Orientados hacia Dios

Lunes 15/02/2021

Compartimos un resumen de la prédica del Servicio Divino del domingo 14 de febrero, realizado por el Apóstol Jorge Franco junto al Anciano de Distrito Marcelo Basso.


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Servicio Divino de palabra – 14 de febrero de 2021

Orientados hacia Dios

Texto bíblico:
Juan 4: 34: “Jesús les dijo: Mi comida es que haga la voluntad del que me
envió, y que acabe su obra.”

Mensaje: Orientamos nuestra vida en la voluntad de Dios.

El Servicio Divino del domingo 14 de febrero fue realizado por el Apóstol Jorge Franco, acompañado en el servir por el Anciano de Distrito Marcelo Basso.
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“Es una felicidad saber que Dios nos conoce hasta el rincón más íntimo, más pequeño del corazón; nuestras preocupaciones, nuestros pensamientos, nuestras necesidades. Y con su palabra adecuada va a atender todo eso”, expresó al comienzo el Apóstol Franco y reflexionaba que Dios también va a continuar colocando los elementos para que sigamos creciendo hacia ese estado dignidad que queremos alcanzar para el día del Señor. Por eso estamos atentos a sus enseñanzas, a sus indicaciones y a lo que va permitiendo. Y, por sobre todas las cosas, cuando el amado Dios nos dice algo, tratamos de darnos cuenta de que eso es bueno, aunque a veces al principio no lo comprendamos. Sabemos que es bueno y de bendición.

El texto de hoy es un pasaje muy conocido por nosotros, de cuando Jesús tuvo que ir a Galilea y pasó por Samaria. Entonces llegó hasta ese pozo de Jacob, un poco cansado y sediento. Allí se encontró con la mujer samaritana. La enseñanza para hoy, en este Servicio Divino, es lo que Él habló con sus discípulos.

“Jesús les dijo: Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra”.

Estaba sediento y cansado, entonces los discípulos habían ido a otro lugar a comprar comida. Cuando regresaron y lo vieron a Jesús allí, lo invitaron a que comiera algo. Una cosa totalmente natural y necesaria para cualquier persona, movidos a partir de un buen sentimiento. Pero entonces Él responde esto y los discípulos, cuando escuchan esta palabra, piensan que tal vez alguien ya le habría llevado comida.

Muchas veces nos puede pasar que frente a la palabra de Dios, profunda, elevada, potente, santa, nuestra humanidad no nos alcanza para en primera instancia poder comprender su verdadero contenido.
Jesús estaba siempre con ellos y seguramente tendría distintos tipos de conversaciones, tal
vez algunas muy comunes, que hacían a la vida cotidiana. Pero había otros momentos en los que el Señor, como verdadero Dios, manifestaba cosas muy grandiosas, enseñanzas muy profundas. Una muestra de lo que verdaderamente había venido a mostrar y a traer.

Aquí les habla de otro tipo de comida y se refiere a hacer la voluntad de su Padre. Mostraba su perfecta relación con Dios. Esa relación lo alimentaba, le daba toda la fuerza para cumplir su encargo, que en definitiva era llegar al momento de su sacrificio en la cruz, venciendo al mal y a la muerte.
La comida es fundamental para vivir. Una buena salud depende de una buena comida. Si nos referimos a la comida espiritual, nosotros hemos recibido una nueva vida a través de los Sacramentos. El alma nos pide algo más que una comida material, pide esa comida del cielo. Y Jesús enseña que esa comida es también hacer la voluntad de Dios. Es un sustento tener una buena relación con Dios.

Por eso es importante conocer la voluntad de Dios, lo que nos quiere decir y enseñar con su palabra. Ese deseo del hijo de Dios se tiene que manifestar permanentemente, porque es una necesidad imperiosa del alma lograr hacer su voluntad.
Pero no lo tomamos como algo complicado, como algo que duele o que es tedioso. Porque también vamos comprendiendo que la voluntad de Dios primero fue hacernos sus hijos, a pesar de nuestros errores y defectos. La voluntad de Dios es que podamos vivir eternamente junto a Él, en un cielo y una tierra nuevos. Es acompañarnos en todos los momentos, asistirnos en cada situación, bendecirnos. Es tener su oído atento a nuestras oraciones.
Entonces, Él se acerca a ti y tú te acercas a Él.

De modo que hacer esa voluntad tiene que ser un placer que cubre una necesidad del alma. Como dice en Salmos 40: 8: “El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, y tu ley está en medio de mi corazón”. Y luego se producen muchos efectos. Nos hace tener paz, tener consuelo.

Nadie nos garantiza una vida sin problemas, sin situaciones. Todos vivimos muchas cosas a lo largo del tiempo. Pero el amado Dios nos ha mostrado otra posibilidad.
Jesús también cubrió sus necesidades naturales, porque era verdadero hombre, pero dejó bien en claro que su verdadero sustento y sostén era hacer la voluntad del Padre y acabar su obra. Sería una pena transcurrir nuestra vida sin atender la necesidad de nuestra alma, sin brindarle todo lo que viene de parte de Dios.

De allí obtendremos la fuerza necesaria. Con su palabra tendremos en el corazón las respuestas de Dios. Y viviremos experiencias únicas, que son un punto de apoyo fundamental para todo lo que sigue. Podremos tener fuerzas, podremos conocer a Dios cada día más, podremos dar frutos que enriquecen nuestra vida espiritual y que nos hacen sentir plenos. Nosotros también debemos terminar la obra que Dios comenzó en nosotros, para alcanzar el día del Señor.

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