"¡Vino y leche gratuitos!"

Lunes 08/03/2021

Bajo ese título se desarrollaba el Servicio Divino en ayuda para los difuntos del mes de marzo, en este caso oficiado por el Apóstol Jorge Franco. Lo acompañó en el servir el Anciano de Distrito Innocenzi.


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Servicio Divino de palabra – 7 de marzo de 2021

¡Vino y leche gratuitos!


Texto bíblico: Isaías 55:1: “A todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad y comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche.”

Mensaje: Dios da salvación a quien busca la comunión con Él.

“¡Tengan todos una muy cordial y afectuosa bienvenida aquí al altar de Dios! ¡Sientan en vuestro corazón, allí donde cada uno se encuentra, que el amado Dios está entre nosotros!”. Con estas palabras el Apóstol Franco daba la bienvenida al primer Servicio Divino en ayuda para los difuntos del año 2021.

Luego expresaba que probablemente en este día se sumaran sentimientos, recuerdos reflexiones, porque si bien este encuentro tiene la misma grandeza de cada Servicio Divino se suma además esa recordación y ayuda para los difuntos y se puede visualizar en esto el gran amor de Dios, que no se olvida de nadie. Porque su deseo de salvación es para todos los seres humanos.

En este texto bíblico de Isaías Dios invita: dice “Venid” y se dirige “a todos los sedientos”. En nuestra vida natural, tener sed y hambre son dos mecanismos por los que el organismo expresa su necesidad. Aquí se refiere al estado de sed espiritual, a la necesidad que se produce en el alma en función de su cercanía o lejanía de Dios.

Entonces este capítulo 55 está referido a la invitación de Dios dirigida a todos, sin distinción. Y esa agua de vida, responde a la sed que el alma tiene, porque necesita de las cosas de Dios. Cristo en su sacrificio venció al pecado y ahora la invitación se extiende a todos los ámbitos, de todos los tiempos y bajo todas las situaciones en las que las personas dejaron esta tierra. A algunas las conocemos, otras nos imaginamos y otras ni siquiera nos imaginamos. Pero la invitación es para todos y también para nosotros. Porque Dios obra en esos dos planos, en los
vivos y los muertos, permanentemente.

El problema no es tener sed ni tener hambre, el problema es no saciar esa sed y no saciar el hambre. O tratar de saciarlas con cosas que no sirven. Ha expresado el Apóstol Mayor que querer cubrir las necesidades del alma con temas materiales, con riqueza, con honores, es como tener sed y querer saciarla con agua salada. Tenemos más sed.

Entonces, primero reconocemos que necesitamos de Dios. Pero no porque tengamos algún problema. A veces las cosas van bien y es más difícil… Es nuestra alma que necesita a Dios.
Por supuesto, no está mal todo lo que emprendamos en nuestra vida natural, nuestros deseos. Dios también lo sabe y nos bendice, aquello que es bueno lo da. Pero no te olvides de tu alma, de tu salvación.

Luego el texto dice: “sin dinero y sin precio”. Porque Cristo pagó todo de antemano, hizo accesible la salvación para todos.
También en el texto se invita a “comprar y comer”: comprar no quiere decir que se trate de una transacción comercial, no tiene un precio la salvación, no tiene un precio el perdón de los pecados. “Comprar” significa tener anhelo por la salvación. Significa llevarlo al corazón. Por poner un ejemplo: uno a veces dice “compré esta idea”, “compré este pensamiento”. No quiere decir que lo compraste con dinero sino que lo llevaste a tu interior, a tu intelecto o a tu corazón, porque estás de acuerdo.

Entonces, compremos esa agua de vida, compremos ese “vino” y esa “leche”, es decir, compremos la alegría y los alimentos espirituales nutritivos para nuestra alma.
Para ello, solo debemos:
-creer en Cristo como nuestro Señor, que nos enseña el camino.
-recibir los Sacramentos, que nos preparan para alcanzar la primogenitura, para ser hallados dignos en el retorno de Cristo.
-amar a Dios y a nuestro prójimo.

Tenemos que rogar por todos, para que puedan aceptar esta invitación: “¡Venid!”. Dios el Padre abre las puertas para todos y se ve un hermoso camino de esperanza espiritual, que nos lleva a una vida eterna junto a Él.
Pero la salvación no es un instante, es un proceso, que se inició con Jesús en el sacrificio de Cristo y siguió cuando Dios nos llamó a su casa; cuando creímos y le dijimos que sí, cuando empezamos a dar los pasos correspondientes. Luego se han sumado experiencias. Y hoy seguimos adelante, fieles y esperando el día del Señor.

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