¿Dónde está tu hermano?

Lunes 18/07/2022

"Amamos a nuestro prójimo y estamos allí para él", fue el mensaje del Servicio Divino dominical, que por transmisión fue realizado por el Apóstol Jorge Franco. Compartimos un resumen.


Podemos acceder a un extracto de la palabra, haciendo clic en:

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Servicio Divino de palabra – domingo 17 de julio de 2022

Tema:
Preguntas de Dios al ser humano

¿Dónde está tu hermano?

Texto bíblico:
Génesis 4: 9: “Y Jehová dijo a Caín: ¿Dónde está Abel tu hermano? Y él respondió: No sé. ¿Soy yo acaso guarda de mi hermano?”

Mensaje: Amamos a nuestro prójimo y estamos allí para él.

“¡Que todos vivamos una hermosa hora en el cielo! Que verdaderamente cada uno pueda
percibir que está el Señor entre nosotros”, fue el deseo expresado por el Apóstol al comienzo de la hora. “Nunca olvidemos que en cada encuentro con Dios se manifiesta su amor”, agregó un momento después, dando lugar al desarrollo de la palabra del día.

Hoy la palabra nos trae una enseñanza muy hermosa y necesaria para poder comprender lo que significa amar al prójimo y por qué Dios nos lo pide: porque amarlo a él y al prójimo son dos partes que van juntas, que confluyen y en esto vamos a trabajar en nuestra alma.

Este texto trae la conocida historia de los hermanos Caín y Abel. Hay que tener en cuenta que ya en ese momento el ser humano estaba viviendo en una etapa de desobediencia, donde las cosas ya no eran como habían sido creadas porque estaba el mal y el pecado. Por otra parte, sabemos que tanto Abel como Caín tenían su relación con Dios. Ambos le ofrendaron. Pero la ofrenda de Abel le agradó a Dios y esto inmediatamente le produjo a Caín un gran enojo. Dios, que sabe todas las cosas, se anticipó y le advirtió que el pecado lo acechaba. Pero Caín no lo tomó en cuenta y mató a su hermano. Allí llega esta pregunta de Dios: ¿Dónde está tu hermano?

Dios sabía dónde estaba y qué había sucedido. Pero esta pregunta era necesaria para Caín. Él respondió: “no sé”. No admitió lo que había hecho. Luego agregó: “¿Soy yo acaso guarda de mi hermano?”, mostrando un total desinterés.

Ahora esta misma pregunta el amado Dios la actualiza y nos la hace a nosotros: “¿Dónde está tu hermano?”. Para responderla, primero debemos saber a quién consideramos nuestro hermano. Porque no se trata de un lazo consanguíneo. Es el prójimo, aquel que vive con nosotros en la sociedad, en la comunidad, en nuestro hogar, día a día.

Somos hijos de Dios, profesamos nuestra fe, queremos alcanzar el día del Señor y por ello transitamos este camino. Para eso venimos a su casa, donde Dios nos habla y enseña. Aquí, hoy nos hace esta pregunta y quisiéramos comprender por qué nos lleva a esta reflexión. Lo hace así para ayudarnos en nuestra preparación espiritual. Nuestro modelo es Jesús y Él se dedicaba al necesitado. Cuando había necesidad, no pasaba de largo, se detenía y ayudaba. Tenía misericordia y se conmovía (como en la parábola del buen samaritano).

Ese amor de Dios, que fue colocado en nosotros por el Espíritu Santo, tiene que ser el motor que nos mueva a ver a las personas de otra manera. La relación con Dios es inseparable de la relación con el prójimo. Por eso el mensaje para este día es: “Amamos a nuestro prójimo y estamos allí para él”. A veces no es tan sencillo. Pero tenemos que actuar siempre como lo habría hecho Jesucristo. Entonces nos preguntamos: ante la necesidad del otro, ¿qué pasa en tu corazón?

Jesús también dijo a sus discípulos: “Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí (…) De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis” (comparar con Mateo 25: 35-40).

Queremos quedar bajo el gran mandamiento del amor: “Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. 39 Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mateo 22:37-39).

Obremos como el Señor nos ha enseñado. Queremos reflexionar cómo está nuestra comunidad, cómo está nuestro hogar, nuestro entorno y trabajar sobre esto. Y que en el medio de todo, siempre esté el amor de Dios.

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