Una hermosa familia

Jueves 24/02/2022

El domingo 20 de febrero de 2022, la iglesia Cerrito (Montevideo, Uruguay) celebró el 75º aniversario de su inauguración. Por este motivo la visitó el Apóstol Herman Ernst, quien acompañado por el Apóstol Guillermo Canessa y el Obispo Fernando Mendá, realizó un Servicio Divino para 114 invitados.


75 años antes
Un miércoles de abril, en 1941, se realizaba el primer Servicio Divino en el comedor de la casa de Alfredo Archetti. Allí se colocaban sillas prestadas y una máquina de coser se convertía en el altar. A partir de ese momento, el trabajo de ofrenda y testimonio de siervos y hermanos fue incalculable. Apenas seis años después, el 16 de febrero de 1947, el Apóstol Godofredo Rufenacht visitaría Cerrito para inaugurar la iglesia. Está ubicada en el barrio Cerrito de Victoria, en la zona centro-este de Montevideo, capital de Uruguay.

Riqueza en el corazón
El domingo 20, por la mañana, el Apóstol Ernst basó su prédica en el texto bíblico de Mateo 19: 20-21: “El joven le dijo: Todo esto lo he guardado desde mi juventud. ¿Qué más me falta? Jesús le dijo: Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme”.
El Apóstol hizo hincapié en que el pasaje bíblico no hacía referencia a los bienes materiales, sino a aquello que vive en nuestra alma. “Así como Dios llamó a servir a este joven rico, también nosotros queremos compartir todo lo que el Señor nos regala. De esta forma estaremos dando lo más valioso que tenemos: el testimonio de la Obra de Dios”, destacó. Por su parte, el Apóstol Canessa expresó que lo importante es lo que llevamos a nuestro interior, la meta que tenemos y las expectativas en relación a la vida espiritual. “¡Somos ricos espiritualmente!”, agregó.
Asimismo, en el marco de la hora celebrada, el Apóstol Ernst instituyó en el ministerio de Pastor al Diácono Pablo Rullo.

Siempre en Cerrito
“Recuerdo que vine con mi abuela a ver el terreno donde hoy está la iglesia. Confirmación, bendición matrimonial, Bautismos de mis hijas, reuniones de juventud, coro, todo lo he vivido aquí. Siento un gran amor por mi comunidad y estoy más que agradecida”, expresa con emoción Nilia. Para ella y otros tantos hermanos y hermanas, Cerrito es una parte esencial de su vida. “Es mi lugar de recogimiento y encuentro con la palabra”, cuenta Sirley. “¡Es mi felicidad!”, dice Sergio y agrega de inmediato: “Somos una hermosa familia, unida por el gran amor que se vive”.
La comunión es una de las cualidades que los miembros de Cerrito consideran que los identifica. “Somos muy unidos, nos preocupamos unos por otros, nos ayudamos y nos mantenemos conectados”, cuenta Martín. De igual forma, Sirley señala a “la comunión y manifestación de amor entre los hermanos y siervos” como un rasgo que define a la comunidad. Por último, Mateo, uno de los más jóvenes miembros de Cerrito, menciona al coro, la Escuela dominical y también la arquitectura del edificio como algo para destacar.
Así, al igual que hace 75 años, Cerrito continúa abriendo sus brazos y recibe con amor a hermanos, hermanas, siervos e invitados que se acercan hasta sus puertas.

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