden ser herramientas de otros espíritus. Como dice el salmo, no seguimos el “consejo de malos” espíritus, que nos llevan a prescindir de o incluso a oponernos a Dios. La voluntad de Dios es la que nos conduce, a través del Espíritu Santo.

-Oramos a Dios. La oración no es una costumbre, es una necesidad del alma. Cuando oramos, hasta nuestros suspiros llegan a Dios, que sabe todas las cosas y es eterno.

-Nos alejamos del pecado. El pecado a veces es tentador y en el vínculo con los demás nos lleva por ejemplo a especular, a sacar ventajas, a querer tener más o a sentir envidia. Pero el pecado nos aleja de Dios. La consecuencia del pecado es la muerte eterna del alma. Entonces nosotros nos alejamos del pecado.

-Somos humildes ante Dios y en todos los momentos, agradecidos por su gracia, conscientes de todo lo recibido. Glorificamos a Dios y, como dice el texto, nos deleitamos en ello.

-Obedecemos los mandamientos para nuestra vida con Dios y con el prójimo. Cristo los resumió con un nuevo mandamiento: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo” (Lucas 10:27).

-Confesamos a Cristo y llevamos su Evangelio, sin negarlo, sin paralizarnos o desconcertarnos ante el mal que nos rodea. Compartimos lo que Dios nos regala a partir de los dones del Espíritu Santo que llevamos en nuestra alma.

Miramos hacia adelante y sabemos lo que nos espera: una gloria eterna junto al Padre celestial. ¡Hacia este futuro nos orientamos!

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