Servicio Divino en ayuda para los difuntos

Lunes 02/11/2020

Compartimos un resumen del Servicio Divino del domingo 1° de noviembre, presidido por el Apóstol de Distrito Enrique Minio. Lo acompañó en el servir el Obispo Claudio Videla (Argentina).


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Servicio Divino en ayuda para los difuntos

¡Jesucristo está cerca y salva!

Texto bíblico:
Salmos 34: 18: “Cercano está Jehová a los quebrantados de corazón; y salva a los contritos de espíritu”.
Mensaje: Jesucristo está cerca; nos comprende, nos ayuda y ofrece su salvación, tanto aquí como en el más allá.

El Apóstol de Distrito Minio al comienzo de esta hora daba la cordial bienvenida “en este día tan especial”, expresaba, en el cual miramos hacia aquellas almas que están en el más allá y a la gracia de Dios que se extiende sobre ellas también. A su vez, invitaba a vivir el Servicio Divino para cada uno de nosotros.
Hemos sido elegidos por Dios, recibiendo con ello una misión. Nos preparamos cotidianamente, con cada una de las enseñanzas que nuestro Padre nos regala en su palabra, para alcanzar el día en que Cristo venga a buscarnos. Y allí podremos ser parte de aquellos sacerdotes que han de trabajar junto a Él, en el milenio de paz, llevando el Evangelio.

Jesucristo está cerca y salva
El texto habla primeramente de que el Señor está cerca de los “quebrantados de corazón”. Dios mismo, como hombre, nació para vivir lo que nosotros vivimos. Nació para estar cerca de nosotros, para comprendernos. En primer lugar, estuvo cerca de aquellos que sufrían, de los necesitados, de quienes eran olvidados por los demás. Se acercaba a quienes se habían equivocado y lo reconocían, quienes tal vez eran marginados en la sociedad por sus acciones, por sus faltas y errores, por sus pecados.
Cristo tiene compasión y brinda su ayuda. Y nos entiende plenamente. Jesús mismo fue rechazado, incomprendido, fue traicionado, fue olvidado o dejado de lado. Vivió la violencia y el dolor. El Señor había dado un mundo perfecto. El hombre tomó una mala decisión, pero Dios no quitó el libre albedrío. Como seres humanos lo hemos transformado quizás en un mundo injusto, donde hay desigualdades. Incluso a veces nos preguntamos ¿Por qué? O: ¿Por qué a mí? Ese sentimiento de injusticia también lo tuvo Cristo, que siendo inocente fue llevado a la cruz, pero lo hizo para darnos el camino a la salvación. Incluso en un momento se sintió alejado de Dios, abandonado. No obstante, aceptó lo que le tocaba vivir y pudo cumplir la voluntad del Padre. Siguió fiel hasta el fin.
Queremos colocar nuestro corazón a los pies del altar, sabiendo que el Señor quiere estar cerca nuestro y de todos. Y desea que podamos alcanzar, junto a aquellos que están en la otra orilla, la patria celestial que nos ha prometido.

Con un corazón humilde
Entonces, yendo más allá de todo lo que a veces no podemos entender, queremos preguntarnos cuál es la posición de corazón que nos conduce a la salvación del alma. Aquí dice: “…y salva a los contritos de espíritu”. En algunas otras traducciones: “salva a los humildes de espíritu”. Aquel que es humilde de espíritu, deseará:
-Creer y confiar en Jesucristo.
-Encontrar en Cristo su cercanía y sentirse comprendido por Él.
-Seguir el camino del Señor, tomándolo como modelo y ejemplo, y transformándose en su discípulo.
-Arrepentirse y perdonar.
-Renunciar a la vieja criatura, vencerse a sí mismo, para ir creciendo a la imagen de Cristo, reconociendo lo que aún hace falta cambiar.
-Acercarse a Dios para pedir su ayuda, aceptando también su voluntad.

Dios nos ama, aquí y en la otra orilla. Quiere ayudarnos, quiere estar cercano a nosotros, quiere darnos el camino de la salvación.
Queremos colocar el corazón mirando sobre el Evangelio y que este ofrecimiento de gracia pueda llegar a todos. Queremos tener un corazón pleno de humildad, lleno de perdón, lleno de alegría por sabernos amados y valorar plenamente lo que el Señor nos ofrece, más allá de lo que no podamos entender. Que podamos rogar por la gracia, unos por otros, para que, cuando Cristo venga a buscarnos, podamos encontrarnos, volver a vernos con los amados y disfrutar eternamente junto al Padre todo aquello que Él nos ha prometido.

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