Jesús es el Señor

Lunes 30/05/2022

"Reconocemos a Jesucristo como Señor y alabamos su nombre". La palabra dominical tuvo este mensaje para el Servicio Divino del 29 de mayo, que por transmisión fue presidido por el Apóstol Gerardo Zanotti. Lo acompañó en el servir el Obispo Claudio Videla.


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Servicio Divino de palabra – 29 de mayo de 2022

Tema:
La espera del Espíritu

Jesús es el Señor

Texto bíblico:
Filipenses 2:9-10: “Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un
nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra.”

Mensaje: Reconocemos a Jesucristo como Señor y alabamos su nombre.

Estamos preparando nuestro corazón para el festejo de Pentecostés y lo hacemos primeramente recordando y reconociendo a Jesucristo como nuestro Señor, como el Salvador. Aquel que con su sacrificio alcanzó la victoria sobre el pecado y la muerte.
Dios, el Hijo, dejó su lugar en el cielo y habitó en la tierra: a eso se refiere la expresión de “se humilló a sí mismo”. Nació humildemente en un pesebre y comenzó a manifestar su naturaleza. El reino de Dios estaba ahora entre la humanidad, para mostrarnos cómo es la patria celestial, para enseñarnos cuál es el sentir que Dios espera encontrar en nuestro corazón. Vino a buscarnos y también a ayudarnos. Porque Dios no nos da una tarea y luego nos deja… Dios se dedica a su creación por amor.

Luego, en su paso por la tierra también tuvo que padecer. Fue crucificado, muerto y sepultado. Pero Cristo cumplió la voluntad del Padre por obediencia y hasta el final.
Y Dios lo exaltó. Lo hizo ya desde el nombre que recibió el Hijo de Dios, el de “Señor”, que está por encima de todos los otros nombres. Por eso la Escritura dice que delante de Él se doblan todas las rodillas, porque solo de Él se puede esperar la salvación. No hay otro más grande, no hay otro Señor sino Jesucristo.

Dios lo exaltó luego a través de la resurrección y la ascensión, cuando el Hijo de Dios volvió a los cielos. Pero antes de ascender, Jesús prometió que enviaría al Espíritu Santo. Porque hay una continuación en su tarea de amor. No es que dijo lo que dijo e hizo lo que hizo, y luego nos dejó solos.
Jesucristo dijo que el Espíritu Santo traería de lo suyo y nos lo haría saber. Y fue en Pentecostés cuando el Espíritu Santo se manifestó. Él da testimonio de nuestro Señor Jesucristo, como una de las tres personas divinas.

Y en el Santo Sellamiento hemos recibido el don del Espíritu Santo por manos de un Apóstol. Ese don puede trabajar en nuestro corazón, para que luego también nosotros podamos ser exaltados por Dios. Ya no de forma individual sino como la Iglesia de Cristo.
Ahora bien, Cristo fue exaltado por su obediencia, por ser una sola cosa con Dios, por su humildad, por la forma en que mostró la patria celestial. Así será también la exaltación de la Iglesia de Cristo.

El Espíritu Santo nos habla al oído y nos dice qué cosas no van a la patria celestial. Nosotros luego, en el ejercicio de nuestra libertad, elegimos por qué camino vamos. Pero el Espíritu Santo nos muestra. Lo hace en cada Servicio Divino, cuando Dios nos habla. Y también cuando nos detenemos un instante, nos miramos al espejo y nos preguntamos si eso que nos pasa, si eso que estamos sintiendo es de Dios o no es de Dios. Si no es de Dios, le pedimos la fuerza para sacar eso del corazón. Queremos ser exaltados junto a Jesús. Pidámosle entonces a Dios que nos ayude a mostrar los frutos del Espíritu Santo: por ejemplo amor, gozo, paz, paciencia, benignidad y bondad. Porque Dios no nos deja solos, nunca. Está ahí, donde nos suceden las cosas. Y el don del Espíritu Santo nos marca el camino. ¡Dejémonos preparar para poder alcanzar el día del retorno de Cristo!

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