Servicio Divino en Juan Lacaze

Viernes 13/03/2015

El sábado 28 de febrero el Ayudante Apóstol de Distrito Enrique Minio visitó la iglesia Juan Lacaze, Uruguay, para oficiar allí el Servicio Divino en ayuda para los difuntos (correspondiente al mes de marzo).


Como base del servir fue leído el texto bíblico de Juan 3: 14-15: “Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”.
Es una conversación que Jesús tiene con Nicodemo, un fariseo muy reconocido en aquel tiempo entre los judíos. La serpiente simboliza al pecado. Cuando nos mueve el pecado, la vida de nuestra alma se aleja de Dios. Entonces debemos elevar la mirada, mirar a Cristo.
Dios quiere bendecirnos aunque transitemos caminos que quizás no esperamos. Porque la bendición de Dios nos da lo que necesitamos, y no siempre esto está asociado a nuestras expectativas y deseos de la vida material. Y queremos mirar fundamentalmente aquello que Él quiere darnos para nuestra vida eterna. Nuestra alma es inmortal. Pero la vida eterna no se refiere a eso: se trata de alcanzar la comunión con Dios.
El Ayudante Apóstol de Distrito Minio también compartió una palabra que el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider dio a los Apóstoles, en Colosenses, capítulo 3, versículo 12: “Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia”. Al respecto, el Ayudante Apóstol de Distrito expresó que tienen que ver con un comportamiento, con cómo es mi actitud frente a la vida y a todo lo que está por delante:
Vestirnos de misericordia: implica poder crecer a la imagen de Cristo: siempre tenemos que crecer en tener misericordia para aquel que está sufriendo, para aquel que está necesitado.
Vestirnos de benignidad: es ser bondadosos para con aquel que, al igual que nosotros, es pecador.
Vestirnos de humildad: sólo podemos ser de ayuda en esta hora si nos presentamos humildes ante la palabra, y humilde es aquel que se presenta como necesitado.
Vestirnos de mansedumbre: dejar de lado todo aquello que pueda ser de nuestra razón, para quedar mansos de corazón.
Vestirnos de paciencia: se trata de nuestra paciencia en la espera de Cristo. Porque no queremos pensar que es tiempo de tardanza, sino que es tiempo de gracia. Siempre pienso que si Él hubiera venido hace cincuenta años, hace cuarenta o hace treinta y cinco, yo no habría conocido la Obra; entonces agradezco a Dios y quiero pedirle paciencia en esta gracia.

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