Edificar con Dios

El sábado 15 de septiembre, la iglesia central Buenos Aires reunió a los jóvenes del Obispado 1 para el Servicio Divino anual de juventud. El mismo fue conducido por el Apóstol Gerardo Zanotti acompañado por el Obispo Rubén Ramos y portadores de ministerio de los distritos participantes.

El servir estuvo basado en la palabra de Apocalipsis 21:5: “Y el que estaba sentado en el trono dijo: “He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas.”
En el antiguo tiempo se creía que Dios estaba en el templo. Con Cristo entendemos que Dios crea la vida, Jesús nos trajo la salvación y el Espíritu Santo es el que nos ayuda a edificar en nuestra alma un templo donde Dios quiere habitar.
Tenemos que estar presentes durante la edificación de nuestra alma a imagen de Jesús y así darnos cuenta de los cambios que hay en nosotros. “¿Nos damos cuenta cuando se transforma nuestra alma? El Señor nos cambia día a día a través de la palabra y del Espíritu Santo”, expresó el Apóstol.
Debemos preguntarle a Dios: ¿qué hago con los materiales (para la edificar) que me diste? Tomemos lo que Dios nos da. “Cada cosa tiene su lugar, no nos ausentemos de la construcción de nuestra vida.” Es un poquito cada día. Si estamos siempre igual, somos una obra abandonada, no por Dios, sino por nosotros.
Edificar con Dios significa edificar junto a otro. El lote, es nuestro corazón y el material, la palabra y enseñanzas. Si creo en Dios tengo que ver lo que edifico, veo el final. Dios no te ata, pedile a Dios en nombre de Jesús. No se trata de hacerlos solos: “involucra a Jesús”, invitaba la palabra. Si buscas un compañero, ¿bajo qué parámetros? Alguien para compartir lo mejor y lo peor de mi vida, aunque quizás no lo haya pasado. Que me acompañe física y espiritualmente, aunque sea, con respeto a Dios.

¿Contacto o amigo?
Cuando construimos tenemos que ver el final y sobre todo los detalles. En la actualidad, todo tiende a lo masivo. Estar conectados no es comunicarse: comunicarse es decirle a los ojos a quien amo, lo que siento. Estar en el detalle, diferenciar entre “contacto” y “amigo”. ¡Que nunca nos falte nuestro mejor amigo, que es Cristo!
En tu proyecto de vida, trabajo o estudio, que siempre Dios esté primero, en las oraciones y en los hechos. Él muestra que hay lugar para todos.
Cuando estoy presente, siento ese amor y me decido por Él. Entonces veo lo postrero, no la tristeza que quizá me toca vivir ahora, o el aparente beneficio que puedo tener si hago algo.
Jesús va a venir a buscar a sus semejantes en amor y comunión. Se trata de vencer el mal, perdonar al prójimo. Y no es fácil olvidar, cada uno es distinto, pero tengamos memoria de Dios, no puedo pretender estar con Él con mis leyes. Jesús ya te conoce, la ley y la libertad están en el corazón y cada uno elige qué hacer.
Dios edifica su propiedad para estar con Él. No es un mundo ideal, pero su palabra va a secar todas tus lágrimas si Él es lo primero en tu corazón.
El tiempo para Dios, pídelo a Dios, Él se encarga de administrarlo. La cosecha es obligatoria y si Jesús no viene antes, la juventud se va. Pero mantenemos la comunión, con el mismo proyecto y propósito. El futuro es la transformación del presente, entonces, pide a Dios por tus sueños: “Si tu quisieras, Padre…” teniendo siempre el proyecto de Dios primero.
Colaboraron en el servir también el Obispo Ramos y el Primer Pastor Monteiro.
Luego de la celebración de la Santa Cena y de la interpretación final del coro y la orquesta que conformó el marco musical ese día, el Apóstol agradeció a todos los jóvenes por haberse acercado al altar.