Que todos vengan al conocimiento de la verdad

Lunes 28/02/2022

"Oramos por la salvación de todos los seres humanos", fue el mensaje de este domingo. El Servicio Divino de palabra fue realizado por el Apóstol Jorge Franco, acompañado en el servir por el Anciano de Distrito Jorge Segarra.


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Servicio Divino de palabra – 27 de febrero de 2022

Preparación para el Servicio Divino en ayuda para los difuntos

Que todos vengan al conocimiento de la verdad

Texto bíblico:
1 Timoteo 2:3-6: “Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad. Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, el cual se dio a sí mismo en rescate por todos, de lo cual se dio testimonio a su debido tiempo.”

Mensaje: Oramos por la salvación de todos los seres humanos.

Pronto tendremos una nueva oportunidad de estar frente a un Servicio Divino en recordación y ayuda para los difuntos. Un domingo antes recibimos un Servicio Divino como el de hoy, en preparación. Esto no es porque sí, sino que realmente el amado Dios prepara a su pueblo a través de la palabra y a través de experiencias, para que podamos ver la gran magnitud de ese suceso, el gran amor y el poder de Dios, que desea que todos tengan la oportunidad de ser salvos.
La palabra de hoy es una enseñanza que recibió Timoteo por parte del Apóstol Pablo. Le enseña muy especialmente a orar por la salvación de todas las personas. En los primeros versículos de este segundo capítulo, se direcciona a que se pueda rogar por los reyes y por las autoridades para que todo lo espiritual y la piedad pueda ser desarrollada en ellos. Luego tenemos los versículos que correspondan a nuestro texto bíblico.
Aquí habla de que el rogar es algo bueno y agradable ante Dios. En este día, especialmente el rogar, el interceder por la salvación de todos los seres humanos, “para que todos vengan al conocimiento de la verdad”. También en el más allá.
Es nuestra convicción de fe, que esas almas viven, se desarrollan y buscan a Dios, necesitan de Dios como nosotros.

Como hijos de Dios vivimos una verdad, por parte de nuestro Padre del cielo. La creemos, la abrazamos, la amamos. Esa verdad a su vez está constituida por varias verdades. Entre ellas, primero una gran verdad: Dios quiere la salvación de todos los seres humanos, a través de Jesucristo.
Otra verdad: Jesucristo trajo salvación a todos. Es para los justos, para los que creen, pero también para aquellos cuya obra no es, a nuestro entender, conveniente. Jesús lo demostró cuando a aquella mujer pecadora le dijo: “Vete, y no peques más” (comparar con Juan 8:11). También lo hizo con Zaqueo, que no era muy correspondido por la sociedad. Pero Jesús le dijo que iría a su casa (Juan 19: 5). Y ofreció la salvación al malhechor en la cruz (Lucas 23: 39-43). Es decir, la salvación de Dios va mucho más allá de nuestras consideraciones humanas

Otra verdad es que esa salvación es ofrecida a los vivos y a los muertos. Para eso somos convocados hoy: a orar, a interceder por ellos. Lo hacemos no como una obligación, sino que oramos por el otro porque deseamos que así como nosotros hemos recibido esa gran gracia, ese amor de Dios y el camino de salvación, también pueda acceder el otro, nuestro semejante, el necesitado; el que está al lado, el conocido o familiar pero también el desconocido.

Conocemos a Dios, confiamos en su amor y en el poder de su palabra. Conocemos su deseo y reconocemos el obrar de Jesucristo, cuando estuvo sobre la tierra y hoy.
Cuando por ejemplo a la mañana salimos de casa y pasa alguien totalmente desconocido, si nos detenemos un instante y miramos, podemos reconocer que ese ser también tiene un alma,
tiene también una necesidad espiritual.

Entonces queremos pensar en el prójimo, orar y luego también anunciar, expresar lo que vivimos. Lo más convincente son nuestras propias obras. A veces no es tanto hablar sino obrar. Nuestras decisiones, a veces es cambiar, a veces mostrar nuestra confianza en Dios, tener seguridad, tener templanza, en fin, son todos elementos que provienen de nuestra vida de fe y eso es lo más creíble para el otro.
Tratemos de mirar como mira Dios. Y tratemos de ser, como dice el Apóstol Pablo a los corintios,
una carta legible. Que alguien pueda leer en nuestras formas que algo sucede en nuestro interior, que nuestra fe está vigente. Los primeros beneficiarios vamos a ser nosotros.

Es una hermosa tarea. Dios busca su espacio en los corazones de las personas y su verdad no se extingue nunca.

Seguramente muchos hechos nos conmueven, sucesos en nuestra propia familia, entre nuestros amados pero también hechos que se viven en la sociedad. Queremos acordarnos de ellos en el próximo Servicio Divino, para que puedan vivir todos los hechos de gracia como los vivimos nosotros sobre la tierra. Oremos por todos y que podamos ser personas creíbles en la fe a través de Jesucristo.

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