Servir al Señor

Lunes 16/08/2021

Este domingo el Apóstol Gerardo Zanotti realizó el Servicio Divino de palabra por transmisión. Lo acompañó en el servir el Obispo Oscar Fernández.


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Servicio Divino de palabra – domingo 15 de agosto de 2021

Tercer domingo – La buena nueva

Servir al Señor

Texto bíblico: Juan 12:26:
“Si alguno me sirve, sígame; y donde yo estuviere, allí también estará mi servidor. Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará.”

Mensaje: El Señor nos llama a servirlo.

¿Qué debemos hacer con los dones que Dios nos da? ¿Dónde podemos ponerlos en práctica? ¿Cuál es el mejor momento para hacerlo? Durante el desarrollo de la hora, el Apóstol fue respondiendo cada una de estas preguntas. “Dios primero nos da. Nos ha dado aptitudes y características especiales, no solo materiales, sino fundamentalmente espirituales. Él quiere ver qué somos capaces de hacer con lo que nos ha dado”, expresaba al inicio de la prédica.

Tenemos la libertad para elegir y tomar decisiones. En esa libertad, queremos “gestionar”, es decir administrar los dones que Dios nos da, para poder también multiplicarlos.

Jesús es nuestro ejemplo
En nuestro servir a Dios procuramos tener la misma relación que Cristo tuvo con su Padre. Es decir, obedecer su voluntad, anunciar su Evangelio de amor y llevarlo a la práctica mediante palabras y obras. Queremos orientar nuestra vida en la voluntad de Dios.
En este sentido, el siervo exhortó a no quedar “de brazos cruzados”, ya que “Dios se ocupó de darnos todo, principalmente la posibilidad de redimir nuestra alma”. Ahora Él quiere ver qué somos capaces de hacer con los dones que nos regaló. “Para poder formar parte de la Obra Redentora es necesario que podamos aceptar el llamado a servirle”, señaló el Apóstol.

¿En qué consiste nuestra tarea?
En primer lugar, “queremos anunciar el Evangelio con nuestras palabras y hechos”, mencionó el Apóstol. Muchas personas no conocen a Dios, por lo tanto podemos compartir con ellas el amor de Dios, quién es nuestro Señor Jesucristo, cuál es su plan de redención y anunciar su retorno, nuestro futuro.
Asimismo, con nuestros hechos podemos demostrar que, aun en momentos de dolor y circunstancias, el hijo de Dios reacciona de una forma diferente, no juzga ni condena, porque el amor de Dios está derramado en su corazón. De esta forma, parte de la naturaleza del Padre celestial se hace presente en el ser humano.

¿Dónde trabajamos?
El Apóstol mencionó tres instancias donde el hijo de Dios puede desarrollar sus dones: en la Iglesia, en su entorno y ante el prójimo.
Lo primero del don que Dios regala debe ser para Él. Porque “cuando le damos lo primerio, Dios se encarga de abrir puertas inimaginables”, expresó el Apóstol.
Luego, cuando estamos en nuestro círculo social es menester que podamos examinar cómo nos comportamos, qué decimos y cómo nos ven los demás. Debemos demostrar que es posible llevar el Evangelio.
Por último, hay muchos que no tienen a nadie que ore por ellos, pues han sido marginados y olvidados. “Aquí también queremos servir a Dios”, agregó el Apóstol.

¿Cuándo prestamos nuestro servicio?
Hay días en los que estamos de buen ánimo, todo está bien y tenemos tanto entusiasmo que seríamos capaces de darle testimonio a cualquier persona. Pero también hay otros momentos de dolor, de circunstancias y problemas. No obstante, el servir al Señor no debe estar condicionado por ninguna de estas situaciones. Debemos ser conscientes de que no tenemos ninguna limitación para servir a Dios. Con pequeñas cosas, “cada uno puede convertirse en una sorpresa para el otro”, decía el Apóstol y más adelante: “A veces algo tan pequeño puede ser tan útil para el otro”.
Por otra parte, cuando servimos a Dios, “Dios nos sigue dando más”, profundizaba el Apóstol.
“Vayamos al Pastor de nuestra comunidad y preguntémosle qué podemos hacer. No olvidemos lo que dice el texto bíblico de hoy: `Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará´… Le tenemos que preguntar a Dios: ¿Qué quieres que yo haga? Decirle: ¡Acá estoy!”, fue el consejo del Apóstol sobre el final del Servicio Divino.

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