“Parece un sueño”

Lunes 21/06/2021

El domingo 13 de junio de 2021 la iglesia San Luis (Uruguay) vivió con gran alegría el día de su reinauguración. Para celebrarlo, el Apóstol Herman Ernst visitó la comunidad, acompañado por los Obispos Fernando Mendá y Ariel Varela.


San Luis está ubicada en la franja costera del departamento de Canelones. Este pequeño balneario es un lugar muy elegido por los pescadores. Además, durante la época estival, recibe turistas del interior del país y de Montevideo. Allí funciona la comunidad desde 1973.

Los preparativos para este día estuvieron enmarcados en las limitaciones propias de la pandemia. Los hermanos y hermanas que pudieron colaborar lo hicieron con profundo amor y dedicación. Gracias al esfuerzo de la comunidad, los Servicios Divinos prácticamente no se habían tenido que suspender durante los trabajos de remodelación, ya que cada sábado se preparaba una parte del lugar para que, al día siguiente, todo estuviera dispuesto para recibir la palabra y el Sacramento.

La invitación a los miembros de la comunidad también tuvo características especiales. Muchas llamadas telefónicas y videollamadas suplieron las visitas presenciales que todavía no se podían realizar.

Ese domingo las obras realizadas en el edificio ahora podían lucirse, en un frío y soleado día. La capacidad quedó multiplicada. Por otra parte, el proyecto logró que la iglesia se integre perfectamente en el entorno natural del lugar.

Respetando cuidadosamente los protocolos vigentes, fueron llegando los hermanas y hermanos a la “nueva” San Luis. También estuvieron presentes siervos que colaboraron como dirigentes, entre ellos el Apóstol (e.d.) Carlos Milioto. Entre la concurrencia también estaba el Obispo (e.d.) Edgardo Méndez, quien había servido como Evangelista. En total hubo 35 invitados.

El texto bíblico del día fue Levítico 6: 13, “El fuego arderá continuamente en el altar; no se apagará”. Luego de leer una crónica resumida de la comunidad, que recordó los comienzos de los trabajos en el lugar y a algunos de los pioneros, el Apóstol profundizó en la palabra.

“El fuego siempre ha tenido un significado importante en la Obra de Dios. Hoy, el fuego del Espíritu Santo es amor, nos purifica, nos perdona y nos perfecciona”, comenzó diciendo el siervo. “Cristo se entregó en la cruz por todas nuestras iniquidades, nuestra tarea no es juzgar ni criticar”, agregó luego. En los presentes se percibía una gran emoción y mucho más cuando se donó la Santa Cena para los difuntos. Muchos hermanos, hermanas y siervos amados llegaban al corazón...

Alegría y agradecimiento se veía en el rostro de cada alma, al descongregarse. “Esto parece un sueño”, expresó una fiel hermana de la comunidad.

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